¿Qué pasaría si un niño gobernase una nación?
Esa es la premisa que nos ofrece El Rey Catástrofe. Adalberto es
el rey de Porto Cristo, un país de localización por ahora indeterminada
pero que existe en nuestro mundo, como demuestra las referencias a otros
países reales. Y, siendo un niño que apenas llega a la altura de las
rodillas de sus sirvientes, los resultados de sus ideas, leyes y órdenes
no pueden convertirse sino en una sucesión de divertidas historias. Este
primer álbum nos ofrece tres de ellas.
La serie (de la que en Francia apareció el séptimo volumen en abril de
2004) fue creada en marzo de 2001 por Lewis Trondheim como guionista y
Fabrice Parme como dibujante. Para los que aún no los conozcan diremos
que Trondheim está convirtiéndose en los últimos años en uno de los
mejores autores de Francia. Desborda imaginación en todas sus series,
que van desde el terreno de la fantasía heroica hasta las historias más
cotidianas. Sus personajes, y los de este cómic no son una excepción, se
definen perfectamente en pocas viñetas y están tratados con un humor
amable que les hace caer simpáticos al lector casi inmediatamente.
En cuanto al dibujante, Parme está muy influenciado por el campo de la
animación. Los dibujos de El Rey Catástrofe en concreto recuerdan
a los creados por Friz Freleng para las series de La pantera rosa
o El inspector Clouseau, y la estructura en pequeñas historias
también parece propia de los episodios de las series de animación. Los
personajes son muy expresivos y parecen moverse ante nuestros ojos. Los
decorados están llenos de pequeños detalles que invitan a una relectura
para descubrirlos. El dibujo se complementa con un acertado uso del
color informático, que redondea un apartado visual perfecto para el tono
de los historias. Como curiosidad podemos destacar que no existe en todo
el cómic ni un solo borde para las viñetas, estando estas delimitadas en
muchos casos por el color del fondo del dibujo, lo que resultaba
práctica común en los primeros años del medio (allá por el siglo XIX) y
se fue perdiendo conforme aumentaba el número de viñetas por página,
convirtiéndose en necesarios los bordes para separarlas.
La edición que nos presenta Astiberri dentro de su colección Gu-Gú
cuenta con encuadernación en tapa dura, además de una calidad de papel y
una reproducción excelentes. Tan sólo se pueden señalar un par de
descuidos: por un lado el haber señalado en el lomo a Trondheim y Robin
(en lugar de Parme) como autores, sin duda debido a una confusión con el
álbum El pequeño Papá Noel editado dentro de esta misma
colección. Por otro lado algún error en la ortografía y en la
puntuación, lo que desgraciadamente parece ser muy común en la edición
actual de cómics en nuestro país. Lo que no es tan común, y sí digno de
elogio, es el lanzamiento simultáneo de este álbum en catalán, euskera y
gallego además de la edición en castellano que estamos comentando.
El Rey Catástrofe
es una perfecta elección para la colección Gu-Gú, planteada como un
proyecto de editar cómics “para todos los públicos”. Se parece mucho a
las series que se editaban hace ya algunos años dentro de esas revistas
infantiles que tanta falta hace volver a ver en los kioscos. Pero el
precio al que se venden los cómics hoy en día (este cuesta 9 euros) no
es el mismo que tenían aquellos. Los lectores habituales de las obras de
Trondheim o aficionados a las historietas de humor en general se
acercarán sin duda a esta serie. ¿La comprarán los padres, tíos y
hermanos mayores para regalarla y que la disfruten los más pequeños de
la casa?
Esperemos que sí. Se lo merece, y queremos más. |