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El estudioso norteamericano Fred Blosser escribió un extenso artículo titulado “A Red Sonja Comic Chronology” que Roy Thomas anotó para destinarlo al núm. 96 de la revista Conan Saga. Allí sus autores ordenaron los cómics protagonizados por la diablesa hyrkania tal y como se sucederían en el mundo al que Thomas la había integrado (el personaje original de Robert E. Howard vivía en el siglo XVI de nuestra Historia).

Sobre la base de este texto se ha construido la presente cronología en viñetas de la espadachina, si bien se han incorporado muchas más historietas de las que allí se contemplaban y se han reubicado otras por hallarse en consonancia con la cronología de Conan en cómics, que es paralela a ésta.

Se indica el título de la aventura que se comenta a cada paso, el cual consta en tablas anejas, donde se halla el título de la última traducción de la historieta en España (no obstante, en las tablas se indican todos los títulos con los que tradujeron las aventuras de la guerrera y se detallan sus distintas ediciones). [ ver tablas > ]


 

CABELLO ROJO AL VIENTO. Una biografía de Red Sonja.

Sonja la pelirroja, o Sonya, que vivió en la misma época que el mítico Conan el Grande, habitaba una humilde casa solariega de las estepas occidentales hyrkanias junto con su familia. Cuan­do contaba con sólo 17 años, un gru­po de crueles mercenarios acabaron con la vida de su padre Ivor y la del resto de su familia, y quemaron todas sus posesiones. Ella quedó con vida pero fue violada por el jefe del grupo y abandonada a su suerte. Al reclamo de su angustioso llanto de ven­ganza acudió la diosa roja, Scathach, que le infundió de una increíble destreza en el manejo de las armas a condición de que nunca yaciera con nin­gún hombre a lo largo de su vida, a no ser que éste le venciese en justa lid (acontecimientos recordados en ambas versiones de “El día de la espada”).

Sonja crece sola y se educa en el odio y en la calle. Se desplaza por la zona norte de Hyrkania, de ciudad en ciudad, hasta que se afinca en Khorusun, por haberse aliado allí con una kushita con la que practicaba el latrocinio utilizando sus encantos adolescentes como cebo. Cuando roban al noble Quianlang, Sonja se ve metida en problemas, por lo que acude a su mansión y allí adopta una mínima cota de malla como vestimenta y obtiene pistas sobre quiénes asesinaron a su familia (“Muerte en escarlata”, inédita en España). La pelirroja está un tiempo más con la kushita T’Shika, en cumplimiento de una misión que les encomienda Sabra, pero de esas aventuras no tenemos conocimiento.

Ya con 18 años se ha ganado una reputa­ción como ladrona y guerrera en Hyrkania y es co­nocida por todos como Sonja la Roja, por la salvaje cabellera pelirroja que corona su atractivo pero fiero rostro. Cuando el ba­luarte septentrional de Makkalet está siendo invadido por los turanios, y ella se halla allí al frente de un conjunto de soldados para repeler la invasión turanio que sufre su país, conoce a Conan. Éste en seguida se siente atraído por ella, ella volvía a vestir unos cortos pantalones de cuero adecuados para cabalgar y llevaba una camisola de malla que dejaba al descubierto su om­bligo, pero resultaba arrebatadoramente atractiva para un guerrero que ha visto poco mundo y menos mujeres diestras en la lucha (“La sombra de El Buitre”). Sonja aprovecha sus armas femeninas para seducir al bárbaro y apropiar­se de una valiosa tiara, razón verdadera de su estancia en Makkalet, para luego dejar­lo abandonado con el sabor amargo de un rechazo incomprensible (“La canción de Red Sonja”).

La ladrona hace entrega de la tiara en el emporio meridio­nal de Pah Dissah, cuyo rey la había contratado. Pero el monarca parece que desea requerir también otros servicios de la mercenaria, imaginamos que seducido por la nueva indumentaria que ha adoptado: el “bikini metálico”, que la hace aún más apetecible a los hombres. El rey termina empalado por su espada, naturalmente, a resultas de lo cual Sonja se ve obligada a huir rápidamente del país cuando apenas si había cumplido los 19 años (“Red Sonja”).

