Bochořáková-Dittrichová comenzó a dibujar desde muy temprana edad, accediendo en su juventud a la Academia de Bellas Artes de Praga y depurando inicialmente su estilo bajo la influencia de la obra del célebre artista checo August Brömse. Durante esta primera etapa, en su veintena, realizó varios ciclos de grabados, inspirados en sus convicciones religiosas y en el duro momento histórico que atravesaba el continente europeo tras el azote de la Primera Guerra Mundial. En los años veinte Helena se desplazó a París para continuar con su formación y allí entró en contacto con la obra de artistas como Frank Brangwyn o James McNeill Whistler pero, sobre todo, resultó influenciada por el estilo gráfico del grabador belga Frans Masereel. En 1929 se publica Mi infancia, y durante los años siguientes realiza múltiples ciclos de grabados inspirados en su mayor parte en algunos de sus viajes y experiencias personales, dedicándose también a la literatura tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial.