TEBEOSFERA \

TEBEOTECA \ OBRAS TEBEO

SUPERMAN   /   TARZAN

Superman  |  Tarzan: Sons of the Jungle

Guión: Chuck Dixon.
Dibujo: Carlos Meglia.
Editorial: Dark Horse Comics, 2002    

Edición en rústica. 24 x 16,5 cm.   |   80 pp.   |   color   |   9,95 $

Portada original

[ Portada de la edición original © Jason Pearson ]


Comentario, por Nino Ortea 


Sabido es que no es bueno que el hombre esté solo. Aforismo que se puede trasladar a todos los héroes, paladines y pusilánimes que navegan por las aguas creativas de ese océano de libertad que es el soñar historias. De las tragedias clásicas de Esquilo a las aventuras fantásticas de Julio Verne, son innumerables los ejemplos de encuentros entre personajes que se sumergen en una misma realidad ficticia. El mar de la historieta nunca ha sido ajeno a esta corriente creativa, que si bien no ha bañado frecuentemente los puertos patrios, sí que es toda una institución con nombre propio, crossover, en el cómic generalista norteamericano.
Lo que comenzó como un encuentro casual, y lógico, entre personajes que convivían en el mismo piélago tebeístico, no tardó en convertirse en una recalada habitual, practicada repetidamente en dársenas específicas como las cabeceras clásicas de DC Comics (All Star Comics, World Finest Comics,...) o la más reciente Spider-Man Team Up, de Marvel Comics. Siendo practica común el que personajes reales tan variados como Muhammed Alí o Boris Karloff se enrolasen en estas travesías irreales. De la navegación a vela, impulsada por los vientos de la inspiración, se pasó a la singladura a vapor, avivada por el carbón de la ambición industrial. La saturación de topetazos casuales entre barcos de una misma flota creativa, llevó al desarrollo de un nuevo carguero impulsado por el fuel de la desmesura: el cruce entre embarcaciones de diferentes editores. Un más de lo mismo que se vio muchas veces lastrado creativamente por las rencillas entre armadores.
Lo infrecuente, se convirtió en machacón en los años noventa. Y la saturación de situaciones improbables, como los repetitivos encuentros de Tarzan o Superman con "aliens" y "terminators", se tradujo en desinterés y desgana del aficionado respecto a las historias que recogían estos lances, cuya publicación suele ser percibida por el lector como chapapote que viene a emponzoñar las ya de por sí desoladas costas de las librerías especializadas. Al igual que la catástrofe del Prestige no nos llevará a abandonar el consumo de fuel, el que algún cruce editorial nos produjera urticaria, no tiene que llevarnos a renegar de ellos, pues tal medida acarrearía perdernos pequeñas joyas como este Superman / Tarzan: Sons of the Jungle.
Lo que convierte en atractiva a esta historia (publicada originariamente como una miniserie de tres entregas y recopilada en un prestigio, que reproduce el original de Jason Pearson para la cubierta, y las portadas de Humberto Ramos para la miniserie) no es lo novedoso de su planteamiento. Cercanos a cumplir los 90 y 10 años, ambos personajes acumulan todo un guardarropa editorial que puede suplir cualquier colección, independientemente de la tendencia imperante. Lo que hace de la lectura de Sons of the Jungle un auténtico placer es la gracia, habilidad y sencillez con la que nos es contada la historia. Al estar enmarcada la miniserie dentro del sello Elseworlds, que agrupa trasuntos alternativos protagonizados por personajes de la editorial DC Comics, tanto guionista como dibujante no se ven limitados por la férrea dictadura de la narración continuada. No es que Tarzan y Superman intercambien sus papeles, sino que más bien nos aparece un nuevo personaje: un Superman / Tarzan que es a la vez El último hijo de Kripton y El señor de los monos.
El matrimonio Greystoke ve como una señal divina, la caída la nave espacial que contiene a un infante Kal-El, les libra de una muerte segura a manos de una supersticiosa tripulación amotinada. Este capricho del destino hace que la jungla africana cambie de candidato al trono de Rey de la Jungla, e Inglaterra cuente con otro inútil, al que las rapacerías de sus ancestros confieren la categoría de noble. En la confección de la historia se irán hilvanando retales de la realidad autorizada de los personajes (desde unas crujientes Lois y Jane, a las míticas ciudades de Metrópolis y Opar) con reinterpretaciones de otros elementos, como la no tan fraternal relación de Tarzan con los simios. El desenlace del relato es consecuente tanto con lo narrado en las 80 páginas que componen la historia, como con las toneladas de papel que conforman la historia de los personajes.
