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SLUMBERLAND

Slumberland. El mundo de la historieta   /   Slumber (sólo núms. 37 y 38, Slumberland en créditos), 1995-1998, Barcelona

Revista sobre cómics   |   mensual  /  bimestral  |  Precio facial: 95 ptas. hasta el núm. 18 inclusive, 195 ptas. a partir del núm. 35, salvo por los dos últimos números, 37 y 38 que presentaban un precio de 325 ptas.   I   26 x 17 cm.  I  20 páginas el primer número; 28 páginas los núms. 5, 9, 12 y 14; 44 páginas los núms. 21 y 31; 48 páginas los núms. 37 y 38; 52 páginas los núms. 23 y 35; y 36 páginas el resto.

Edición: Camaleón Ediciones I Coordinación, redacción, diseño y montaje: Estudio Phoenix (en el núm. 36 se atribuye esta labor a Santiago García) I Colaboradores: Diego Accorsi, Albert Agut, Annabelle, Ainoa Amperio, Trajano Bermúdez, Rodrigo Blázquez, Anna Bosch, Félix Buendía, Josep Busquet, Alberto Cano, Ernesto Carmelo, Nacho Carmona, Juan Carlos Cereza, Miguel Chaves, J. V. Chuliá, Javier Cortés, Joan Costa, Alejo Cuervo, Lorenzo Díaz, Laureano Domínguez, Luis Domínguez, J. Edén, Ángel Escajedo, Fernando de Felipe, Miguel Fernández Soto, Rafa Fonteriz, Pepe Gálvez, Vicente García, Rafa Garrés, Juan Carlos Gómez, Marcos González, Roque González, José Gracia, Sergi Gras, Félix Guilarte, Antoni Guiral, Breixo Harguindey, Luis Alfonso Hurtado, J. P. Jennequin, Óscar Jiménez, Jordi Juanmartí, Kano, Salvador Larroca, Álvaro López, Pablo Lucas, Núria Martí, Antonio Martín, Xavier Marturet, Ricardo Mateus, Max, Ana María Meca, Juan Antonio Meca, Jose María Méndez, Alfons Moliné, Jacobo Molins, Albert Monteys, David Muñoz, Lázaro Muñoz, Joan Navarro, Studio O`Trabajo, Carlos Pacheco, Andrea Parissi, Ramón Peña, Álvaro Pérez, Fco. Pérez Navarro, Nuria Peris, Anabelle Petit, Enrique Pilón, Cels Piñol, Juanjo Porrá, Carlos Portela, Javier Pulido, David Ramírez, Jorge Riera, Roccocomics, Jaime Rodríguez, Josep Rom, Alberto Ruiz, Emilio Ruiz, María Ruiz, Félix Sabaté, Carlos Salvador, Álex Samaranch, Jordi Sánchez Navarro, Carmen Sandiego, Sergio Sandoval, JuanJo Sarto, Alejandro Serrano, Juan Manuel Soldevilla, Ricard Sótil, Antonio Trashorras, Henrique Torreiro, Daniel Torres, Francisco Unull, Ángel Unzueta, Jaume Vaquer, Victor Vergés, Armando Vila, A. M. Viturtia, Joan Andreanó Weyland, Yexus, Armand Zoroa

 

Redacción: Apartado de Correos 97.018 (08080) Barcelona  /  c/ El Vent, 41 bajos, 08031, Barcelona, camaleon@lix.intercom.es  I  Depósito legal: B-20277-1995 (núm. 1); B-26413-1995 (resto)  I  Fotolitos: Dados Grup 2 S. L.   I   Impresión: Aleu S. A.

[ Cubierta de Slumberland número 1, con ilustración de Kano. Abajo, cubierta de uno de los núms. 1 especiales, dibujo de A. Hughes ]


Indización núms. 01-10

Indización núms. 11-20

Indización núms. 21-30

Indización núms. 31-37


SLUMBERLAND, LA REVISTA (TEÓRICA) DE LOS SUEÑOS, por Francisco Javier Alcázar.


