TEBEOSFERA \ SECCIÓN  


NOSTALGIA / 1

 

Los Quesada

[ Retrato de Miguel Quesada, por Castaner  ]


por Manuel López


En la presente sección tendrán cabida textos sobre nuestras viñetas y tebeos, y sus artífices, elaborados no tanto desde el rigor y el espíritu científico como desde la añoranza y el cariño. Por ello han de tenerse como opiniones no necesariamente compartidas por otros; ni siquiera por la dirección de Tebeosfera, que no obstante estima que debe existir un lugar en las publicaciones teóricas para este tipo de enfoques, pues de lo contrario estos autores y viñetas podrían quedar relegados al olvido.


Una profesión de galeotes

Soy consciente de que para que la sociedad cultural de este país otorgue autoridad a las palabras, se necesita de tres cualidades: el ser alguien muy reconocido, muy moderno y muy extranjero. Así que yo también quiero confesarles algo sobre lo que ocurre con los autores de historieta de los años cuarenta a sesenta aquí, en España. Es mi verdad, pero está sacada de una ya larga experiencia, y de un coraje con el que no han podido ninguno de los actuales "popes" del medio.

Tal vez a ustedes, lectores de estas líneas, no les interese demasiado ese mundo onírico que es el que nos permitió ser algo más que animalitos viviendo. Quizás ese mundo interior, ese sueño que nos proporcionaron aquellos tebeos, no tenga lugar en este país. Hoy este país no quiere recordar…. por eso no se les trata con un mínimo de dignidad. Entonces se manipulan los contenidos, se generaliza diciendo que eran portadores de los mensajes fascistoides del Régimen. Lo que no se dice es que esos tebeos nos ayudaron a soñar a evadirnos de una triste realidad. No se dice que sus autores estaban abocados a un infierno para poder publicar. No se dice que trabajar en el medio era una profesión de galeotes. No se citan además, naturalmente, las conveniencias comerciales e industriales que exigían una estandarización de fácil asimilación. Y se alaba el Flash Gordon silenciándose su contenido fascista, se rinde pleitesía a la perfección artesanal de Caniff, y se es indulgente con la calidad de los Phantom y Mandrake de la época heroica.

La historia de los tebeos se cuenta por el esplendor o la decadencia de los mismos. Y si los "popes" actuales siguen alimentando la mediocridad y lo extranjero, la historia de la historieta española de los años cuarenta a sesenta se recordará por su inexistencia. Aunque hoy aquellos tebeos estén ya muy lejos de aquella prerrogativa que obtuvo en la edad dorada del género, sus conquistas siguen remitiendo a ese interior de la memoria que tan profundas significaciones genera

La memoria imaginaria es la dueña de una sustancia muy peculiar de los recuerdos, no sólo de unos recuerdos distintos, sino de la pervivencia de una vida distinta que los nutre y preserva, salvaguardados, podríamos decir, en el placer y en la emoción de la palabra historieta: esa que se fragua en algún misterioso encuentro de la imaginación y la memoria.

Es un recuerdo de infancia, de ese tiempo mítico de las personas que, como decía Cesare Pavese, reproduce en la experiencia de cada uno el tiempo mítico de la humanidad. Se trata, pues, de un recuerdo significativo, si entendemos que todo lo que procede de esa memoria originaria, primordial, es particularmente revelador o elocuente. Con los años, por supuesto, otros ingredientes se fueron añadiendo. Junto con aquella adolescencia fueron creciendo también las búsquedas de la propia identidad.

Un viaje a la nostalgia

Las líneas precedentes me han hecho retroceder a unos años que se me fueron para siempre acercándome a un mundo conocido, el que se encuentra detrás de esas páginas llenas de dibujos y que quedaron, de forma imborrable, grabadas en mi memoria.

Como las de Miguel Quesada Cerdán (1933), Gran Premio del Saló del Còmic de Barcelona en 1999 y Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes en 2000.

