Cuando se escribe la historia de las publicaciones
infantiles de humor se tiende a seguir una especie de línea recta
en la cual sólo caben las más directamente celebradas en el
mundillo, y tiende a obviarse una inmensa corriente, en absoluto
desdeñable, de heroicas publicaciones desarrolladas -al menos en
lo relativo a los años cuarenta / cincuenta- al margen de las
emblemáticas Pulgarcito, Jaimito, TBO o Pumby. Se
olvida, por ejemplo, La Risa que llegó a conocer tres
épocas distintas.
Y es una lástima, porque La Risa Infantil
fue una de las más populares publicaciones que han existido en el
panorama del tebeo patrio. Sin embargo, una serie de
circunstancias la han relegado a un olvido, creo yo que
interesado, de forma concienzuda y absolutamente injustificada,
como si el hecho de haber funcionado durante años (206 números) y
al margen de Bruguera o Valenciana hubiese sido un pecado mortal
absolutamente imperdonable. Un olvido sistemático que se traduce
incluso en la práctica ausencia de reseñas escritas que acrediten
su existencia. Hoy por hoy, encontrar un número suelto de La
Risa Infantil o ya de La Risa es una tarea
prácticamente imposible.
En La Risa de la Editorial Marco colaboraron
un grupo de grandes autores como Ayné, Boix, Martínez Osete,
Darnís, etc., nombres que ya forman parte de la historia de la
historieta española por derecho propio. Entre la diversidad de
temas que abordaron, el humor provocaría innumerables seguidores
ávidos de ese momento de evasión que ofrece lo satírico y lo
burlón, bordado de toques costumbristas y localistas muy allegados
a lo que fueron las primeras historietas gráficas aparecidas en
las primigenias publicaciones humorísticas del panorama
historietístico autóctono.
En la España franquista la desvalorización y
desprestigio de la historieta por parte de los demás sectores de
la cultura fue algo vergonzante. Esta intelectualidad, o
pseudointelectualidad,
sobre
todo la relacionada con la literatura, consideró al medio "bastardo",
"infantil" (lo que revela un profundo desconocimiento del mismo) y
"marginal", indigno siquiera de ser tenido en cuenta.
Los dibujantes y guionistas nacidos en este suelo
tuvieron que luchar contra eso y, además, con las limitativas
presiones gubernamentales y de las editoriales y aún así, fueron
alcanzando niveles cada vez mas estilizados de realización y un
estilo propio, español, que convino en cautivar a cientos de miles
de personas.
A pesar de que el humorista era un ser casi
marginado, salvo honrosas excepciones, las revistas de humor
florecieron y se multiplicaron como los hongos sin esperar tiempos
mejores.
El
humor cumplió una gran misión social, como catarsis de los negros
nubarrones que se cernían sobre el ciudadano medio, era la válvula
de escape que transformaba la desesperanza en esperanza o, al
menos, en serenidad.
De estos años
han quedado excelentes logros en el campo de la historieta
humorística.
Estas historias suelen ser de corta extensión, una página o menos,
excepcionalmente dos o tres páginas.
Si en ocasiones
sus temáticas eran sencillas anécdotas de ambiente cotidiano, los
dibujos alcanzarían un estilismo y gracia peculiares.
La Risa,
una de las muchas revistas humorísticas para niños, se convirtió
en el gran éxito comercial de la Editorial Marco. Este interés
popular puede entenderse por diversos cauces: ofrecía a los
lectores un amplio contenido de historietas, su precio era bajo, y
contaba con un excelente elenco de autores. La Risa, sin
caer en la vulgaridad, conseguía distraernos y expansionarnos.
De unos años a esta parte se han reeditado una gran
cantidad de tebeos, de grandes tebeos. No se trata de una gran
producción que haga que nos demos cuenta del gran potencial que
tiene como medio la historieta clásica. No, se trata de algo mucho
más sutil, que se sitúa en un estadio menor, subterráneo casi.
Pero el hecho es que se están recuperando muchos tebeos buenos y
lo que es mucho más importante, de muy diversas temáticas.
Recuerdo cuando yo compraba tebeos. Recuerdo cuando
los tebeos era nuestro único plato de esparcimiento y diversión.
Puede parecer una tontería, pero somos muchos los lectores que,
todo sea dicho, esperamos con avidez el que alguien se decida a
reeditar esos semanarios. Eran unos tebeos estupendos y pusieron
el listón muy alto, y muy pocos artistas actuales pueden rebasarlo
o como poco igualarlo.
EL TALENTO DE BOIX Y OSETE PARA EL HUMOR
Fue en La Risa donde pudimos disfrutar del
mejor trabajo de uno de los más dotados artistas del tebeo
español, cuyo estilo fue evolucionando y perfeccionándose, a la
vez que desarrollaba un lenguaje gráfico muy personal: Emilio Boix.
Si nos adentramos en la narración, en la
composición de sus páginas, ahí es dónde brilla su genio. Las
páginas de Boix son narrativas en toda su extensión, con un
absoluto dominio del lenguaje gráfico, sorprendiendo en cada
número. La lectura de las historias de Boix ha sido mucho más
estimulante de lo que recordaba.
El
dibujo puede parecer simple, infantil, pero estamos delante de un
autor con una gran capacidad de síntesis y con un gran talento
humorístico
Sus páginas desencadenan una serie de situaciones
graciosas que logra arrancarnos una risa sana, de estas que tan a
menudo nos hacen tanta falta. Queremos más tebeos como éste.
Boix fue creador de personajes, entre otros, como
Hipo, Monito y Fifí, y Cartapacio y Seguidilla.
