TEBEOSFERA \ SECCIÓN

GAMBAS DESDE TANNHÄUSER / 1

Fernando F. Belmote, de su moento olbran  

por FERNANDO F. BELMONTE  


Acción y reacción en el Universo Marvel


   Desde que nació entre pañales de colores, el mundo de los superhéroes se ha movido entre dos géneros bien afianzados: la fantasía y la ciencia ficción. La primera lo dota de frescura e imaginación mientras que la segunda le da cierto carácter de verosimilitud científica a los desmanes de esos personajes que pululan por el medio.

   Cuarenta años atrás Stan Lee debía de tener en mente algo parecido cuando se dedicaba a justificar la acción desaforada de Kirby mediante textos de apoyo y diálogos (grandilocuentes, reiterativos e infantiles) repletos de cháchara pseudocientífica. Este juego de escribir cosas que no dicen nada, tan bonito, ha pasado años después a otros maestros como Byrne, probablemente el hombre con menos pudor del género.

   Pero no es este despliegue de fuegos artificiales semánticos el que nos atañe aquí, sino algo mucho más cercano, pequeño, trivial: la incoherencia científica. En unos tebeos en los que a veces se quiere ser tan realista como sea posible es fascinante encontrarse con violaciones de las leyes físicas que todos manejábamos en bachillerato... Para paliar esto, propongo alterar, allí donde sea necesario, la física básica que todos conocemos, salvando así la honra de nuestros queridos guionistas. Pensemos en un ejemplo:

   Cíclope, el mutante maldito con un poder destructivo e incontrolado que surge de sus ojos en forma de rayo de fuerza. Impresionante. Letal. Curiosamente atractivo para las pelirrojas con habilidades psicocinéticas. Su rayo de fuerza (sea lo que sea esto, que gracias a Dios nunca lo han intentado explicar demasiado) es una de las armas más peligrosas y francamente caóticas de todos los X-Men. Es tan particular que nos obliga a replantearnos la Ley de Acción y Reacción dentro del Mundo Marvel.

   Una posible redefinición sería: "Dos cuerpos cualesquiera bajo interacción mutua ejercen, uno sobre otro, la misma fuerza pero de sentido contrario, eso sí, no inmediatamente sino uno después de otro, y siempre con la ayuda de una pared". Precioso principio. Con su ayuda seremos capaces de comprender lo siguiente: Cíclope dispara su rayo de fuerza. Éste cruza toda la sala de peligro y alcanza una pared. En ese momento, no antes, Cíclope siente el retroceso del rayo. (Ay). O, incluso, se podría entender esto otro: Cíclope está cayendo por un pozo. Algo tenso, intenta frenarse disparando su rayo contra el suelo. Pero el pozo es tan profundo que el rayo se disipa antes de tocar el fondo. Cíclope no se detiene. Apurado, nuestro héroe dispara contra las paredes del pozo. En ese momento se activa la Ley de Acción y Reacción y Cíclope siente el retroceso, se frena y cae lentamente. Nuestro chico se ha salvado. (Aplausos).

   Se podría argüir que el rayo sólo ejerce una fuerza cuando impacta contra algo, de tal manera que sólo tras reflejarse en un cuerpo más o menos inamovible (que yo he llamado pared) y volver sobre Cíclope, éste siente el retroceso, entendido éste como la fuerza que transporta dicho rayo. Lamentablemente, aceptar esto, visto el ejemplo del pozo, nos obligaría a revisar la Ley de Reflexión, que quedaría de esta manera: "Cuando un rayo incide sobre una superficie es reflejado volviendo por el mismo camino por el que llegó". Que no suena mal del todo pero que haría inútiles todos los espejos del Universo Marvel. Entre otras cosas.

   Tras considerar mucho estas dos modificaciones he decidido que la primera es la que produce menos trastornos en la vida real, aunque siempre que se sea generoso a la hora de adjetivar como 'pared' lo que sea necesario. Sea éste pues, el primer paso en nuestra búsqueda del realismo en el cómic de superhéroes.


  Fernando F. Belmonte es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla y ha ejercido como Becario en el Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear, del Área de Física Teórica, de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de Sevilla


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