Por medio de este extraordinario autor he pretendido retroceder en el tiempo, volverme a situar en la larga noche que significó la dictadura franquista, hacía aquellos años de oscurantismo, aquellos años en que amparándose en la arbitrariedad del poder eran muy comunes expresiones como: “No sabe con quien esta hablando”… A modo de un viaje a la nostalgia, a través de sus páginas he querido rememorar horas y horas de ilusionada lectura.

Miguel Quesada se convirtió por derecho propio en uno de los autores más interesantes del panorama de la historieta española. Cabe decir que (a mi juicio), aunque estemos viviendo los años de un nuevo modelo de cómic, más vanguardista y en ocasiones irreal, como el mundo de los superhéroes, la obra de Quesada continúa siendo de una actualidad vigente.

Quien más quien menos, cuantos fueron lectores habituales de sus historietas en los años de posguerra a buen seguro comparten la anterior opinión, y son hoy muchas de sus series las que deberían ser consideradas como "obras de culto", imprescindibles para el estudioso y el aficionado. Eran unos tebeos aparentemente sencillos pero presentaban una sólida estructura narrativa, ausentes de subterfugios argumentales tan absurdos como recurrentes en muchos tebeos actuales. Digamos que en ellos se manejaban con acierto notable las claves narrativas, y se hacía con un dibujo en el estado más puro, aparentemente sencillo pero efectivo.

Quizás el querer hablar de la vigencia de La Pandilla de los siete, Pacho Dinamita, Tony y Anita, o de Pantera Negra, parezca fuera de lugar. Se podrá aducir que eran portadores de un aspecto infantil, que las reacciones y comportamiento de los personajes en ocasiones resultaban excesivamente simplistas, quizá porque se dirigía a un público infantil o bien porque la censura de la época no le permitía entrar en sutilezas psicológicas por lo que iban al grano. Esa censura (que como buena estúpida) promovía una cierta complicidad entre el autor y sus lectores, de manera que los sobrentendidos actuaban a la perfección para los últimos, a veces mucho más allá de lo que se había insinuado. Pero sea como fuere, lo que nadie nos podrá negar, y es lo que destaca por encima de todo, es que la mayoría de aquellos tebeos nos dan una lección de economía narrativa y de como transmitir los sentimientos de los personajes en pocas viñetas.

Hablar de Miguel Quesada es, entonces, hacerlo de uno de los grandes del tebeo autóctono. La maestría de su dibujo tiene su paralelo en la facilidad que posee para la narrativa gráfica, que a lo largo de su carrera ha demostrado en infinidad de ocasiones con páginas realmente antológicas. Quesada no es un autor desconocido para el lector de posguerra, que tuvo la suerte de disfrutar de su obra. Obra que resiste el paso del tiempo ampliamente, ofreciendo aún hoy un producto que contiene la calidad suficientemente cautivadora como para poner los ojos en ella.

La Pandilla de los siete (El pequeño enmascarado)

Persecuciones, nobles y bondadosos personajes enzarzados en su lucha contra el mal en un universo maniqueo de buenos y malos… un esquema sencillísimo, a base de personajes extremos, en los que sólo cabe la bondad o la maldad totales.

Iniciada por Manuel Gago y continuada por Miguel Quesada, es una serie que despierta interés por su original propuesta, una pandilla de adolescentes que se verán inmersos en mil y una aventuras, no podía menos que interesar a la chiquillería de una época en la que soñar era una necesidad para evadirse de la triste realidad de la secuelas de nuestra guerra civil… esa guerra que dio al traste con prometedoras carreras artísticas. Pero el mundo del tebeo supo sobreponerse y ya en el periodo posbélico comenzó una etapa que sería mucho más fructífera que la anterior en el terreno de la historieta gracias a la eclosión de nuevos dibujantes.

