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LA CIUDAD DE CRISTAL


La ciudad de cristal (City of Glass, Harper Perennial, 1994 / Picador, 2005)

Adaptación: Paul Karasik (de la novela de Paul Auster homónima).

Adaptación, guión y dibujo: David Mazzuchelli.

Edición española: La Cúpula: Brut, 1 a 3, 1997. Tebeos de 50 págs., b/n, 2,25 euros c/u.  -- ISBN: 84-7833-270-7

[ Cubiertas de los núms. 1 de las ediciones española y original -la reciente edición de Picador-. En el texto, las otras dos cubiertas de la edición de Brut y una muestra del interior © 2005 D. Mazzuchelli ]


LA CIUDAD DE CRISTAL: DON QUIJOTE EN NUEVA YORK, artículo por J.M. Hinojosa

                       En el fondo, creo que mi obra procede de una situación de intensa desesperación personal, de una manera profundamente pesimista y nihilista de ver el mundo, del hecho de que seamos mortales y efímeros, de la insuficiencia del lenguaje, de lo aislados que vivimos en los demás. Y sin embrago, al mismo tiempo, he querido expresar la belleza y extraordinaria felicidad de sentirse vivo, de respirar, la alegría de estar vivo dentro de tu propia piel.

                                               Paul Auster

             La ciudad de cristal, una serie limitada de tres números, de David Mazzucchelli y Paul Karasik, es la adaptación al cómic de una novela de uno de los narradores norteamericanos más importantes, Paul Auster. La novela parte de un suceso que ocurrió realmente en la vida del novelista, como él mismo explica: La primera escena del libro coincide con algo que me ocurrió en la época en la que vivía solo. Una noche sonó el teléfono y la persona que me llamaba me preguntó por la agencia de detectives Pinkerton. Por supuesto, le dije que se había equivocado de número, pero la noche siguiente llamó la misma persona e hizo la misma pregunta. Esa segunda vez, cuando colgué el teléfono, me pregunté qué habría ocurrido si hubiera dicho “sí”. Ese fue el origen del libro, luego yo continué a partir de ahí.i Para Paul Auster La ciudad de cristal es también un homenaje a su segunda esposa Siri, como una carta de amor en forma de novela, la historia de un Paul Auster que no hubiera conocido a esa mujer. Es posible, afirma, que su vida se hubiera asemejado a la de Daniel Quinn.

En los párrafos siguientes nuestro análisis se reducirá, sobre todo, a la influencia que ejerce una de las novelas más importantes de la narrativa universal, Don Quijote de la Mancha, uno de los libros favoritos de Paul Auster, sobre La ciudad de cristal, la novela y su adaptación al cómic.

 

 I Parte: La Torre de Babel

Cada día es nuevo y vuelvo a nacer.

                                                                                   Peter Stillman

 

 En La torre de Babel se cuenta cómo Daniel Quinn adopta la identidad del detective Paul Auster, el encuentro con las personas, Peter Stillman y su esposa, que lo han contratado y la creciente obsesión de un Daniel Quinn que cada vez más intenta parecerse al personaje por el que ha sido tomado, el detective Paul Auster.

Lo que queda claro en una primera lectura son las raíces cervantinas que presenta esta obra, que pueden observarse incluso en el protagonista de la historia. Es obvio que las iniciales de Daniel Quinn son las mismas que las del inmortal personaje creado por Cervantes, y no es esta la única semejanza, ya que ambos adoptan una identidad diferente y se convierten en personajes que acabarán devorados por la ficción a la que están expuestos. Así, Alonso Quijano será llevado a la locura por la lectura obsesiva de los libros de caballerías, y se transformará en Don Quijote de la Mancha. En el caso de Daniel Quinn, es la obsesión por ser otra persona, Paul Auster, la que lo lleva también a una especie de locura que lo llevará incluso a olvidarse de sí mismo, de su propia realidad. Son personajes que además acaban por cumplir una misma función: la de proteger a seres inocentes, ya sea en la Mancha del siglo XV, o en la caótica Nueva York del siglo XX. Seres de ficción devorados por otra ficción dentro de la ficción. Dice Eduardo Urbina con respecto al héroe de Auster: “Tal es el caso que no tarda en verse a sí mismo en términos caballerescos como instrumento de protección y salvación de otros, es decir, como un héroe caballeresco embarcado en la misión de rescatar a su señora y de salvar al joven Peter Stillman”.ii