No sabemos exactamente por dónde bordea el Mar de Vilayet pero se cree que se interna en el país de los ladrones, Zamora, por el norte, haciendo una escala en la localidad de Ashmir. Allí tiene que resolver un problema de ladrones y de honor, justo antes de tomar la decisión de encaminar sus pasos hacia Arenjun (“El amo de las sombras”). En la llamada la Ciudad de los Ladrones vuelve a cruzar sus pasos con los de Conan; en este mo­mento Sonja cuenta con veinte primaveras y la compañía del cimmerio le satisface lo suficiente como para compartir la ruta con él, así que tras acabar con un brujo venido de la muerte se enca­minan juntos hacia el sur (“La maldición del no muerto”).

Antes de conseguir traspasar a caballo la frontera para abandonar Zamora, la pareja de guerreros es atacada por unos bandoleros y se ven impelidos a refugiarse en un aislado y siniestro castillo. En aquel lugar vive una pareja de individuos milenarios que pretenden a la guerrera con intenciones vampíricas (y lésbicas). Se libran de ellos, pero las proposiciones pasionales que Conan le hace a la hyrkania tras esta aventura deciden a la muchacha a proseguir su camino en soli­tario de nuevo (“Torre de sangre” y “Que trata de la llama y el demonio”). Y es un camino de huída. Enterada de que emisarios de Pah Dissah la están buscando para ajusticiarla, se dirige hacia Nemedia con la esperanza de despistarlos en el Bosque Oscuro, pero por desgracia también halla una brujería preservada del paso del tiempo y al asesino de un viejo amigo de Hyrkania (“Episodio”). En el bosque, al poco, halla un torreón siniestro, con bruja muerta dentro, y un licántropo, Ghunthar, también muerto por dentro, a los que la muchacha libra de su maldición (“La mujer-diablo con espada”).

Algo más allá, en el mismo emplazamiento boscoso nemedio, encuentra la joven hyrkania otro vestigio de su pa­sado: al mercenario sin nombre que la violó en su infancia, quien ahora se halla apresado por unos asaltantes. Por estar este último ya casi muerto, sustituye la venganza por el exorcismo de los demonios que carcomían su alma (“El día de la espada”, ambas versiones). Tras otro encontronazo con la magia y con hombres de parva nobleza en el Bos­que Oscuro, Sonja toma el camino de Corinthia y se dedica a vagabundear por el país ofreciendo su espada al mejor postor y combatiendo la brujería en sus diversas manifes­taciones (de “El templo de la abominación” a “Atención a los sagrados hijos de Set”, episodios todos ellos en el libro de cómics Red Sonja).

Poco más tarde se halla alquilada al servicio de una de las ciudades estado de Brythunia, donde ve de nuevo a Conan para separarse de él nada más acaba con la amenaza que les sale al paso en los montes Graaskal (“La muerte al acecho”). Baja por las llanuras de Lema y encuentra al mago Bolstan a cuyo hijo debe proteger como una ama de cría sin desearlo, algo que no le hace ninguna gracia a la guerrera (“Niño terrible”). En este orden de acontecimientos, la muchacha guerrera cumple veintiún años de edad cuando se interna finalmente en el país costero Argos, donde se pone al servicio de un sacerdote de Ibis exiliado de Estigia, Karanthes, quien le encomienda la misión de re­cuperar una página del mítico Libro de Skelos oculta en Messantia. En la ciudad portuaria halla­ a Conan, ahora emparejado con Bêlit, la Reina de la Costa Negra, a la que despierta celos y, también, ganas de lucha, porque los dos corsarios ambicionan también el grimorio (“Dagas y dioses de la muerte” y “Las garras del hombre-tigre”). El encuentro acaba en enfrentamiento, pero no mana la sangre porque llegan a un acuerdo y parten juntos a la busca de Karanthes quien termina por traicionar a los tres (“El combate de los bárbaros”)

Con veintidós años cumplidos, la hyrkania despide a la pareja de piratas mientras ella permane­ce en Argos. Bordea la costa llega a la ciudad de Venzia y luego se aloja en Athos, lugar en el que traba amistad con Mikal, un hombre con el que decide cabalgar un tiempo compartiendo sus siguientes lances hasta que des­cubre que es el rey de Zotaz y que la de­sea como consorte. La pelirroja, eviden­temente, rechaza el ofrecimiento (“La sangre del unicornio” a “La torre cantora”).

