Top Cow se ha convertido en uno
de los estudios que más gratas sorpresas nos proporciona a los aficionados
al cómic generalista norteamericano, con propuestas como Midnight
Nation y Rising Stars –guionizadas por J. Michael Straczynski y
englobadas en el sello Joe´s Comics–, Felon –texto Greg Rucka,
dibujo Mathew Clark y tinta Ray Zinder, publicada dentro de Minotaur Press–
o Kin, primera serie escrita por Gary Frank en la que el británico
entremezcla conceptos antropológicos, tramas confabuladoras y cuerpos de
ensueño.
Todos estos proyectos vienen
hermanados por el hecho de ser series limitadas, de mayor o menor
extensión, y por la enorme libertad de la que han gozado sus creadores
para desarrollar el tipo de historia que deseaban. Marc Silvestri ha
demostrado tener más reflejos que Todd McFarlane, quien debido a su poco
imaginativa actitud de repetir conceptos, y a su desafortunada conducta
con algunos colaboradores –su pugna legal con Neil Gaiman es la punta del
iceberg– ve como progresivamente su estudio va perdiendo peso en la
industria.
Kin nace como un rompecabezas, formado por piezas en forma de
series limitadas que al final compondrán un relato único. Estas seis
primeras entregas acomodan el único mapa creativo que Frank ha trazado,
hasta ahora, de la historia; apareciendo agrupadas en el recopilatorio
Descent of Man (agosto de 2001), que cuenta con una portada inédita
realizada por el creador de la serie, y seis nuevas páginas con dibujos y
textos. La edición de Planeta-DeAgostini no contiene ninguno de estos
materiales, encontrándonos con una reproducción que refleja la serializada
por Top Cow.
Todo indica que pasará tiempo antes de disfrutar de una nueva
entrega de esta epopeya. A diferencia de otros colegas devenidos en
creadores totales, Frank prefiere tener el conjunto del trabajo finalizado
antes de comenzar su publicación. Y dado que a la altura de la tercera
entrega de este arco argumental ya necesitó ayuda en el entintado para
avanzar en su desarrollo, probablemente el nuevo ciclo narrativo tarde un
tiempo en ver la luz, pues ha manifestado su intención de firmar la
totalidad del dibujo. Esta dilación ha desatado críticas de parte de los
lectores, pesimistas al ver como Descent of Man concluía con sus
subtramas abiertas. Sorprende comprobar que la paciencia y confianza que
depositamos en otras manifestaciones artísticas, se la negamos a la
Historieta; arte donde muchos aficionados parecen más bien acumuladores de
papel, prefiriendo la garantía editorial del continuará mensual, a la
promesa creativa de ofrecer lo mejor de uno mismo en el momento adecuado.
Realidad aplicable a nuestras vidas cotidianas, donde muchas veces optamos
por la seguridad de lo rutinario, y desechamos promesas sinceras que vemos
como quimeras.
El planteamiento inicial de la serie parte de la ucronía de
plantear la pervivencia de especimenes de la raza Neandertal en la
actualidad. Estos se encuentran lejos de la imagen que tenemos del
cavernícola y han desarrollado una civilización muy avanzada, basada en
una relación de equilibrio con la Naturaleza y la Materia que la forma. La
posibilidad de apoderarse de esta tecnología ajena y el deseo de aniquilar
a todo aquél que es diferente, tan característico de los descendientes de
los hombres de Cro Magnon, hacen presa en los dirigentes de una de esas
organizaciones supersecretas del gobierno estadounidense, tan eficaces en
las fabulaciones y tan incompetentes en la realidad. Las vidas de Bob,
quizás el último neandertal libre, Elizabeth Leakey, probablemente la
única deportista olímpica británica reconvertida en guarda forestal en
Alaska, y de Trey Mcaloon, seguramente el último hombre honrado en una
agencia corrupta, se entrelazan como resultado de una sucesión de
caprichos del destino y decisiones personales.
Mayordomos émulos de James Bond, agentes secretos ceñidas en cuero,
padres que cruzan océanos para garantizar la seguridad de sus hijas,
mujeres hermosamente traidoras y sublimemente perversas, hombres
confraternizando entre cervezas y puñetazos... toda una serie de modelos
que hacen que, pese a no incluir en su trama ningún elemento innovador, la
evolución de la aventura avance hacia puntos sorprendentes, donde se llega
a entremezclar la realidad de la ficción con la ficción real: en este
mundo donde hombres de neandertal conviven con agentes forestales de
gatillo fácil, siempre hay tiempo para entretenerse con Friends, y
ver como Ross Géller convierte una fotocopiadora en tálamo, aprovechando
que su novia Rachel Green le ha dado un respiro.
Gary Frank opta por desarrollar una historia abierta, en la que la
narración es lineal, introduce a los personajes sin presentación previa o
explicación posterior, todo lo que sabemos sobre ellos nos viene dado por
sus acciones, sus conversaciones o por los actos de aquellos cercanos a
ellos. Al prescindir de textos de apoyo o imágenes explicativas, el
misterio que sustenta esta trama de aventuras aumenta. El hecho de que los
personajes sean unos desconocidos para el lector agranda nuestra
identificación con las creaciones, pues éstas deben fiar sus vidas a
extraños, o verán como aquellos en los que confían revelan caras
inesperadas. Frank muestra desenvoltura manejando situaciones
arquetípicas, y sabe dotar de interés a planteamientos comunes en el
género.
Su trabajo gráfico se mantiene
en el elevado nivel al que nos tiene acostumbrados.
Habrá que esperar a la llegada
de las próximas entregas de la serie, para poder apreciar en su justa
medida la capacidad creativa de Gary Frank. Por el momento ha sabido crear
una trama que ha atraído nuestro interés, confiemos en que sus
continuaciones no nos decepcionen. |