Cuando lo conocí, Luis García tenía 19 años,
una moto Bultacco “Metralla” y un futuro de ciento
ochenta grados: abierto de par en par al triunfo
profesional. A esa edad poseía una técnica que
abochornaba. Pasaba a tinta sus viñetas con tal
facilidad que parecía que quería que le despidiesen,
pero el resultado, aunque efectista, tenía gracia. Y
clase. Cuando le vi utilizar el pincel con aquella
habilidad, pensé en cambiar de oficio, pero al poco
me acostumbré al asombro y, empero, me hice también
del oficio, aunque me tuve que poner un pañuelo
debajo de la barbilla y atado en la cabeza para que,
cuando pasaba cerca de la mesa de Luis y veía
su trabajo, no se me cayera la mandíbula al suelo.
Se paseaba entre los más afamados historietistas de
la profesión sin desentonar en absoluto.
A finales de los años sesenta y principio de los
setenta, Luis compartió estudio con otros
dibujantes y de esa relación su estilo se depuró, se
hizo más exquisito; a través de Toutain
colaboró con el editor Warren, de Nueva York,
realizando cómic de terror, que le confirió gran
experiencia. Empezó a usar la plumilla y la manejó
desde el principio como si formase parte de su
brazo. Hacía retratos al carbón a todos los que
estaban cerca de él, y la pasión con que los
ejecutaba le animaba a realizarlos más atrevidos,
más grandes, o les ponía color fregando con una
esponja encima del retrato al carbón ya terminado.
Mientras hizo historieta, siempre tuvo un estilo muy
personal, inimitable, y lo digo justificadamente,
porque dibujando Argelia, obra en la que le
eché una mano, traté de acercarme a su gracia y me
quedé aniquilado. En fin, le vi hacer tantos
bocetos, retratos, viñetas, aguadas, que con
frecuencia me daba un ataque de perplejidad. Si
hubiera nacido francés o yankee, tal vez
siguiese haciendo viñetas, pues ya se sabe que los
galos protegen a sus artistas y les permiten vivir
très bien; y la América de Bush (¡aaaaggh!),
por su capacidad editorial, le habría hecho rico en
una semana.
Pero Luis García es de aquí. Dibujando, un
lujo. Un maestro, oiga |
[ © 2005
A. Usero, para Tebeosfera 050205 ]
[ Adolfo Usero Abellán
es historietista. Ha dibujado para las revistas: D.D.T., Trinca, El
Papus, Vilán, Rambla, Nueva Dimensión, entre otras publicaciones.
] |