Dirige sus pasos a los montes del país, hacia la ignota Skranos, ciudad en la que Sonja es reconocida como la asesina del rey de Pah Dissah y conducida a la horca. En el último momento es salvada por el heredero legítimo del trono de la ciudad, Suumaro, a cuyo ejército se une. Empero, Apa Alah, hechicera y madre del exiliado, destierra a Suumaro a un mundo inferior (“Trono de sangre” a “Cenizas y emblemas”). La pelirroja, fiel a su palabra de ayu­darle a recuperar el trono, vuelve a Skranos y convence a su rey envejecido para que devuelva a este plano de la rea­lidad al legítimo gobernante. Lo consi­gue, pero en cuanto Suumaro le propone reinar con él y ser madre de sus hijos, la joven, asustada por descubrir cierta inclinación pasional por aquel hombre y temerosa de perder su libertad, sigue su camino en solitario de nuevo (“¿Caerá Skranos?” a “La tumba de los reyes muertos”). Cumple veinti­trés años por esta época, y tras una experiencia nada agradable en una ciudad ilusoria en la que la cabra Djali le muestra lo la diferencia entre lo irreal y lo tangible, la de la cota de malla minúscula decide abandonar las montañas argoseas para dirigir su caballo hacia la frontera que las separa de Aquilonia (“Hechiceros del sol negro”)

La pelirroja permanece al servicio de los reyes hyborios duran­te aquel año de su vida, cerca de la costa al principio y luego internándose cada vez más en los terrenos desérticos del interior del continente. Atraída por la formación del ejército de Summuabi de Akkaria, se desvía de su ruta y acude a alistarse en tierras semitas. Allí encuentra a un soldado de fortuna que otrora fuera corsario, y lo halla torturado por los recuerdos y la pena. Resulta que la mente del bárbaro ha sido sometida por el brujo Karanthes, quien tiene la idea de utilizar el cuer­po de la hyrkania para revivir a la recientemente fenecida Bêlit y hacer su consorte de esa amalgama de fieras mujeres (“La guerra de los brujos”). Por supuesto esto no llega a ocurrir porque vence el sentido común del cimmerio frente a su obnubilación, sin embargo, pese a la lealtad que el cimmerio ha demostrado, Sonja le abandona una vez más.

Sonja, tras este luctuoso episodio en el que intervinieron tanto los sentimientos como el acero, parte hacia el norte deseosa de poner tierra de por medio con Conan y estos desiertos. A su paso por Zamora, se contrata eventualmente como mercenaria y tiene la mala fortuna de mutilar a un tal Lassusar, quien se convierte en consecuencia en un potencial enemigo de su futuro. Lassusar, que arenga a sus hombres contra ella y la obliga a abandonar el oficio en ese país. Más razón para alejarse de Hyboria y poner rumbo a su tierra de origen, Hyrkania, cuyas fronteras traspasa con la firme intención de profundizar en su pasado y en la enti­dad que le dotó de aquel poder y con la que contrajo la promesa que ya comenzaba a ser una carga angus­tiosa de llevar a sus 25 años. Descubre en búsqueda el pueblo de Los Elegidos, posibles antecesores suyos, de los cuales rescata a una muchacha, de nombre Zora que resulta ser hermana suya, una hermana perdida (“El día del juicio rojo”). Ésta le acompaña en su camino hacia el sur, en cuyo trayecto cambia su traje de malla (ahora molesto y demasiado “fresco” a estas alturas) por otro de piel azul, más adecuado para los tiempos que corren, y de esa guisa llega con Zora a Khorosum. Desde allí se embarcan ha­cia Agraphur con la misión de proteger a una niña de apenas doce años, Merina, hija de un noble aquilonio, la cual sería llamada a convertirse en Valeria la pirata. Con ella pasa un tiempo, durante el cual la instruye en el arte de repeler a los hombres... con espada (“Lazos de sangre” y “El mar ladrón”).