A mediados de los años noventa del pasado siglo surgió en España una modesta editorial que se dedicó a publicar material de autores jóvenes con el formato de miniseries de comic books, la mayoría de ellos con un estilo de dibujo cercano al manga japonés, tan de moda en aquélla época: Camaleón Ediciones. De hecho, el (entre comillas) éxito de tal editorial se basaba en la publicación de Dragon Fall, una parodia de la serie de mayor éxito en España, Dragon Ball. Camaleón, con el motor económico de Dragon Fall, se permitió la publicación de otros productos como revistas y libros teóricos sobre cómic, álbumes e historietas en otros formatos. Aquí empezaron a publicar de una forma más o menos profesional Nacho Fernández, Álvaro López, David Ramírez, Kano, Sergio Sandoval, Germán García, Nuria Peris... y tantos otros más. Pero la mala gestión económica supuso el fracaso del proyecto, que abandonó las labores editoriales en 1998 reconvirtiéndose en el Estudio Fénix, también relacionado con el mundo del cómic. Sobre la importancia o no de Camaleón Ediciones sería conveniente extenderse un poco más, pero en esta ocasión me voy a centrar en una de las publicaciones más longevas de la casa.

La revista Slumberland, título tomado de aquella tierra de los sueños que plasmara Winsor McCay en su legendaria obra Little Nemo, salió a la venta a mediados del año 1995, cuando Camaleón ya tenía cierta experiencia en revistas teóricas tras la publicación de Neko (dedicada, como no, al manga). Desde el principio, Slumberland tuvo un contenido heterogéneo (trataba por igual el género superheroico, el manga, el cómic ‘independiente’ o el llamado cómic europeo) y ligero, por observarse una escasa profundidad en los temas tratados, dándose más importancia a la diversidad y a la acumulación de datos que a los estudios rigurosos. Y también desde el principio destacó por su bajo precio: 95 pesetas, que se mantuvo durante los 18 primeros números.

Las pretensiones de la editorial parecían claras: habían creado un producto visualmente atractivo (muchas de las portadas estaban realizadas exclusivamente para la publicación), muy barato (el precio medio de un comic book de la época, en plena ‘era Image’, era de unas 225 ptas.), que intentaba abarcar TODOS los géneros y tendencias historietísticos y que daba mucha información, y además reciente (gracias a su sección de noticias y a sus listados de novedades mensuales). A cualquier aficionado le interesaría añadir a su compra mensual / quincenal / semanal semejante producto. O puede que no.

La mayoría de las virtudes de la publicación ya se han comentado: Con un formato de comic book y una media de 34 páginas en blanco y negro con portada a color, su precio era realmente competitivo. Las noticias suponían un recurso importante para el aficionado en una era preinternet, en la que pocas opciones más existían (a no ser que se acudiera a publicaciones extranjeras), y el listado mensual de novedades era una herramienta indispensable para aquellos que no vivieran en las grandes capitales y no tuvieran acceso a tal cantidad de material, o pretendieran anticipar de alguna manera sus compras. Se incorporaron también listados con las obras más vendidas en EE UU y España, algo prácticamente inédito en nuestro país donde existe tanto secretismo en torno a los ejemplares vendidos y una muestra más del predominio informativo de la revista.

Una característica muy destacable, al menos a mi entender, es que se concedió una importancia inusitada a los autores patrios, sobre todo a los jóvenes valores que debutaban en aquellos momentos. No en vano a casi todos ellos los aupó Camaleón desde el mundillo del fanzine. Repetidamente se reseñaban obras de autores españoles y, una vez avanzada la publicación, se creó una sección específica (“Nuestros autores”) en la que se ofrecían pequeñas entrevistas y muestras de su trabajo. También se publicitaba la labor de los aficionados con reseñas de los fanzines que se enviaban a la Slumberland (en la sección “Fanzinerosos”), algo que también se llevaba a cabo en otras publicaciones (existían secciones en Dolmen y en algunos tebeos de Editorial Planeta-DeAgostini) pero inexistente hoy día.