La lectura de La Pandilla de los siete se inicia con agrado y mantiene el interés de la mano de esos aventureros adolescentes, con quienes recorremos los más exóticos rincones del planeta descubriendo tesoros, mundos olvidados o tribus remotas. Se trata de una serie entretenida, que se lee con agrado y que tiene suficientes atractivos como para hacerla recomendable. El trabajo de Quesada en ella viene a ser un proceso de formación como dibujante, el cual da como resultado un excelente dibujante: basta acudir a alguno de sus trabajos posteriores para verificar que estamos ante un historietista que inclina la balanza hacia el lado de los aciertos. Su labor aquí presenta buen ritmo y una magnífica elección de los encuadres, demostrándonos una capacidad especial para descomponer la acción en imágenes. Si buscáramos influencias sobre el trabajo de Quesada en esta serie, habría que destacar a Manuel Gago. Pero en ningún momento esta influencia supuso una pérdida de originalidad por parte de nuestro dibujante. Es notable observar el grado en que Quesada consiguió madurar su grafismo a medida que la colección va avanzando.Pacho Dinamita

Pacho Dinamita

El dibujo de Quesada en Pacho Dinamita se muestra muy alejado de corrientes estéticas como las actuales características de las historias de superhéroes. La ausencia de imágenes a toda página, el uso de figuras que no se salen de los limites de sus viñetas, la abundancia de ilustraciones por pagina o el no reproducir sucesivamente el mismo dibujo sólo diferenciado por onomatopeyas, puede hacer pensar al lector actual de tebeos que se encuentra ante un material añejo y sin atractivo. Nada más lejos de la realidad, Pacho Dinamita conserva hoy una vigencia como muy pocas series de la época con mucho más renombre mantienen.

El guión, aparentemente sencillo, presenta una sólida estructura narrativa. La perfecta sintonía entre el dibujante y el guionista (Pedro Quesada) es tal, que se hace difícil diferenciar los aspectos desarrollados por cada uno de ellos.

Destaca en Pacho Dinamita el tratamiento de la violencia. Una violencia que es siempre justificada, derivada de la ayuda a los demás. Quesada consigue, no obstante, personajes humanos, y así logra reafirmar la credibilidad de sus historias.

En el dibujante hay una constante evolución de la primera viñeta hasta el final de la serie, aunque en plena búsqueda y desarrollo de un estilo propio tiene suficiente calidad como para que se distingan en él los cimientos de lo que dará de sí en su obra futura.

Pacho Dinamita cumple sobradamente su objetivo: entretener al lector con una serie de historias de lectura fácil y bien presentadas.

Tony y Anita

Singulares aventuras de un joven trapecista en unión de la más valerosa y encantadora “ecuyere”. Unidos por lazos indisolubles de amistad y admiración mutua, luchan por el éxito despreciando el peligro y la ruindad de algunos seres.

Cuando tuve ocasión de leer completa la colección de Tony y Anita, lo hice con cierta impaciencia y al mismo tiempo cierta inquietud dado el desconocimiento que tenía sobre ella.

Inquietud: La lectura de esta serie podía significar una cierta decepción, ya que en mis retinas tenía aún presente la reciente lectura de Exploradores del Universo, uno de sus primeros trabajos, y la que para mí es su mejor obra: Pequeño Pantera Negra. Tony y Anita es posterior a la primera y muy anterior a la segunda ¿Con que estilo me encontraría en esta colección? Con relación a la antes mencionada Exploradores del Universo el cambio es sustancial. Quesada supo combinar una serie de ingredientes que van desde la ambientación a la trepidante acción y que convirtió a la serie en una de las más exitosas de la Editorial Maga. Otras mejoras eran la ambientación, planificación y montaje, al haber dotado al dibujo y a la propia historia de una serie de matices y características. A ello contribuye el asentamiento de un estilo más propio, alejándolo, un tanto, del estilo Gago que, paradójicamente, fue la clave que catapultó al autor en sus comienzos.

Miguel Quesada es muy consciente de los mecanismos que hacen funcionar este tipo de historias y lo pone en práctica de una manera fiel, ofreciendo una narración de ritmo sostenido, a veces trepidante, en el que se van concatenando con una relativa gracia las diferentes situaciones de peligro y los convenientes diálogos situacionales, manteniendo un ritmo uniforme sin caer en los siempre peliagudos tiempos muertos. Además, a la manera de las largas series de aventuras con personaje fijo, copa completamente su desarrollo, de forma que permanezca impertérrito independientemente de lo que haya ocurrido a lo largo de la serie; los protagonistas del principio y los del final son exactamente los mismos a pesar de lo que les acontece.