El trabajo de Chuck Dixon puede sorprender a más de un lector, cuyas referencias sean sus interesantes guiones para El Castigador y Conan, o su fallida experiencia en la serie Marvel Knights. Superman / Tarzan... aúna su conocida valía para narrar aventuras en su estado más puro, con su pericia para acercarse al lado más humano de los personajes, aunque esto conlleve aparcar su componente heroico, u obligarlos a compartir protagonismo con su galería de secundarios. Desgraciadamente, las inmensas lagunas, tal vez sería más correcto hablar de océanos, que presenta la edición de tebeos de la DC en español, hacen que su fructífera carrera en esta editorial nos sea casi desconocida. Por otro lado, Carlos Meglia ratifica esa excelencia gráfica que ya nos había maravillado en el puñado de trabajos por él firmados que han visto la luz entre nosotros. Excelencia que le llevó a desarrollar del número 603 al 605 de la serie Superman; un tebeo con formato prestige, coloreado por su esposa; y una miniserie centrada en la figura de Lois Lane.
Dixon y Meglia firman un convincente relato sobre la urgencia de desarrollar la autoestima y la individualidad, como requisito para que toda persona alcance su propia identidad. No estamos ante una nueva narración de las gestas de los suprahumanos que dan título a la obra (es más, son sus compañeras las que se muestran más resolutivas en el aspecto belicoso), sino que asistimos a un discurso sobre la necesidad de encontrar nuestro lugar en el mundo, aunque esto conlleve alejarnos de la seguridad de nuestra manada, o renunciar a los privilegios de nuestro abolengo. Es esta reflexión sobre la necesidad de desarrollar los rasgos que nos convierten en individuos, antes que en contribuyentes, lo que engrandece la obra. Tanto Superman como Tarzan darán, en el futuro, incontables muestras de su capacidad de solidaridad y sacrificio por el bien común, pero antes necesitan definir su individualidad. En una época en la que la autoestima, la seguridad de ideas y la confianza en nuestras capacidades, son vistas como jactancias por aquellos a los que el servilismo ajeno da fuerza y poder, y como aturdimientos por los que prefieren el vacío del nosotros a la plenitud del yo, reconfortan meditaciones como ésta, sobre la soledad e incomprensión de aquellos que pudiendo ser dioses prefieren ser hombres.
Esa búsqueda de una identidad propia se plasma en lo narrativo. Dixon articula la historia con una gratificante economía de medios. Elude toda referencia al proceso formativo de los héroes, librándonos de escenas protagonizadas por un "Supertarzanboy" que habrían hecho las delicias de cualquier émulo de Disney. Dixon distribuye hábilmente la acción, tanto a lo largo de cada entrega como dentro del conjunto de la miniserie, articulada por una sucesión de clímax muy en la línea del espíritu del ¿continuará? que impregna la serie. Usa el lenguaje no sólo para marcar y definir situaciones, sino que para hacernos partícipes de la angustia vital que inunda a los personajes. En su discurso sabe darle al dibujo la importancia debida, confiando en su compañero la narración de escenas mudas, y librándonos de la redundancia de los pies de apoyo.
Meglia desarrolla un dibujo que maravilla por su expresionismo. Alejado de la senda del realismo / naturalismo, trazada por Alex Raymond y que tan bien recorrieron creadores como Burne Hogarth o Igor Kordey, su trazo se despoja de todo lastre realista. Su dibujo es tan desmesurado como los héroes que protagonizan la historia, su trazo es tan extremo como los sentimientos que plasma, sus contornos son tan gráciles como esas mujeres que pinta. Su uso de viñetas-secuencia con fragmentos realzados como primeros planos, supone un ahorro narrativo que le permite darle un desarrollo acompasado al discurso.
En una época en la que tras el espejismo de la libertad de la sociedad de la información, subyace la dictadura del pensamiento único; en la que lo diferente es extraño, y lo extraño es peligroso; en la que los soñadores son unos vagos, y este mundo no esta hecho para vagos; es algo gratificante encontrarnos con esta defensa de la búsqueda de los que nos hace diferentes dentro de una relación entre iguale,. Te invito a disfrutarla.


[ © 2003 Nino Ortea, para Tebeosfera 030131. ]