Entre sus puntos negativos quizá habría que mencionar la escasa profundidad de sus textos, que muchas veces ocupaban una página, o sólo una columna, en un afán por empaquetar la mayor cantidad de información posible en la mínima cantidad de páginas. Las reseñas también eran minúsculas, con columnas insertadas a ambos lados del listado de novedades y que debían incluir además del propio texto de la reseña una imagen de la publicación reseñada y sus datos, lo que apenas permitía esbozar una opinión más o menos sustentada del “reseñante” (cosa que, por otra parte, se sigue haciendo hoy en otras publicaciones). Por tanto no se le puede adjudicar un análisis profundo del medio, algo que tampoco creo que pretendieran. También se podría señalar cierta tendencia al autobombo, con menciones repetidas a sus publicaciones y a los autores que en ellas participaban, apareciendo incluso reseñas de tales publicaciones antes de su salida al mercado. Pero también hay que comprender que pocas posibilidades existían para dar salida a estos autores. En su descargo cabe decir que Camaleón no pensaba detentar el monopolio informativo, ya que ellos mismos se encargaron de la distribución y edición de otras revistas teóricas que medraron en aquellos años, como la segunda etapa de U (el hijo de Urich), la segunda de Sword y la todavía vigente Dolmen.

Básicamente, Slumberland respetó el mismo formato durante toda su trayectoria, consistente en una introducción editorial, la sección de noticias, el grueso de la publicación con diversos artículos y secciones más o menos fijas y, finalmente, el listado de novedades junto con las reseñas y los top de ventas. Aunque el número de colaboradores durante su existencia fue grande, destacó un núcleo habitual formado por Roccocomics (firma colectiva que agrupaba, entre otros, a J. Edén), Antoni Guiral, Ana Mª Meca, Armando Vila, Albert Monteys, Lorenzo F. Díaz, Juanjo Porrá y Jaime Rodríguez, y la directiva de Slumberland (Juan Carlos Gómez y Álex Samaranch).

Mención aparte merecen los cuatro especiales que se publicaron fuera de la numeración normal de Slumberland. De tamaño bastante mayor y características similares, eran monográficos dedicados a temas diversos. El primero fue el de contenido más variado, con entrevistas principalmente. Los otros tres fueron monográficos dedicados a autores tan diferentes como Alex Ross, Salvador Larroca o Cels piñol. Cada número era bastante completo, con entrevistas a los autores, muestras de su obra y comentarios sobre la misma.

En el número 36 la redacción advirtió de un cambio en el organigrama editorial de Camaleón. Antoni Guiral y Ana Mª Meca, que ya habían colaborado profusamente en sus páginas, dejarían su trabajo en Planeta-DeAgostini para pasar a formar parte de Camaleón Ediciones. Esto conllevaba una remodelación de la estructura de la empresa, que debía marcarse otros objetivos, plantear nuevas publicaciones y cambiar la cabecera de su propia revista teórica. A partir del número 37, en efecto, la revista cambió radicalmente, adoptando la forma de una revista más convencional, al uso de otras que ya se conocían en el mercado español (como la fenecida Krazy Comics). Mismo tamaño, mayor número de páginas y un precio facial mayor: 325 pesetas. La maquetación y el diseño también cambiaron, haciéndose más “moderna”, y sustituyendo el título de la publicación (aunque de facto no se cambió) por Slumber; como digo, todo más moderno. Básicamente los colaboradores eran los mismos y se incluyeron algunas secciones nuevas, pero permanecía la idea de muchos datos y poca profundidad. Añadía además, de forma promocional, un encarte a todo color de 8 páginas de alguna novedad del mes (avances de El sueño del monstruo y Muerte. Lo mejor de tu vida, ambas de Norma Editorial, fueron los seleccionados).

            ¿Sobreviviría esta “nueva” revista a la sobreabundancia de publicaciones teóricas de la época (con Dolmen, U, el hijo de Urich, El Pequeño Nemo, Volumen Uno, El Wendigo, Tebeolandia, Sword y Dentro de la Viñeta compitiendo por las migajas del escaso público lector? No dio tiempo a comprobarlo, ya que no murió la hija, sino su protectora madre. Camaleón Ediciones cerraba en 1998 tras un fracaso económico al parecer notorio, privándonos de lo que parecía iba a ser una publicación teórica amena, heterogénea, informativa, puntual y periódica. Vamos, lo que venía siendo hasta esa fecha.

Comentario, por Fco. Javier Alcázar

Indización núms. especiales

Indización núms. 01-10

Indización núms. 11-20

Indización núms. 21-30

Indización núms. 31-37

[ © 2005 Fco. Javier Alcázar. Publicada en Tebeosfera 051230 ]