Tony y Anita es un tebeo escapista repleto de acción, exotismo y fantasía, con escasa preocupación por la verosimilitud pero con elegancia estilística digna de loa. Su fuerza reside en los argumentos, rebosantes de aventura e intriga, y la forma utilizada para desarrollarlos es funcional, ágil, moderna, revelándose como una serie capaz de reconciliar al más exigente lector con esta forma de expresión largo tiempo desaparecida de nuestro mercado.

Pantera Negra / Pequeño Pantera Negra

Los personajes de estas series se mueven entre lo fantástico y la más pura aventura. Cabe destacar la cuidadosa planificación, en la que otros artistas de mayor prestigio e influencia no hubieran logrado mejores resultados. Los personajes se mueven como en el mejor y más prestigioso de los escenarios.

Lo cierto es que la saga de Pantera Negra no defrauda. Quesada mantiene la alegría y el vigor de su trazo, pero, además, nos depara algunas sorpresas: Uno quiere notar cierta simpatía del autor hacia su personaje, casi como si Quesada se identificara con ese muchacho que es Jorge, el Pequeño Pantera Negra.

Indudablemente, Pantera Negra y muy especialmente Pequeño Pantera Negra, fueron para la famélica generación de posguerra un universo mágico. Sus aventuras "leídas" en nuestra infancia nos evadían de la realidad. Desde el placer de su lectura nos ponía en contacto con otro significante, nuestros miedos, nuestra aún descodificada e incompleta noción del mundo, y nos ayudó a superarlos y liberarlos. Sus tebeos nos alimentaron de las palabras e imágenes necesarias para convocar o conjurar. Después, estaba la relación -con una enorme carga efectiva- que se establecía con el artista.

Un buen historietista sabe dosificar lo reconocible con lo insólito, el misterio con la broma, la tensión con el respiro… y nos seduce. Cualidades inherentes en el que fuera uno de los autores más admirados por los lectores de aquellos años: Miguel Quesada.

El haber citado solo alguno de sus títulos puede suponer menospreciar otros, por lo que el lector no debe dejar de acercarse a su obra completa, a pesar de que los gustos particulares establezcan diferencias entre unos y otros títulos, cualquiera de ellos justifica por sí solo la grandeza de uno de los más importantes autores de la historia de la historieta española. Sus tebeos son con mucha diferencia de los que más lectores consiguieron.Pequeño Pantera Negra

Hablar de Miguel Quesada lleva emparejado hacerlo de Pedro Quesada, guionista de la mayoría de los personajes que éste dibujara.

Pedro Quesada

Pedro Quesada Cerdán(1926-88), Gran Premio del Saló del Còmic de Barcelona en 1999 a titulo póstumo, se convirtió por derecho propio en uno de los guionistas más interesantes del panorama español de posguerra, sólo igualado en lo que a calidad se refiere por muy pocos autores. P. Quesada mantuvo una regularidad que le permitió crearse un público fiel.

Con estas líneas pretendemos analizar las constantes presentes en este guionista, e intentar comprender las razones de su éxito a través de dos de sus más celebradas obras. Nuestra idea es que tópico más extendido sobre P. Quesada, esto es, el de que era un autor que imprimía a sus guiones un gran sentido del humanismo, sólo es verdad hasta cierto punto.

Nuestra tesis es que Pedro Quesada era más bien un guionista camaleón, y que, por ello, entendía a sus personajes y a sus lectores mejor que nadie. Quesada conseguía, así, adaptarse a cualquier circunstancia, con lo que sus historias discurrían de forma lógica, o al menos todo lo lógicamente que permiten las pautas del genero (y de la censura) en el que principalmente se circunscribía, el tebeo de aventuras.

Historias tópicas e historias con sensibilidad.

¿Qué aportó nuestro guionista a un personaje tan plano como podría haber sido Pacho Dinamita? Quesada consigue que las tópicas historias de sus arquetípicos personajes se hagan más llevaderas. Y es aquí donde surge el “toque Quesada”: dale demasiado predominio a las situaciones dramáticas o una acción desaforada, y la colección se te escapa de las manos, llegando al cansancio y el hastío. Así, hábilmente intercalados en la historia, encontramos bromas internas, reacciones más o menos graciosas… Enumerar ejemplos podría ser prolijo.

