Escritor, ilustrador, dibujante, fotógrafo, publicista cinematográfico y productor español, comenzó su actividad profesional en 1955 como aprendiz de dibujante en la empresa catalana de publicidad “Roldós”. Al poco tiempo fue contratado por los Almacenes “El Águila” en los que ejerció como escaparatista, a la vez que colaboraba con diferentes estudios. A los 18 años montó su primer estudio gráfico, ya como empresario, realizando en esta época, numerosas ilustraciones que serían reproducidas en forma de postales, christmas, calendarios, tarjetas, etc. Muchas de ellas aparecieron firmados con el seudónimo “Tamoro”. (de Acos-tamoro).
Al cabo de unos años, en 1960, fue nombrado Director Artístico de la Editorial Mateu para la que ya había realizado varias trabajos por encargo. A partir de esa fecha comenzó su etapa de mayor creación gráfica: ilustra las cubiertas de los libros, diseña las colecciones y dirige el marketing y la promoción de las nuevas publicaciones.
Como dibujante realizó centenares de ilustraciones para colecciones de libros infantiles y como director artístico promovió, durante los años que dedicó a Mateu, la edición de importantes colecciones de autores clásicos de la literatura española y europea con las notas distintivas, todas ellas, de presentar originales y artísticos diseños en sus portadas, la mayoría de las cuales, realizaba personalmente dotando a cada volumen de un valor artístico añadido. Gran parte de estas publicaciones fueron primeras ediciones en castellano de obras emblemáticas, como Ana Karenina, de L. Tolstoi, El jugador, de Dostoievski o Las flores del mal, de Baudelaire. Mención especial merece, por la repercusión que tuvo en el momento de su publicación, el volumen de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen.
La Editorial Mateu fue muy conocida en España durante la década de los 60 por ser la pionera en la publicación de fascículos. Series como Las Grandes Religiones Ilustradas, España, ¡Qué hermosa eres!, "La Divina Comedia”, de Dante ilustrada por Doréo "El Quijote" ilustrado por Dalí, entre otros títulos, sirvieron para hacer accesible al gran público este tipo de obras. En todas estas ediciones, Acosta Moro llevó la diagramación, la dirección artística y, en la mayoría de los casos, realizó también las fotografías del interior.
Colaboró con sus ilustraciones infantiles y juveniles en otros sellos editoriales como Toray, Bruguera, Juventud, Sopena, Roma, Betis, etc.
Su vocación literaria se hizo patente con la aparición de la obra (texto y fotos), Trece historias sobre la Muerte, publicado por el editor y escritor Tomás Salvador en la editorial Marte. En este enigmático libro, los personajes adquieren una nueva dimensión, como si fuesen seres perdidos en sus incertidumbres, “en sus momentos críticos, en su pequeñez y en su grandeza". Al año siguiente (1968), se publica Cabeza de muñeca, excombatiente e introducción dedicada a un buzo, también con texto y fotos, obra muy extraña que a las pocas semanas de aparecer, fue censurada y retirada por la policía franquista por considerarla un ataque a los principios del régimen.
A mediados de los años 60, Acosta Moro, que ya había colaborado anteriormente con Francisco Macián, trabajó de nuevo para él, haciendo fondos para las películas de dibujos animados Candelita y El mago de los sueños.
En esa época comenzó a interesarse por el cine llegando, incluso, a intervenir como actor en la película La banda del Pecas. Para Luis Acosta, la fotografía y el cine eran una cuestión de armonía y concepto; buscaba la textura y el sentido de las imágenes. Los encuadres, la percepción del color, el equilibrio, el sentido del escenario, el manejo del material humano y la luz, sobre todo, fueron elementos dominantes en sus creaciones.
Sus fotografías comenzaron a popularizarse y llegó a convertirse en uno de los mejores y más cotizados fotógrafos de Europa.
or el objetivo de sus cámaras desfilaron modelos muy conocidas en la época: Margit Kocsis, Willy Van Rooy, Jenny Kooiman, Verouska, etc., cantantes y artistas como Carmen Sevilla, Miguel Gallardo o Carmen Amaya, entre otros, mientras que sus innovadoras técnicas hacían que muchos incipientes fotógrafos acudieran a su estudio para formarse.
A principios de los años 70, empezó a interesarse por la imagen publicitaria y, tras un aprendizaje muy duro (toda su formación es autodidacta), los retratos y otras creaciones que salen de su estudio fotográfico comenzaron a ser conocidos fuera de España.
Paralelamente, aceptó su nombramiento como Director artístico de una conocida firma de cosméticos y con ello comenzó una larga andadura en el incipiente mundo de la publicidad, alcanzando a diseñar las campañas promocionales y la imagen de marca de un buen número de productos de las principales empresas europeas.
A partir de 1970, sus imágenes fueron la base de centenares de anuncios publicitarios (rodó unos 500 para la televisión), tanto gráficos como spots televisivos de todo tipo de productos, que se vieron en los medios de comunicación españoles durante más de tres décadas. Entre ellos destaca el que dirigió en 1977 con Salvador Dalí como protagonista.
Al igual que ocurriera unos años antes con la fotografía, en el sector del cine publicitario, Acosta Moro fue uno de los profesionales más reconocidos.
En el año 1993, dio un giro a su actividad para dedicarse por completo a la literatura. Escribió más de una decena de novelas, algunas inéditas, ambientadas en un universo que sorprende al lector por sus planteamientos sobre la vida, el sexo, el amor, la amistad y las historias que se narran.
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