En el encuentro entre Daniel Quinn y Peter Stillman, David Mazzuchelli lleva de forma magistral la fragmentación lingüística de la novela a la experimentación visual –obviamente, el lenguaje de la novela y el del cómic han de ser diferentes-, al hacer que las palabras de Peter Stillman no provengan de él sino de diferentes objetos, incluso desde el vacío. ¿Cómo no sentir entonces que las historias existen más allá de las personas que las cuentan, o más allá de las personas que las protagonizan? Es sobrecogedora la última imagen de la conversación en que Peter Stillman aparece simple y llanamente como una marioneta rota, incapaz entonces de aprehender los mínimos resortes del lenguaje. Otro de los grandes aciertos de David Mazzucchelli es convertir en una viñeta al Daniel Quinn escritor en el Paul Auster detective, hecho que en la novela se consigue, obviamente, a través del lenguaje, cercano en esas páginas  al de las novelas de serie negra. También en las últimas páginas de este primer número Daniel Quinn es convertido, por medio de la imagen, en el detective Paul Auster, y la ilusión se hace realidad: “Quinn sintió que había salido de sí mismo. Liberado de su propia conciencia”.

Como hemos dicho, Alonso Quijano y Daniel Quinn, son seres que se reinventan a sí mismos a través del lenguaje. En palabras de Paul Auster: “La historia de Quinn en La ciudad de  cristal alude a Don Quijote, y los interrogantes planteados en los libros son muy similares: ¿cuál es el límite entre lo real y lo imaginario? ¿Quién está loco por hacer lo que hace o lo que no? Durante un tiempo, pensé en la posibilidad de usar un epígrafe de Wittgennstein al comienzo de La ciudad de cristal: «Y también es importante hablar de “vivir en las páginas de un libro”»”.iii

También podemos ver semejanzas con la obra cervantina en las últimas páginas de esta novela cuando Daniel Quinn comienza a leer el libro escrito por el padre de Peter Stillman, El jardín y la torre, visiones de un nuevo mundo; referencia que ha de llevarnos a la serie de libros que aparecen intercalados en la primera parte del Quijote. Libros dentro de un libro. El texto dentro de un texto. La reinterpretación por parte del padre de El paraíso perdido de Milton; la reinterpretación por parte de Cervantes de los libros de caballería.  Pero una pasión común: la pasión por las palabras, la pasión por el lenguaje, que se traslada en el caso de Mazzucchelli, a la pasión por el lenguaje visual. 

 

II Parte. Paul Auster encuentra a Paul Auster

                                   Y si no hay palabras para un objeto vulgar, ¿cómo podemos hablar de lo realmente importante?

                                                                       Stillman padre            

                                              

Paul Auster encuentra a Paul Auster narra el amargo diálogo de Daniel Quinn con una lectora que está leyendo uno de los libros de detectives que ha escrito bajo pseudónimo, el encuentro -¿real? ¿imaginado?- con dos personas que se parecen  como dos gotas de agua y que responden a la foto del padre de Stillman que Virginia le ha entregado, el azar, uno de los temas cumbres en la narrativa austeriana, que lo lleva a seguir a uno en vez de a otro, las diferentes conversaciones, con el padre de Stillman, y la conversación sobre el Quijote que mantiene con el Paul Auster escritor.  Ocasionalmente, uno puede hallar la casi obligatoria referencia crítica a Cervantes a raíz de su mención específica en La ciudad de cristal, en donde aparece la siguiente observación con respecto a la autoría del libro dentro del libro que Cervantes escribió, el que imaginó que estaba escribiendo--y en particular sobre el papel e identidad autorial de Cide Hamete. Según Auster, el Quijote es un libro descubierto por azar y cuya escritura, dada sus pretensiones de verdad e historicidad encierra un misterio. Considera el Quijote como un ataque a los peligros de la simulación. La teoría que se plantea Auster sobre Cide Hamete, dentro de su ficción antidetectivesca, consiste en adjudicarle una personalidad cuádrupla compuesta de Sancho, el cura y el barbero, Sansón Carrasco y el propio Cervantes.iv Hay que añadir la presencia de otro posible autor, según Auster, como aparece en la última página de este segundo número: el mismo Don Quijote, que fue quien orquestó la colaboración y la traducción del árabe al castellano para mostrarnos, dice Auster, la credulidad del hombre, que toleraría, hasta cualquier punto, las blasfemias, las mentiras y el sinsentido si les proporcionan diversión. Y en realidad, esa era la función principal ideada por Cervantes en su novela: libro de burlas que provocan la risa, o la distracción, si queremos.