A la guerrera la citan de nuevo los cronistas en Nemedia unos meses más tarde, actuando como mercenaria de sus reyes. En sus aventuras de este tiempo co­noce a un nuevo aliado, Galón, al que se une en la lucha contra Feema, reina de Alwazar, y a Lassusar, con quien tenía cuentas pen­dientes. Por el rigor de las tierras que va atravesando, se pertrecha de una camisola y unos pantalones azules y, con el mencio­nado Galón y un brujo, Achmal, se interna en el Reino Fronterizo combatiendo a seres dé ultratumba, pictos y un característico pueblo “mongol” (sic.) insólito por estas latitudes. Poco después, tras magias y hechicerías sin cuento logran atravesar Gunderland, donde pierde a sus amigos ("Mientras los amantes se abrazan... se liberan los demonios” a “La cosecha”).

Un tiempo más tarde, establecida en un castillo septentrional, el de Zamok Iz Hod, se une a un grupo de hom­bres buenos, Math, Alain y Kynon, para hacer frente a la maldad de la reina Vassilisa. Los cronistas no aclaran si se encuentra al norte de Hyrkania o en otro lugar, pero lo cierto es que contacta de nuevo con el espíritu de Scathach, la diosa que la convirtiera en espadachina imbatible y vagabunda sin amor. Tras con­seguir acabar con el reinado de Vassilisa, com­pungida por la muerte de Alain y convencida de que todos los hombres por los que se interesa su corazón aca­ban muriendo, abandona aquellas frías tierras y la estabilidad de un contrato con intención, de nuevo, de darse a la rapiña (“La reina de hielo y sangre” a “El diente del demonio”).

Cuando casi ha cumplido los 26 años, La Roja decide volver a alquilar su acero en el Híbori, cansada de la vida como ladrona y deseosa de entrar en acción en los países occidentales, donde se preparan guerras. La vemos en Koth, manteniendo su vestimenta de tela y pieles, indumento más conveniente para el oficio militar, y sigue distinguiéndose por llevar una cinta rayada en la cin­tura. Se halla actualmente a las órdenes de Strabonus, quien le ha encargado que mate al regente renegado del bastión del Sha Maddoc. Ese renegado no es otro que Conan y, claro, Sonja toma partido por él. Una vez juntos, se despierta en ella el deseo de cometer una fechoría con alguien de confianza experto también en las artes del latrocinio como el cimmerio, y convence al bár­baro de partir juntos a Corinthia para sustraer un tesoro allí escondido. Por desgracia, es detenida en sus afanes en un pantano, donde es violada por Bahkt, un diablo que había sido enviado para matar a Conan por la entidad maligna comedora de almas conocida por Wrarrl. Tras la ira que genera en Conan la rebeldía de uno del general Freja en Koth, alcanza a Bahkt y lo asesina en nombre de Sonja, pero ella se encuentra inerme, completamente despojada de su capacidad para la lucha debido al coito. Pero no tarda en recuperarse y acudir al sur de Aquilonia para hacer frente al te­rrible demonio Wrarrl, el Devorador de Almas (“Tiempos sangrientos” a “La cólera del nigromante”).

La hyrkania, que siempre tienen un plan añadido para efectuar algún hurto mientras oficia como mercenaria, arrastra a Conan a la búsqueda de otro tesoro tras el fin de la reciente amenaza. Logra penetrar en Corinthia en bus­ca del ambicionado tesoro del Barón Strakkus que venía buscando, que resulta estar en la localidad de Naplonia. Mas, ay, to­do había resultado ser un engaño, el mismo Barón había corrido el rumor de la existencia de tales riquezas para atraer hacia sí a la también deseada Sonja, y donde debería haber joyas se encontraba un duende esperando que la rapta. Conan la saca del atolladero pero, como en anteriores ocasiones, ambos acaban discutiendo y ella le abandona al final de esta aventura (“Duende” y “Necrópolis”).

