Wilhelm Busch

Wilhelm Busch fue hijo de comerciantes y gozó de buena educación, lo que le llevó a cursar estudios en la Academia de las Bellas Artes en Amberes, en la cual se sintió fuertemente influido por la obra de los pintores flamencos de los siglos XVI y XVII. Su afición por la cultura popular surgió tras una larga convalecencia producto del tifus, que había contraído en 1853. Se aficionó enormemente a los cuentos y canciones populares y comenzó a ilustrar toda clase de muestras del folclor local y de los países vecinos. En 1854, con este bagaje, comenzó su formación final como artista en la Academia de Bellas Artes de Múnich.

Su comienzo como dibujante profesional tuvo lugar en 1859, en el periódico satírico Fliegende Blätter, en cuyas páginas comenzó a publicar las desventuras de los muchachos Max y Moritz en 1865, con tal finura y gracia que obtuvo el aplauso popular unánime. De hecho, al año siguiente ya se tradujo en otro país (en Dinamarca) y llegaría a publicarse en noventa idiomas distintos alrededor del mundo, inaugurando en algunos países el aprecio por el medio de la historieta, como ocurrió en España. En EE UU dio pie al autor Rudolph Dirks para crear otra de las series más populares de la historieta mundial: The Katzenjammer Kids. La clave de su éxito, seguramente, estaba en la calidad de la caricaturización que exhibía Busch, muy exagerada y satírica, que dejaba muy expuesto el afán moralizante de su trabajo (en el caso de esta serie, la crueldad de la sociedad moderna para con sus ciudadanos).

Otras obras suyas no lograron tanto éxito pero no estuvieron faltas de calidad: Die fromme Helene, una obra de humor negro en la que satiriza a los crédulos; Fipps der Affe, una sátira protagonizada por un mono con dotes humanas; Balduin Bählamm und der verhinderte Dichter, una sátira dirigida contra la burguesía local; Der Heilige Antonius von Padua, una obra anticlerical publicada en 1870 que le valió una acusación de blasfemo y que fue prohibida en Alemania y Austria; Hans Huckebein der Unglücksrabe, y otras.

Su poesía también llevaba bastante carga moralizante o ejemplarizante, y destacaríamos sus obras Die Kritik des Herzens y Zu guter Letzt. También escribió cuentos e historias costumbristas, algunas de las cuales ilustró él mismo. En 1884, publico su última obra dibujada, Maler Klecksel, que puede entenderse como una autobiografía, dado que trata de los problemas de un artista.

Ya sexagenario, se retiró junto con su hermana, haciéndose cargo de los hijos de ella. Sufrió varios envenenamientos de nicotina, y finalmente murió por insuficiencia cardiaca. Fue discreto hasta el final: quiso que quemaran todo su archivo de correspondencia al morir y, sorprendentemente, tras su muerte se hallaron un millar de óleos pintados por él de los que nadie tenía conocimiento.