Proyecto de
la autora Teresa Camara Pestana, Gambuzine es uno de los muchos
fanzines portugueses que envidia nos debieran dar. Con dos premios -en
2000 y en 2001- como mejor fanzine en el salón más importante luso (el
de Amadora), en 2004 cumplirá más de cuatro años de vida, desde que
naciera en noviembre de 1999. En todo este tiempo, ha dado cobijo a
obras de portugueses, alemanes, franceses e italianos que datan desde
1994 hasta hoy; y esperamos que en breve, también obras de españoles.
Se trata de una
publicación de historietas que nos recuerda que ahí, por donde también
discurren el Tajo y el Duero, hay gentes que hacen historietas de enorme
sensibilidad, de imágenes hipnóticas, de historietas que van un poco más
allá de la fábula o del relato en torno al ombligo del autor. Como tal
fanzine, es un trampolín de aptitudes, un muestrario de actitudes, de
ejercicios de estilo, donde cabe de todo o, al menos, una mirada algo
más allá de la propia homeotermia del jovenzuelo con ínfulas de
historietista que hoy pulula. Por ejemplo, no en muchas historietas de
nueva hornada hechas por neófitos se encuentran textos como «morre gente
nas ruas das cidade», abundan mas los del tipo «no me comí una rosca ese
día tampoco».
Se define como el "mais
independiente que o in-dependiente" demostrando una singular vinculación
con autores italianos y alemanes, como Anke Feuchtenberger, Katrin De
Vries, Till Lenecke, Markus Huber o Hendrick Dorgathen. La plástica de
la publicación es excepcionalmente cruda. Sobre todo la de Clayton.
Huber le sigue a la zaga en intensidad dramática, un autor poseedor de
un estilo que se acerca al de nuestro Sequeiros si pudiera hibridarse
con nuestro Olivares. La editora también dibuja e ilustra, con trazo
grueso, fuliginoso, con viñetas que desafían la diégesis convencional de
los historietistas habituales en los cómics y fanzines españoles,
acercándose más a modelos inclementes del genuino underground
yanqui.
Otros colaboradores
de la publicación practican una suerte de minimalismo, como Rautie, o
despliegan un conjunto heteróclito de maneras, sobre los que destaca
Huber.
Este autor es
extraordinario, inquietante con sus sombras cálidas, pero gélido con sus
signos cinéticos, que resultan sólidos en un primer vistazo. Hendrick
Dorgathen, por su parte, combina estructuras del pop art con
reminiscencias de Kandinski, que se ordenan como las composiciones (por
no llamarlas historietas) de nuestro Micharmut. Lo que consigue este
autor es una “metahistorieta”, un discurso surreal que adolece de querer
representar el delirio (como propugnaba Dalí) si bien lo hace con los
estilemas relamidos de los setenta y ochenta.
Otro que recurre a
estéticas del pasado es Wittek, autor estupendo también, que elogia a
Gotlib (maestro de maestros) en su “Stammtisch”. Ivan Mitrevski, uno más
de los autores reclutados por este fanzine portugués hace en su presunta
historieta “Génesis” (Gambuzine núm. 12) una muda reflexión sobre
la formación del mundo, que tiene más de simbólico que de narrativo y, a
la postre, no deja muchas pistas que nos permitan adivinar el sentido de
la obra. Además de ésta, hallamos otras obras insípidas, sin mucho
sentido más allá del alarde estético, sin lógica ni coherencia
aparentemente, todo lo cual parece indicar que sus autores pretenden
transmitir antes ideas y sensaciones que relatos concretos,
estructurados, con sentido.
Pero eso no empaña la
calidad general de la publicación que se nutre de tanta firma alemana.
La nacionalidad de los participantes cambia a partir del “lanzamiento”
internacional de la publicación, que la Pestana hizo a partir del núm. 0
de Gambuzine International Experience, donde ya vemos asomar una
portuguesa (Helena Dias) y otras viñetas procedentes de Italia. Dias
parte en busca del amor con estructuras muy cerradas: viñetas solas, con
textos al pie o sobre la imagen y con unos argumentos dubitativos o
demasiado genéricos (casi parece retrotraerse al modelo de discurso de
finales del siglo XIX). Claudio Parentela, por su parte, es
sobrecogedor, todo en su discurso parecen cantos de tristeza, usualmente
existencial, o cavilaciones sobre la carencia de amor o la ausencia de
metas. Como la anterior, la obra de Matjaz Bertoncelj, que nos brinda la
historia del niño que contrae sífilis por consumir pipas de girasol en
Kazajstán traza un futuro desolador, sin esperanzas. Luego hallamos en
Gambuzine reflexiones sobre la aburrida vida del burgués
contemporáneo, cuyos valores son: dinero, seguridad y vida hogareña.
Sobre este tema se apoyan otros autores internacionales, como Stefan &
Clayton, que son de Nueva Zelanda, junto con portugueses como Rafael
Gouveia que pone el dibujo al servicio de narraciones más planas, más
transmisores de deseos o lamentaciones que otra cosa.
Gambuzine, con
todo, se erige en uno de los mejores fanzines que han caído en nuestras
manos últimamente; una propuesta muy interesante, mínimamente
comprometida, bien editada (es en blanco y negro, pero se imprime sobre
papel color marfil de alto gramaje). La editora, además, desea abrir las
puertas a la colaboración de los autores españoles interesados en este
tipo de propuestas gráficas y narrativas. En enero de 2004 apareció el
siguiente número internacional, el núm. 1, y ella desearía que los
números siguientes llevasen autores españoles en su tripa, aunque los
textos de sus obras han de ir en inglés, pues su difusión es
internacional. Los interesados pueden dirigirse a:
Gambuzine
Av Bissaya Barreto 149-1 andar
3000-067 Coimbra , Portugal
O a:
gambuzine@hotmail.com
Afilen lápices. |