No mucho tiempo después, La Roja decide volver a alquilar su acero en el Híbori. Ingenua y presuntamente necesitada de dinero, comete el error de aceptar una misión encomendada por un hechicero, para el caso: un contrato de Karanthes por el que se comprometía a asesinar en su lecho nupcial a El-Ron, nuevo señor de Zukala. Conan, que pasaba por allí, confuso por el hecho de ver a Sonja casarse, frustra su plan. La atracción por el cimmerio siempre ha sido muy fuerte y la guerrera decide caminar con él a la busca de traba­jo en Khoraja, país donde se está formando un ejército. Antes de avistar sus montañas son cap­turados por la guardia fronteriza de Koth y ence­rrados en una mazmorra en la que languidece un viejo amigo del cimmerio, Zula el Darfario. Juntos se liberan de su prisión y, tras una lucha con un milenario diablo llamado Varnae, logran unirse al ejército de Khoraja (“Todos los caminos llevan a Zamora” a “El imperio de los No-muertos”).

Sonja finalmente opta por la vida de mercenaria tras tanto vivir a salto de mata, ora robando ora cumpliendo alguna misión. Permanece con las tropas khorajanas que se preparan para contrarrestar el ataque de Natohk el Velado y con sus dos compañeros de ar­mas hace frente a la amenaza shemita, colaborando en la famosa batalla que concluyó en las ruinas de Kutchemes. Tras una corta incursión en asuntos de ma­gia ligados a aquel antiguo bastión aqueronio y viendo que Conan está obnubilado por la reina de Khoraja, Yasmela, Sonja decide dimitir de su cargo militar para seguir su carrera en solitario (“Caos en Khoraja” a “Caos bajo Kutchemes”).

Empero, por más que se obstina, no consigue sacudirse de encima la presencia del cimmerio. Con él se reúne para formar parte de los Compañeros Libres, y ocurre la gran casualidad de que de ambos se ven vinculados a la figura del mítico rey Kull cuando se hallan asolando tierras turanias (“La resurrección de Rotath”). A continuación, la hyrkania se ve mezclada en magias sin cuento que la relacionan con Kull de Atlantis y con Tuzun Thune y sus espejos diabólicos mediante una magia que la transporta a otro tiempo; harta de todo esto y de los kozakos que no acaban de afirmar sus posiciones contra Turán, prosigue su camino sola nuevamente ("Los muchos espejos de Tuzun-Thune" a "Aquí hay monstruos").

Sonja se separa del grupo, junto a Zula, y se dirigen hacia el este del río Ilbars, a Yukkub. Ella se ve seducida por la propuesta que recibe de Linneus, un guapo joven que está obcecado en hallar la ciudad perdida de Zanadú. Eso supone moverse aún más hacia Oriente, y Zula desiste de acompañarles. La pelirroja prosigue con Linneus, hacia tierras ignotas plagadas de peligros, donde las dimensiones chocan y la realidad se hace juego o sueño. Linneus ejerce sobre la hyrkania una atracción irresistible, mitad humana mitad mágica, y ella se debate entre el rechazo y la rendición. Una vez llegados a destino, Zanadú les muestra que las ilusiones son vanas, las esperanzas se esfuman y la soledad vuelve siempre (“Caminos divergentes” a “El final del camino”).

Luego de esta aventura hacia reinos ignotos, Sonja escoge su destino al azar y girovaguea un tiempo sin rumbo fijo. Termina su triste vagar en la lejana Yota-Pong, capital del reino de Kosala. Allí encuentra ilógico que la esposa del fallecido deba ser incinerada con él y decide combatir aquel ejercicio exagerado de machismo. Por supuesto, tiene que salir por patas con la protegida (“Una dama para la hoguera”). Más optimista que hace unos meses, Sonja decide regresar a los Reinos Hyborios, y sus siguiente peripecia la vive en Koth, donde Lord Olin se halla contratando mercenarios para recuperar la ciudad de Suthad de manos de un hechicero y su cohorte de espectros. El brujo, Asroth, no es tan fácil de vender a no ser que se contrarreste su poder con el anillo de Ikribu, un amuleto que codician hombres y bestias. Olian corteja a su contratada Sonja pero no gana su amor, y él muere para desesperación de la mercenaria. El anillo, el causante de tanta mortandad, es finalmente confiscado y puesto a buen recaudo. (“El anillo de Ikribu” a “El ataque a Asroth”).

