Diversos autores consideran que se trata de la mejor película que John Wayne protagonizó para Lone Star. Resulta difícil ratificar esa opinión dada la modestia de la cinta. George Hayes vuelve a ser el compañero del héroe, el hombre de más edad que lo recogió casi muerto tras el asesinato de su familia y la desaparición de su hermano pequeño. Ambos investigan para averiguar la identidad de los asesinos. Aprovechando una afortunada casualidad que ofrece el guion, el joven suplanta la personalidad de un forajido muerto y se infiltran en una banda. Desde dentro, desbaratan los planes del jefe, tendentes a apropiarse de un rancho y conseguir a la hija del dueño. Por una nueva casualidad, el criminal resulta ser el mismo que asesinó a la familia del héroe.
La película cuenta con la presencia de un actor infantil que encarna al supuesto hijo de uno de los miembros de la banda. En realidad resultará ser el hermano menor del héroe, quien por esta nueva casualidad recupera parte de su familia. Aporta una inusual ternura al filme.
La película incluye la anacrónica presencia del teléfono en la consulta del médico, la oficina del sheriff y el rancho, lo que permite agilizar la acción a costa de privarle de realismo.