«La
caravana acaricia los lomos de un inagotable día de sal.»
Desierto
y vida.
Desierto, eterno, llorado por la luna, atravesado por las sombras de las
hogueras.
Hogar del cielo protector; anfitrión de Lawrence; castigo del paciente
inglés. Horizonte ondulado que subyuga.
Camellos ciegos. Salitre seco en la garganta.
Voluble, caprichoso, cambia el paisaje su disfraz; su silueta. La ruta
es ausencia de ruta.
«Entre
un aullido y otro siempre hay un pozo de silencio. En el fondo está el
sueño.»
[
Magisterio en la escritura. Muestra de narración minimal.]
La
caravana, la vida, es vagar y vagar, hacia el sin fin, con descansos
pactados pero intranquilos.
¿Quién viaja? ¿Quién es el camellero?
¿Hay viaje?
Desconfía del viento. Él trae arena y muerte.
Y olvido.
«Él se
alimenta de tu esfuerzo.»
¿Triunfa
la caravana, o el viento que borra sus huellas?
[ Negros
apagados; caja desabrida en 68 y en 69.]
Oasis
con ángel.
Caravana, herida en el paisaje.
La negrura, no gratuita: «¿Peregrina el ciego?»
Caravana: herida de vida en el desierto; identidad de perfil; ruta atada
a un punto invisible; sacrificio y ser.
[
Retícula rígida, de uno por tres; de uno, de nada, con aforismo al pié.]
Viajar y
tejer sombra.
El viaje (la vida), es sacrificio sin preguntas.
La caravana es patria: herida desde el momento de la partida, muerta en
su llegada a destino...
Y el desierto es un jardín ausente.
[ Un
argentino que llega y narra. Un narrador que arriesga y calma. Muesca
poética en el erial de la historieta.] |