Dos
de las más representativas de los años dorados de nuestra
historieta y que a la vez, mejor resume el espíritu de su obra.
De
su mano, las historietas de Bob-Ayna y Pat-Acón, Nicrostato
Mochales y Nicomedes Camueso se convirtieron en una de las series
más divertidas y frescas del momento, con un enfoque cinético que
nos recuerda los mejores logros del cine mudo. Son unas
historietas muy frescas, los golpes de humor son muy frecuentes en
las situaciones absurdas.
El talento de E. Boix está en este momento en su
apogeo, se divierte con los personajes y transmite esa impresión a
los lectores, manteniendo el alto nivel de calidad que caracterizó
todos sus trabajos, sorprendiéndonos por su capacidad en
entretenernos con una narración fluida, engarzada con chanzas, y a
la que imprime constantes cambios de ritmo a los que su estilo se
ajusta como anillo al dedo. No en vano fue uno de los dibujantes
estrella de la editorial.
Sin
embargo, lo más atractivo de sus historietas es su frescura y
absoluta falta de pretensiones, tan sólo busca entretener y lo
consigue, lo que la convierte en una lectura más que recomendable.
Juan Martínez Osete, o: Martínez, Martos, O'set,
Osete o Acosta, fue uno de los más prolíficos autores de nuestra
historieta, un verdadero comodín todo terreno.
Sumamente modesto, Martínez Osete siempre ha dicho que no había
llegado a desarrollar un estilo propio.
Afirmación que
no compartimos ni mucho menos, sus dibujos son fácilmente
reconocibles. Si bien es
cierto que en su trayectoria profesional existen
varias etapas diferenciadas. Pero no es nuestra intención el
tratar aquí esas diferenciadas etapas de Martínez Osete, sino de
su colaboración con La Risa y concretamente en el campo del
humor.
Ya en 1954 en la revista Hipo, Monito y Fifí,
se había hecho cargo del personaje creado por Ayné: Narizán,
además de los personajes de la cabecera y con otros de creación
propia. Juan Martínez Osete, en su colaboración en La Risa
Infantil, se ocupó de la continuidad desde el número 74,
además de la realización de un sin fin de historietas de
aventuras, de los personajes Nicrostato Mochales, Nicomedes
Camueso y Bob-Ayna y Pat-Acón que retomaría en 1965.
También realizó otros muchos personajes para esta
publicación: Lolita criada, Lucas y Tomás, Kolas, Pepe Panoli, y
Dos de la Legión, etc.
Martínez fue uno de los historietistas más seguido y querido por
los lectores de tebeos de la época, pero la mayoría de ellos
centra sus preferencias en su creación aventurera, obviándose su
obra humorística, con lo que se quedan en la superficie. Para
nosotros, de lo mejor de este prolífico creador de historias
aparece, precisamente, cuando aborda la historieta humorística.
Sus
trabajos en Narizán y Bob-Ayna y Pat-Acón, nos revelan a un autor
de una dimensión creativa como pocos de sus contemporáneos.
Martínez fue un dibujante correcto, con un estilo muy marcado y
personal y que además experimentó una evolución notable a través
de los años.
OTROS DIBUJANTES DE LA
RISA
J. Rizo: Fue otro de los grandes pilares de La
Risa en su segunda etapa, a él se deben las multitudinarias
portadas con un tema especifico: Cosas que pasan, Galletas
Vitaminizadas, Domingos Playeros, etc.
José Ripoll: Todas sus historietas llevan la
impronta de uno de esos oscuros profesionales a los que nunca se
les ha reconocido su labor en la época dorada de nuestro tebeo.
Antonio García: Polifacético autor, que dibujo un
sin fin de historietas y se ocupó también de algunas de las
aventuras de Bob-Ayna y Pat-Acon.
Antonio García fue uno de los más destacados artistas de cuantos
colaboraron en la publicación
Aurelio Bevia (Belindo): Historietista
multigenérico como lo denomina Jesús Cuadrado, fue uno de los
destacados colaboradores del semanario.
Beaumont: El creador de Merche y de tantas series
de éxito que le llevarían a dibujar uno de los personajes más
celebrados de la historieta española: El Capitán Trueno.
Francisco Ibáñez: El genial creador de Mortadelo
y Filemón y tantos otros celebrados personajes, fue uno de los
más destacados colaboradores de la revista.
Miguel Ripoll Guayadol: Uno de los más
extraordinarios dibujantes de nuestra historieta con el seudónimo
"Tey" colaboró también en el semanario La Risa con un muy
peculiar estilo, pero en el que se adivina al gran maestro de la
historieta que fue.
Pedro Alférez, con el seudónimo de Peter, y Raf
como Rafart, fueron, entre otros muchos, dos de los geniales
historietistas que colaboraron con La Risa.
La Risa
fue una publicación que estaba construida con capacidad gráfica
suficiente como para mantener la atención del lector.
La lectura de las páginas aquí reproducidas, nos
ofrecen la posibilidad de participar en la aventura de una
reconstrucción intensa y sugerente.
Hoy
el cómic de posguerra sigue escribiendo su historia. Fortalecido,
redescubierto, acorde con los tiempos donde las individualidades
del pasado se convierten en clásicos y donde lo que se valora no
es la a capacidad de impactar sino la narración.
La Risa
cumplió sobradamente su objetivo: entretener al lector con una
serie de historias de lectura fácil y correctamente presentadas.
Al igual que muchas otras publicaciones, La Risa es un
capítulo injustamente silenciado de la mejor historieta infantil
española. |