El 1 de agosto de 1972 moría en barcelona el doctor Remigio Dargallo, reputado médico tisiólogo y director del Laboratorio Municipal de Barcelona. Pero Dargallo había tenido una vida secreta. Durante su juventud, en las primeras décadas del siglo XX, fue el insólito caricaturista Remigius que publicó en algunas de las más importantes revistas catalanas del momento.
Su primer dibujo aparece en la revista Papitu en febrero de 1911. Es todavía estudiante de medicina y firma los dibujos con la inicial del nombre y su apellido. Sus dibujos van apareciendo con regularidad en la revista y a partir de la segunda semana de febrero ya los firma con el que será su seudónimo Remigius, latinizante su nombre de pila.
A pesar de que en el mismo momento en Papitu publican autores de enorme talento como Apa, Nonell, Nogués, Humbert, Jacob, Aragay, Bon, o Labarta, el estilo de Remigius pronto destaca por su uso del trazo, finísimo, y de la composición. Paulatinamente, el trazo se vuelve cada vez más refinado y elegante, los personajes grotescamente delineados, con un punto de irrealidad surrealista. Remigius se encuentra a gusto en un humor negro, a veces negrísimo que roza los límites de la sensibilidad, y seguramente debido a su carrera paralela (recordemos que está estudiando medicina) a menudo toca temas relacionados con la muerte, la enfermedad y el dolor, pero siempre deshumanizante o ridiculizando la situación, anticipando un tipo de humor que impregnará medio siglo más tarde revistas como La Codorniz.
Remigius se consolida con dibujante en Papitu y ganará peso, hasta terminar dibujando algunas cubiertas, como la del número 149 que publica la editorial que certifica el viraje de la revista, abandonando el humor político y tirándose a explorar los "caminos del verdor". Remigius también publicó en otras publicaciones como El Gall (1912) donde hará un humor con un componente más político y de actualidad (algo extraño en su producción) y experimenta también con diferentes variaciones en el grosor del trazo del dibujo. El mismo año colabora en Picarol, con unos dibujos deliciosos que la revista publica generosamente, a menudo a página entera, donde experimenta con su trazo alambicado. Igualmente lo encontramos en Revista Nova (1914-1917), junto a Apa, Nogués, Junceda o Humbert, explorando un humor con un punto alucinado.
Una vez licenciado en medicina, en 1914, abandona completamente el dibujo de prensa. Desaparece así uno de los dibujantes más singulares del panorama artístico de principios de siglo.