Gracias a las crónicas nemedias, que glosan la vida del cimmerio Conan, sabemos de ella dos años después, cuando tiene casi 29, puesto que vuelve a encontrarse con el bárbaro cuando éste lidera a los zuagiros del desierto. Con él parte en busca del ignoto tesoro de Akem-Lizar, pero en el viaje hallan otros horrores que vienen de muy lejos, de más allá de las estrellas. Por fortuna, resultan ilesos.

Al cabo de unos meses, Red Sonja se pone a la cabeza de un grupo de ladrones con los que asalta las casonas de los nobles de las costas del sur del Vilayet. Durante los períodos estivales de uno de estos años que pasa por tierras del medio oriente de la Edad Hyboria Sonja merodea en la ciudad de Razadán, una de esas villas plagadas de rufianes, más ligera de ropa (lleva la parte superior de la cota de malla a modo de bikini). Resulta apresada y el mandamás de la localidad la utiliza para una misión, pero escapa (“Red Sonja”,[1] historieta inédita en España). No figura en las crónicas la ruta seguida por la hyrkania durante un tiempo, hasta que se encuentra de vuelta en los reinos hyborios. Se ha desplazado por el Camino de los Reyes hasta que en una urbe kalliana se ve mezclada en una misión de búsqueda de una armadura mágica en la que intervienen otras mujeres guerreras de distintas nacionalidades hyborias. Sonja lucha por recuperar las piezas de la dorada armadura, pero es traicionada y tiene que aplicar furia y acero sobre los que le encargaron la pesquisa (“El juego de búsqueda”).

Por la zona de los Graaskal se encuentra Sonja con Conan una vez más. Ambos luchan contra la amenaza del Dios Ciervo en una zona sita entre Nemedia y Brythunia, y una vez más separan sus pasos tras haber estado juntos un corto lapso de tiempo (“El regreso del Dios Ciervo”). Tras esta aventura, en la que contaba la diablesa con 31 años cumplidos, no recibieron los cronistas noticia de ella por una temporada... Así, es posible que pase largamente de los 32 años de edad cuando vuelve a vérselas con Conan en Hyrkania. Allí ella se desenvuelve como líder de una banda de ladrones y ha recuperado el traje de batalla primigenio, la cota de malla minúscula. La pasión del cimmerio por ella no ha decrecido, antes bien, al contrario, despierta de nuevo y trata de conquis­tarla por la fuerza. La mujer, pese a reconocer interiormente que lo ama, huye de esa pasión al tiempo que escapa de la justicia hyrkania hacia occidente, perseguida por sus fechorías (“La ilusión”).

Que el mundo hyborio es un pañuelo lo demuestra el hecho de que en Shadizar vuelve a mezclarse en robos y en misiones con Conan al cabo de poco más de un año, cuando ella tiene 33 años de edad. Y lo sorprendente es que vuelve a utilizar el mismo truco con el bárbaro y éste vuelve a picar (no en vano ella había recuperado su traje de batalla de primavera-verano); pero no parece mediar rencor entre ambos, y juntos hacen frente a un brujo que amedrentó Kull en la antigüedad (“El ánfora de Zarfhaana” y “La amenaza de Thulsa Mortis”). Se separan ambos aventureros, pero vuelven a reunirse pasados unos meses, al norte de Brythunia, donde ambos sacan a relucir sus aceros con intención de acabar con enemigos de toda índole (“Las murallas de Worclaw”). Y otra vez quedan citados ambos héroes: Conan ejercita el pillaje por los montes Graaskal y una de las caravanas que ataca con sus hombres resulta estar defendida por Sonja; y otra vez le convence ella a él de acudir a buscar unas riquezas que, como no podía ser menos, están malditas (“El tesoro de un dios”).