Además, en la visita de Daniel Quinn a la casa del “auténtico” Paul Auster, debajo del nombre de este, en el portero automático aparece el de Menard, un claro homenaje de David Mazzucchelli a uno de los cuentos más conocidos de Borges, Pierre Menard, autor del Quijote, en el que un autor del siglo XX pretende rescribir de forma exacta la novela de Cervantes,  con lo que escritor argentino no da a entender que cada uno de sus lectores puede reinterpretar, puede ser también el escritor de este inmortal libro, opinión cercana a la de Paul Auster, que en algunas entrevistas sostiene que es el lector, y no el autor, el que escribe el libro. Y así, uno de sus lectores, David Mazzucchelli reinterpreta, de forma fiel, pero también muy personal, la novela llevándola a un medio diferente en el que la belleza del lenguaje visual es en muchos momentos estremecedora.

En las diversas conversaciones que mantienen Daniel Quinn y el padre de Stillman, a la obsesión del padre de Stillman por el lenguaje se une inevitablemente la obsesión de Daniel Quinn/ Paul Auster/ Henry Dark por los mensajes que aquel parece ir dejando por las calles de Nueva York, señales en las que este parece interpretar el significado de la Torre de Babel. Son seres, como Alonso Quijano, enfermos de lenguaje, de un lenguaje que no puede aplicarse de forma adecuada a la realidad en la que viven, ya sea el discurso caballeresco de Don Quijote a la realidad de los caminos de la Mancha, o el lenguaje nuevo que el padre de Stillman cree haber encontrado, el acontecimiento más importante, según él, de la historia de la humanidad, un lenguaje absurdo a los habitantes, si alguna vez lo escucharan, de la Gran Manzana; o la libreta en la que Daniel Quinn cree interpretar las señales lingüísticas del padre de Stillman. Como podemos observar, personajes absolutamente obsesionados por el lenguaje que los habita. “Siguiendo la búsqueda de Stillman y la invención de su nuevo lenguaje, Quinn se pierde en la obsesión de sus propias acciones y locura hasta el punto de que la búsqueda de la verdad se convierte en la negación de la realidad; simplemente las palabras en la ficción que vive no concuerdan con la realidad que experimenta”. v

      La escritura de ''el cuaderno rojo,'' la libreta roja en el cómic, que no era más que un simple instrumento de ayuda y memoria para comprender al padre de Stillman, se convierte en un documento testimonial en el que va narrando su historia, perdiéndose en ella y reconociendo la inexorabilidad de su destino. Ahora piensa tiene que hacer lo que tiene que hacer, es el azar. Tanta es la distancia que le separa de su punto de salida y escape, de la ficción inicial, incitado por el azar de una llamada telefónica equivocada, que hasta el propio narrador, de nuevo de manera cervantina, pone en duda la verdad de la historia de Quinn. Este se ha vuelto loco, ha abandonado toda pretensión de juego o representación y cree ahora en la realidad de la ficción que le rodea y domina. A partir de aquí, aparecen sucesivamente en la novela los elementos temáticos típicos del héroe austeriano: la soledad, el hambre, la obsesión, la locura y el abandono personal. No hemos de olvidar en ningún momento que si cada obra es hija de su tiempo, la novela de Paul Auster pertenece a finales del siglo XX, una época en la que se ha dado la muerte de Dios, el existencialismo de unos personajes que se saben solos, y también un mundo que parece haber perdido el orden.     

 

III Parte. La búsqueda de Quinn

 

                                   La libreta, por supuesto, sólo contiene la mitad de la historia como comprenderá cualquier lector sensible.

                                              

En el tercer número de la miniserie, el título hace referencia a la búsqueda del padre de Stillman, del mismo Peter Stillman y de su esposa Virginia por parte de Daniel Quinn/ Paul Auster, y también a la búsqueda de este por el Paul Auster escritor y el narrador, una especie de Cide Hamete del que no llegamos a saber absolutamente nada, un enigma dentro del enigma que son muchas de las partes del cómic, cuyo epígrafe Un thriller gráfico, se adecua perfectamente a muchos de los elementos de la novela. Es aquí cuando aparece uno de los temas más conocidos de la novela cervantina, repetido en la adaptación de la novela al cómic: ¿cuáles son los límites entre la ficción y la realidad?        