Por lo demás Quesada era un guionista con una técnica bastante sencilla. Todas sus historias plantean el normal esquema de introducción – nudo - desenlace, aunque hay que agradecerle que no abusase demasiado de las tramas paralelas. Sin embargo, una vez más, esto se debía a que la historia lo requería. Cuando nuestro autor tuvo que recurrir a estructuras narrativas más complejas demostró su gran valía.

En Pacho Dinamita las historias son tópicas, el protagonista es un prodigio de nobleza, bondad y caballerosidad, sigue intentando hacer justicia deshaciendo entuertos, como todo buen héroe que se precie. Lo que cambia es la actitud general.

Lo que sí se le podría reprochar cierto moralismo demasiado evidente, aunque su gran acierto fue la forma en que supo integrarla en las aventuras de Pacho Dinamita.

Pantera Negra

Una de las mejores historietas tarzanescas realizadas en nuestro país. Dibujada inicialmente por José Ortíz, nos devuelve, a la española, el mito de Tarzán, pero con un sólido argumento que se mantiene a lo largo de toda la colección y en la que la situación "real" de los personajes va evolucionando en el transcurso de la misma.

Con el nacimiento de su hijo (Jorgito), esta obra aduiere carácter de saga, repleta de vueltas y de insistencias, situando al personaje en una mítica que le distancia del burroughsiano en el que se halla inspirado. Uno de los puntos más diferenciales de su modelo original es su amistad con algunas de las tribus nativas y que ésta no es su selva, aunque son indudables numerosos puntos en común.

Por su parte, Pequeño Pantera Negra es una serie trepidante en la que brillan con luz propia una espléndida capacidad de evocación, un finísimo sentido del humor en muchas ocasiones, y un flujo ininterrumpido de imágenes sorprendentes. Mantiene en todo momento un equilibrio ejemplar.

En ambas series se nos ofrece un apasionante viaje por una selva real, lejos de la civilización y del mundo conocido, sombrías amenazas, trepidantes aventuras para quienes añoran ese género abandonado hace décadas; y, como queda dicho, una formidable recreación del mito tarzanesco para quienes disfrutan de esa vertiente historietística. Hay romance, amor, acción, intriga, misterio, humor, personajes imaginarios y reales.

Mucha de toda la fantasía e irracionalidad que pueden encontrarse en el imaginario de la época encontró en Pantera Negra y Jorgito un soporte insustituible. La gran difusión del tebeo y el enorme éxito que tuvieron éstos no hicieron más que aumentar la curiosidad y el interés del lector por aquellas regiones extrañas, en cuyos límites se terminaba la "civilización" y en donde "cosas raras" eran posibles. En una palabra, se convirtieron en otro de los tantos caminos de evasión.

Pedro Quesada fue posiblemente el guionista más regular del panorama de nuestro tebeo de posguerra. Si se eligiera a los mejores por la regularidad, él estaría entre los primeros.

Entretener por encima de todo

De otro lado, Maga fue, sin duda alguna, la más prolifera Editorial en cuanto a títulos en el mercado del tebeo español de posguerra. Entre toda aquella ingente cantidad de cuadernillos, con temas fácilmente intercambiables y con unos personajes que en la mayoría de ocasiones no eran más que el calco los unos de los otros, consiguió, no obstante, que muchas de sus publicaciones tuvieran una calidad intrínseca realmente notable para lo que se venia publicando en esos años.

Los tebeos de la Editorial Maga se encuadran dentro de ese tipo de tebeo bien narrado, tan característico de esos años, donde prima sobre todo la historia y su desarrollo por encima de las florituras artísticas. Eran unos tebeos que pretendían entretener por encima de todo.


ENLACES:

Página web con extenso artículo sobre Quesada y su obra.


 [ © 2003 Manuel López, para Tebeosfera, 030430 ] [ Tebeosfera no está necesariamente de acuerdo con las opiniones y los juicios de quienes participan en esta sección ]