Más de un año después la vemos con el traje azul habi­tual, muda idónea para proseguir su vida aventu­rera por las regiones septentrionales de Aquilonia, patria de las sediciones por esta época, donde también está Conan (“Ciudad sitiada”). Más al norte, entre las nieves de Nordheim, y pasada media docena de meses, es contra­tada Sonja para matar a determinado cimmerio del que no creo necesario mencionar su nombre. Con el bárbaro y una amnésica Valeria –pues no la recuerda como protectora–, se interna en los fríos páramos en busca de joyas y aventuras (“Ansia de esmeraldas” y “La furia de las Damas de Hierro).

Los cronistas no la citan en los anales hyborios de los siguientes veinte años, pero sabemos que siguió practicando en solitario el oficio de soldado de fortuna por los reinos hyborios y no hyborios curtiéndose en su madurez. Es esta una etapa brumosa de su vida en la que deambula por el mundo nutriendo su propia leyenda. Desface entuertos familiares (“Cadenas”), se interna en el mar para cumplir algún encargo o alguna custodia (“Red Sonja acalla el canto de la sirena”), asusta a alguna buena familia a su paso por el Híbori... (“En el Camino de los Reyes”). Ya es una mujer cuarentona y aún sigue vagando por el mundo,  de ciudad en ciudad, de taberna en taberna, siempre sola y cada día que pasa más grave su semblante. Halla a su paso bellacos y ocasiones de robar, palacios y cochiqueras, y otras muchachas en las que se ve reflejada y que ahora la tratan de “señora” (“La desamparada y la guerrera”); y halla a su paso encantamientos y sortilegios, y hechos extraordinarios y más hombres, pero ella continúa fiel al juramento que hiciera de adolescente... sin amor, sin rendirse ante los encantos masculinos, ¡ni aunque él fue un ángel perfecto venido del cielo! (“La escalera interminable”). Y, mucho más adelante, en solitario sigue deambulando la hyrkania por Aquilonia, sesentona ya..., pero asombrosamente lozana. No sabemos qué magia le ha revertido su físico al de una treintañera cuando tiene lugar su último encuentro con Conan, ahora rey aburrido, junto con quien volvería a paladear el sabor gratifi­cante de la aventura (“La llamada de lo salvaje”).

Aquella fue la última aparición de la pelirroja de la que tenemos noticia, pero sin duda no fue la úl­tima vez que ondearon sus rojos cabellos al viento mientras soltaba una carcajada de victoria. Ella, como pocos hombres y mujeres de la Era Hyboria, se convertiría en un ejemplo del arrojo, de la pasión y de la alegría de vivir... Indomable y eterna como una llamarada de fuego.

 Cronología 2.

En un mundo diferente de la Era Hyboria, Sonja medró educada en la lucha y en el odio hacia quienes mataron a su familia. Conoció al cimmerio Conan, y practicó robos con él. Y vivió aventuras mil en su mundo. Incluso llegó a traspasar las fronteras dimensionales para verse transportada a un mundo donde tipos enmascarados con trajes de tela se sorprendían ante la magia ancestral. Uno de esos tipos, un masculino guerrero de puñales en las manos, conquistó su corazón y la hizo su reina. En la memoria quedó la presencia de la diablesa hyrkania, que hasta algún mago alocado llegó a hacer representaciones teatrales con las diferentes y variadas imágenes que adoptó a lo largo de su dilatada carrera como guerrera. (“Red Sonja” a “El Show del mago y Red Sonja”; consultar Cronología 2)

1 Existen tres historietas con este título, “Red Sonja”, en este caso nos referimos a la historieta de David Cody Weiss y Bobi JG Weiss.

 
   

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SUMARIO

R. E. HOWARD

COMICS

CONAN

KULL

S. KANE

BÁRBAROS REH

OTROS HÉROES

FANDOM

AUTORES

 [ © 2004 Manuel Barrero, por el texto, y Carlos Yáñez, por la selección y montaje, para Tebeosfera, 040524 ]  [ © 2004 Conan Properties International, LLC / Robert E. Howard Properties, LLC, por los personajes. El resto de los copyrights corresponden a los editores y autores de estos productos aquí mostrados, lo cual se hace con carácter exclusivamente informativo y / o promocional ]