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4 BOTAS

4 botas

Guión y dibujo: Keko (José Antonio Godoy)

 

Edicions de Ponent , 2002.

Cartoné   |   72 páginas   |   bitono (b/n y rojo)   |  16 euros

 

Galardones: Premio a la "mejor obra del año 2002" en el 21º Saló Internacional del Còmic de Barcelona, 2003.

[ Cubierta del libro. Imagen de Keko ]


4 BOTAS, comentario por Jorge García


Desde principios de los años ochenta se viene produciendo una revisión irónica de la violencia en el marco de los medios de masas. Este proceso (vinculado a la posmodernidad y el auge del relativismo) se caracteriza por la cínica exaltación del discurso de los verdugos y el desprecio más absoluto hacia el sufrimiento humano. Frente a esta corriente –cuyos exponentes más célebres son Quentin Tarantino y todo ese “cine de la irrisión” que ha analizado Olivier Monguin-, cada vez se alzan más voces denunciando a quienes sientan, entre risas, a las víctimas en el potro de tortura. Una de las más elocuentes es, desde hace años, la de José Antonio Godoy, “Keko”.

Como toda una generación de historietistas, Keko desarrolló sus primeros trabajos en Madriz (1984-1987), aquella revista dirigida por Felipe Hernández Cava que tanta importancia tuvo para un salto cualitativo en la historieta española. Ya por entonces este autor evidenciaba sus señas de identidad: la habilidad en el uso del montaje, una poderosa intuición para situar el punto de vista allí donde resultase más acertado, y ese sentido tan especial de la iluminación que ha dotado a toda su obra de una atmósfera de pesadilla. Autor ajeno a la industria, se refugió en actividades como la ilustración o el dibujo publicitario, sin abandonar del todo los tebeos, a los que regresa esporádicamente como francotirador. Tal es el caso de este soberbio 4 Botas, justo ganador del premio a la Mejor Obra en el último Saló del Cómic de Barcelona.

Ajuste de cuentas con la iconografía estadounidense de los años cincuenta, este libro es un magnífico ejemplo de reflexión sobre las fuentes en que beben muchos de esos posmodernos antes citados. El hábil empleo del plano subjetivo (acentuado por un inquietante bitono rojo) contribuye a crear el desasosiego propio de aquel mal sueño que fue la época de McCarthy. Valiéndose de un recurso “cervantino” –una persona percibe el mundo alterado por los clichés de una determinada tradición narrativa-, Keko elabora una metáfora perfecta sobre la necesidad de revisar unas imágenes inocuas en apariencia pero que ocultan significados nada inocentes. Por esta denuncia de la mirada, los lectores hemos contraído con él una de esas deudas que quizá podamos corresponder, pero nunca pagar.


[ © 2004 Jorge García, para Tebeosfera 041015. Este texto fue publicado primeramente en la revista teórica portuguesa Quadrado, núm. 6, se reproduce con permiso del autor ]