Es
Treyes una historia interrumpida.
Su autor, Pedro
Camello Abengózar (Cáceres, 1974), era uno de los habituales corresponsales de los correos de los tebeos
de bárbaros que publicaba Planeta-DeAgostini, concretamente Conan el
Bárbaro. Recuerdo sus dibujos (yo fui encargado de aquella sección
durante un tiempo) y le animaba a seguir insistiendo, porque algo de
fuerza se veía en sus trazos y a poco que apurase la técnica, saldría
adelante como buen dibujante.
El muy
insensato me hizo caso.
Tras dos
años dedicando su tiempo casi exclusivamente a dibujar historietas de
fantasía heroica (los proyectos “Guido
the Black” y “Treyes”, vinculándose en principio con el sello Sulaco
Ediciones de J.A. Torres),
Kame, que así firma,
finalmente ha dado la asonada entrando en el mercado
estadounidense, en editoriales minoritarias, evidentemente. Lo más
sorprendente de todo es que en 2003 fue elegido candidato a los
prestigiosos premios Eisner, junto a Damon Hurd, por la
obra "My Uncle Jeff" (Origin Comics) .
Treyes
es un proyecto original del guionista Eduardo Cubera, quien
vio un trabajo de Kame en el fanzine pacense Extremo Komik y
decidió llamarle para proponerle desarrollar su guión siguiendo el “método
Marvel”. La obra fue ofrecida a diferentes editores hasta que Joseba Basalo, de Aleta Ediciones, apostó por ellos. La idea era sugerente aunque
ya masticadísima: la segunda venida de El Salvador (el mito iniciático del
Mesías), si bien adopta la forma de una niña y sus protectores son un
leproso, un judío y una mujer, un trío de parias.
Estos tipos se internan en un territorio de papel y tinta bien
construido, con la solidez que permite un relato antiguo y añejo en el que
se rememora a Licaón (el licántropo prístino) y se construye un grupo de
individuos protectores del Mesías que no dejan de resultar sugestivos
(al menos Délago, la guerrera, que es influencia de la Bêlit howardiana
pero más interesante que el común de las chicas peleonas de los cómics).
El dibujo y la definición de los personajes está logrado, pero se hallan más cercanos a Uderzo que a los habitualmente asociados a los protagonistas de la
fantasía heroica o los tebeos de aventuras (o bien esta apariencia se la
confiere Kame a resultas de su actividad paralela como dibujante de animación). En conjunto, la obra denota su origen, forjado entre el amateurismo y la profesionalidad,
y esa es la razón por la que se encuentran algunas deficiencias en
el dibujo, algunos contrastes entre viñetas, ora bien
trabajadas ora resueltas con impericia, alguna interrupción en el
racord... No obstante, en general predomina
la dignidad y el lector medio se quedará con ganas de más.
Hay acción, hay humor, y el cóctel está bien agitado por Cubera.
Kame,
ofrecerá una segunda parte más interesante y pulida; no les quepa duda. Es un autor conocedor
de diferentes registros (se mueve como pez en el agua no sólo en la
fantasía heroica, también en el slice of life). Supone una lástima,
por ello,
que lo siguiente que veamos de él sea su obra vagabunda (como su
protagonista) Guido el Negro, pendiente de publicación por el sello
valenciano Boxx Press tras haber previsto su salida bajo el sello Sulaco. Guido el
Negro también es un tebeo ambientado en el medioevo, en el siglo IX. Trata sobre un guerrero que vaga por los bosques
de la Europa medieval y que protagoniza momentos de fantasía herederos de
la fabulística de los cuentos de hadas. De todos modos esperamos que la
acogida que tenga el producto (sin duda peor que el presente, debido
también a la edición, que no estará tan cuidada como la de Aleta) no
importe demasiado: Pedro es consciente de que para sobrevivir en el mundo
del dibujo hay que adoptar una actitud profesional pluridisciplinar. De
hecho él
opina que el futuro del cómic es nebuloso: «es una actividad muy poco
rentable y muy exigente y si aspiras a tener una vida medianamente normal,
tienes que buscarte otra cosa.»
Kame dixit. |