A estos límites entre la ficción y la realidad hay que atribuirles la página 38 de este número en la que Mazzucchelli dibuja a Daniel Quinn desnudo (sólo frente al lenguaje, sin nada más que las palabras, aquello que en cierto modo nos define y que hace que muchos escritores olviden por completo otros aspectos de su vida) y escribiendo en su cuaderno rojo, comienza a hacerse una serie de preguntas que no pueden sino llevarle al desconcierto: ¿Por qué creyó a Auster cuando le dijo que Stillman había muerto?, ¿Por qué Don Quijote no había escrito libros como los que le gustaban en vez de vivir sus aventuras? ¿Era la chica de su apartamento la misma que la de Grand Central? ¿Había terminado el caso o seguía trabajando en él? ¿Ha sido su historia ficción o ha sido real? En la novela, en el cómic, tiene una importancia vital la cuestión de quién es quién y si somos o no quienes creemos ser. La experiencia que Quinn vive en este libro es un proceso de despojamiento, hasta llegar a una desnudez en donde tenemos que enfrentarnos con lo que somos. Quinn desaparece y termina perdiéndose en el mundo crecientemente obsesivo de locuras circulares y repetidas que le rodean en las calles de la ciudad de cristal, en la que ve reflejada y multiplicada su propia obsesión y locura.vi

Así, cuando el falso detective Paul Auster descubre por fin por boca del ''verdadero'' Paul Auster que Peter Stillman se ha suicidado y que su pérdida no se debe ya a su fracaso sino a la sinrazón de su misión, se ve obligado a reconocer el final de sí mismo y de su ficticia existencia textual. Es éste, sin embargo, el principio de un nuevo misterio, el de la desaparición de David Quinn, el final de su historia, que Mazzuchelli dibuja en las últimas páginas de este número con la aparición de pequeños fragmentos del cuerpo de Daniel Quinn (su cabeza, sus pies) que van desapareciendo hasta que sólo quedan los folios, las hojas, la presencia del cuaderno rojo, la historia, claro, más allá de los personajes. “¿Qué sucederá cuando ya no queden más páginas en la libreta?”, se pregunta Daniel Quinn. Su historia, su aventura personal, tal y como ha quedado recogida en las páginas de su cuaderno rojo hallado en el apartamento vacío de los Stillman por un amigo del Paul Auster autor; el cual resulta ser el narrador, representado en las páginas del cómic por medio de una nueva máquina de escribir, y de un grafismo diferente al anterior, será recuperada y reinterpretada por el narrador desconocido. Son hechos que nos llevan directamente a los cartapacios que Cervantes encuentra en un mercado de Toledo, en los que aparece el autor “real” de Don Quijote de la Mancha, Cide Hamete Belengeli, y en ambas obras, tanto Cervantes como el misterioso narrador de la historia de Daniel Quinn perciben de que no pueden tener la certeza absoluta de que toda la historia que tienen sea real. En ambos casos, el texto dentro del texto, la ficción dentro de la ficción. La historia que además se perpetúa a sí misma más allá de los personajes, más allá de aquellos que la han escrito. Porque las historias, no debemos olvidarlo, existen independientemente de las personas que las han narrado. Y es en ese espacio que no pertenece al narrador, es en ese vacío donde David Mazzucchelli y Paul Karasik nos dan una maravillosa reinterpretación de una obra ajena que convierten en propia: una ciudad de cristal, amarga, desconcertante, en la que todo lector puede encontrar la perfecta expresión de su propio desconcierto.

notas:

i Experimentos con la verdad. Paul Auster

ii “Cervantes y el Quijote en la narrativa de Paul Auster”. Eduardo Urbina.

iii Ibídem i.

iv Ibídem ii.            

v  Ibídem ii.

vi Ibídem ii.

BIBLIOGRAFÍA

La ciudad de cristal de Paul Auster, por David Mazzucchelli y Paul Karasik. Serie de tres números. Brut comix.

La ciudad de cristal. Paul Auster. Barcelona, 1997. Editorial Anagrama.

Experimentos con la verdad. Paul Auster. Barcelona, 2001. Editorial Anagrama.

Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra. Edición del Instituto Cervantes. Barcelona, 1998. Crítica. 

Cervantes y el Quijote en la narrativa de Paul Auster”. Eduardo Urbina. Actas del Segundo Congreso Brasileño de Hispanistas Octubre de 2002.

Obras completas. Jorge Luis Borges. Círculo de lectores, 1992.

ENLACES

Ficha del autor, por J.A. Serrano: >>>
Reseñas dignas de lectura:  >>>  >>>  >>>
Entrevista con Mazzuchelli:  >>> 
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 [ © 2005 J.M. Hinojosa Torres, para Tebeosfera 051230 ]