Simon es un ejecutivo parisino cuyo devenir cotidiano se
rige por la rutina y los imperativos de los demás; un buen día, decide
darle un vuelco a su vida y tomar un tren con destino incierto. Sobre
este planteamiento, el soberbio historietista Edmond Baudoin
(Niza, 1942) construye El Viaje, el mejor álbum de cuantos se han
editado en España durante el año 2004.
Autor casi desconocido en nuestro país (sólo se han
traducido al castellano dos de sus espléndidas historietas cortas),
Baudoin es uno de los mejores exponentes del cómic francés en su
registro más adulto. Como él mismo ha reconocido en la excelente
monografía que le dedicó la editorial Mosquito, creció en un entorno
adverso para la creatividad: acuciado por apuros económicos, y muy en
contra de su voluntad, aceptó un empleo de contable en la misma oficina
donde trabajaba su padre; sin embargo, a finales de los años sesenta,
renunció a ese puesto para entregarse por completo a sus pasiones: la
pintura, el diseño y la historieta. A juzgar por su trayectoria
posterior, en pocos casos como en éste esa entrega habrá sido más
provechosa.
Desde Les sentiers cimentés (Futurópolis, 1981),
Baudoin ha venido elaborando un puñado de títulos exquisitos, de
entre los que destacan Couma Aço (galardonado con el Alph’Art a
la mejor obra en lengua francesa de 1991), La mort du paintre,
Éloge de la poussière o este El Viaje, que le valió el premio
al mejor guión de 1996 en el Festival de Angoulême y cuya concepción, no
obstante, tuvo lugar en el otro extremo del mundo.
Me explico: a principios de los años noventa, la editorial japonesa
Kodansha se afanaba en reclutar a una serie de autores occidentales para
que éstos trabajasen en la revista Morning; entre otras firmas,
esta publicación reunió a David Mazzucchelli, Ana Juan, el
llorado Ricard Castells o el propio Baudoin. Los editores
nipones le propusieron a este último que reelaborara la trama de Le
premier voyage (1987), uno de sus libros anteriores, donde un
oficinista atrapado en una existencia gris decidía cambiar de vida,
abandonándolo todo para echarse al camino. El historietista galo aceptó
el reto y convirtió ese argumento en el preámbulo a una hermosa odisea
en la que el protagonista se recompone a sí mismo a medida que sintoniza
con su propio universo afectivo. A través de una amplia gama de
relaciones personales (familia, amistad, amor), Simon se reencuentra con
el mundo de las emociones y recobra así su equilibrio íntimo.
Estas páginas, publicadas por vez primera en 1995 por la citada revista
Morning, fueron recogidas posteriormente en Francia por el
colectivo L’Association en una edición impecable, idéntica a la que hoy
nos brinda Astiberri. En este título, Baudoin condensa lo mejor
de sí: el trazo vigoroso, el rigor narrativo, la permanente búsqueda de
hallazgos expresivos (menos acentuada, eso sí, que en otros álbumes
suyos como Le chemin de Saint-Jean) y esa sensibilidad tan
especial que preside todo su trabajo.
Hay
quien afirma que algunas obras marcan un antes y un después de su
lectura; si esto es así, podemos convenir en que El Viaje es una
de las pocas con que cuenta la Historieta. |