Nayi al-Ali (ﻧﺎﺟﻲ ﺍﻟﻌﻠﻲ en árabe, transcrito también como Naji al-Ali o Naji Ali) nació hacia 1936, el año del inicio de la Gran Revuelta palestina contra los británicos, en el pueblo palestino de Ash Shajara (Galilea) que en 1948 fue uno de los 480 pueblos destruidos en lo que se conoce como la “Nakba” (catástrofe), el éxodo palestino provocado por la creación del estado israelí. Naji al-Ali tenía 10 años cuando él y su familia fueron expulsados de Palestina al campo de refugiados libanés de Ain al-Hilweh, donde asistió a la escuela de la Unión de Iglesias Cristianas y, tras graduarse, trabajó en las huertas y campos de Sidón antes de trasladarse a Trípoli, donde asistió a la escuela de formación profesional de los carmelitas durante dos años. Luego se trasladó a Beirut, donde vivió de forma precaria en el campamento de Chatila mientras trabajaba en distintas fábricas. En 1957, habiendo adquirido el título de mecánico de coches, viajó a Arabia Saudí, donde trabajó durante dos años. En 1959, Nayi al-Ali volvió al Líbano y se unió al Movimiento Nacionalista Árabe (MNA), del que fue expulsado cuatro veces en un año por carecer de disciplina de partido. Entre 1960 y 1961, junto con otros miembros del MNA, publicó el diario político artesanal Al-Sarkha ("el grito"). En 1960 se inscribió en la Academia Libanesa de Bellas Artes, pero no pudo continuar con sus estudios debido a su encarcelamiento poco después por motivos políticos. Tras su liberación se marchó a Tiro, donde trabajó como profesor de dibujo en la Universidad Ja'fariya. El activista político y escritor palestino Ghassan Kanafani se fijó en los dibujos de Nayi en una visita al campamento de al-Hilweh, imprimiendo sus primeras viñetas (acompañadas de un artículo) en la revista panarabista Al-Hurriyya en 1961.
Como muchos otros palestinos, a principios de la década de 1960 emigró a Kuwait con la intención de ahorrar dinero para poder trasladarse y estudiar arte en El Cairo o Roma, pero finalmente se establecio allí y fue donde empezó realmente a desarrollarse como dibujante. En aquella época, la viñeta periodística árabe se había limitado a tratar casi exclusivamente temas sociales. Nayi al-Ali, consciente según sus propias palabras del potencial agitador de la labor del dibujante, empezó a tocar sistemáticamente temas políticos como la cuestión palestina, el uso ilegítimo del petróleo, la unidad árabe o la situación política general en el mundo árabe, haciendo hincapié en la falta de libertad, el terrorismo de Estado, la pobreza, la burocracia y la corrupción, y criticando directamente a personajes públicos como Anwar el-Sadat o Hosni Mubarak. En los años que pasó en Kuwait, Nayi al-Ali adquirió renombre como dibujante en todo el mundo árabe, y allí trabajó como editor, dibujante, diseñador y productor editorial del periódico nacionalista árabe Al-Tali'a. A partir de 1968 pasó a trabajar en Al-Siyasa, para volver al Líbano en 1974 y empezar a trabajar en el diario libanés Al-Safir. A finales de los años setenta dirigió gran parte de sus críticas a los dirigentes egipcios que habían firmado la paz con Israel renunciando a la solidaridad con el pueblo palestino.
Ese mismo año estalló la guerra civil en el Líbano y Nayi al-Ali se unió a los fedayín palestinos, atrincherados en Beirut oeste. Durante la invasión israelí del Líbano en 1982, Nayi, junto con otros habitantes del campamento de Ain al-Hilweh, fue detenido brevemente por las fuerzas ocupantes. Cuando Israel puso cerco a Beirut para forzar la salida de las fuerzas palestinas del país, Nayi, junto a numerosas personalidades palestinas, se opuso a ello considerando que la ausencia de fedayín dejaría a cientos de miles de refugiados civiles palestinos sin protección frente a las Falanges Libanesas, una organización aliada de Israel. A pesar de ello, la OLP negoció con Israel la retirada de sus fuerzas y apenas unos días más tarde las Falanges Libanesas iniciaron una persecución contra los refugiados palestinos con la connivencia de Israel, cuyo punto álgido fue la masacre de Sabra y Chatila, dos campos de refugiados a las afueras de Beirut. Nayi al-Ali pasó seis meses escondido en los subterráneos de la ciudad hasta que finalmente pudo volver a Kuwait.
En 1983 comenzó a colaborar como viñetista político del diario kuwaití Al-Qabas. Desde allí denunció a los dirigentes de la OLP señalando que tenía responsabilidad indirecta en las matanzas de Sabra y Chatila. En respuesta, la dirección de la OLP y varios periódicos árabes organizaron una gran campaña de prensa en contra de Nayi al-Ali, que se plasmó en actos públicos de repudio. Finalmente, fue expulsado de Kuwait. Ningún otro estado árabe quiso acogerle y se exilió en Londres en 1985. Desde allí comenzó a trabajar en la edición internacional de Al-Qabas, donde continuó trabajando hasta el día 22 de julio de 1987, cuando recibió un disparo en la nuca mientras se dirigía a su oficina en Ives Street, Knightsbridge (estuvo en coma hasta el día 29, cuando murió).
En 1988, recibió a título póstumo el Golden Pen of Freedom de la Federación Internacional de Editores de Prensa.