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REMEDOS HEROICOS.


LA PARODIA DE LA IMAGEN DE CONAN.

 Gañán, parodia de Conan, parodiando al Death Dealer de Frank Frazetta © 2004 Francisco Nájera / Joseba Acebes


La parodia, la imitación burlesca de una obra de carácter serio, es un género que existe desde que existen los relatos; la oportunidad de burlarse o de buscar el prisma oculto a lo establecido se ha esgrimido desde siempre y cuando la cosa seria ha sido puesta en solfa por descreídos u otros que se aventuraron en las dobles lecturas, la parodia surge por sí misma.
En los cómics tampoco ha faltado la distorsión. Con las obras de abolengo, prístinas, históricas, rancias incluso para los lectores de generaciones posteriores, como Flash Gordon, Prince Valiant o Peanuts, no se suele recurrir por lo general a la parodia, sino al pastiche, a la imitación de su excelencia o ingenio. Cuando surgen otros géneros, como el western, el bélico, el terror, o la ciencia ficción, algunos círculos críticos vieron aquellos tebeos como representantes de una deformación del folclor y la mitología autóctona. Muchas obras supeditadas a un género recibieron varapalos por ello, aunque muchas veces en sentido más mordaz que paródico, e incluso se llegó a la autoparodia dentro de los mismos cómics que las publicaban.


 

La mayor risa se desató, por supuesto, con el advenimiento del comic book de superhéroes, subgénero que germinó como un escape colorista y relumbrón de una amalgama de las tradiciones mitológicas ajustadas al ecotipo urbanita del siglo XX. Los superhéroes llevaban inherente el paradigma de lo ridículo: el colorismo chillón (necesario para distinguirlos unos de otro en la batahola que se multiplicó en poco tiempo durante la llamada Golden Age –y más luego, en la Silver Age-), la moralidad robada al manual del perfecto boy-scout, la castidad como fórmula de beatitud, la razón práctica y el racionalismo científico en sus acciones siempre moralizantes, la asunción del deber y el amor por las barras y estrellas, etcétera, entre otros muchos lados más de este prisma que sí convierten algunos de esos tebeos en cómics de culto (por su crítica social, el análisis de la evolución de las generaciones americanas, los mensajes morales, la denuncia, la emoción, la aventura, la fantasía, la evasión, el didactismo...).

Tan apetitoso ha resultado siempre el chascarrillo, que los productores de cómics se han parodiado a sí mismos desde el principio: ya lo hizo Mad desde los años cincuenta, y también Marvel en variadas secciones de las publicaciones de su abanico editorial (Fred Hembeck era un maestro en eso), diversificándose luego hasta alcanzar la maestría con la serie de triste éxito 1963, con guiones de Alan Moore y publicada por Image en los años noventa.

Con los cómics de espada y brujería no podía ser menos. El género, depositario de truculencias, sexismos y apologías varias, pedía a gritos la chanza incluso antes de que fuese adaptado a la historieta. En América, Paul Anderson con su relato “El Bárbaro” fue uno de los primeros en parodiar la literatura de fantasía heroica definida por Robert E. Howard (recordemos que en España fue Ignacio Romero con su relato “Conan el sifilítico”, fanedición de Carlos Yáñez de 1985). Y cuando los tebeos de Conan comenzaron a publicarse, a partir de 1970, muchos detractores de los héroes violentos y salvajes vieron la oportunidad para desarrollar una crítica visceral sobre un género que agotaba desde un principio su propio planteamiento. Ya se sabe: el fortachón termina siendo a los ojos del público más exigente un estúpido salvaje que no usa la inteligencia, sino la fuerza bruta, para lograr sus propósitos.

Es verdad que en la literatura, en vez de detenerse a reflexionar, en ocasiones el héroe se lanza a la batalla pegando un grito de espanto por aquello de decir que es el más bravío; pero también muestra la literatura que estos héroes se mueven en un mundo demasiado inhóspito como para tildarlos de zotes a la primera de cambio: la experiencia que da la supervivencia, la astucia, la inteligencia sibilina y muchos otros factores, apostarían a Conan por encima de la media de cociente de inteligencia de la población. Pero hete aquí que no, el semidesnudo de dos metros es un tontaina, y normalmente está aquejado de algún déficit sexual (es posible en este caso, que la parodia sea una venganza froidiana). Los prototipos posteriores, la mitología popular instalada en el imaginario general con relación a los “action heroes” del cine como Stallone y Schwarzenegger, que en sus películas primeras y / o por razón de sus papeles eran tipos con mucho músculo y poco seso (su guión constaba de pocas frases, eso es incuestionable), reforzaron el tópico y, tras incorporar Arnold el papel de Conan, el público terminó por asociar a los personajes de ficción de laya bárbara con un bravucón lelo y adicto a los anabolizantes.

Echemos un vistazo a lo más representativo de las viñetas que se han ideado con vistas a parodiar bárbaros y, de paso, a los pastiches y aquellos homenajes revestidos de ironía o humor.

BÁRBAROS FESTIVOS AMERICANOS.

Resulta curioso que uno de los primeros que parodiaron a Conan fuera su primer artífice gráfico, Barry Smith, quien entre 1971 y 1972 quiso probar suerte en otros mercados simultáneamente a su trabajo en Marvel. Una de esas tentativas fue la historieta publicada en la revista crítico / satírica National Lampoon titulada "Gomorrah, the World", que incidía con rajásico humor en aspectos sociales y políticos para lo cual Smith parodió el espíritu de Conan y su diseño para los cómics. El protagonista se llamaba Norman the Barbarian, un bárbaro obeso que, tras ser asaltado por un grupo de marimachos, se interna en la ciudad de Cap-ados, capital de Mass Media, donde, con su espada / pluma despacha a los adoradores de Unisex y vence a un monstruoso octópodo llamado La Diosa Cabrona. El cómic es un verdadero desaguisado iconoclasta, una sátira ácida del movimiento feminista (por las amazonas que salen), de los iconos asexuados de los comic books (los Unisex), de los medios de comunicación de masas y la facción conservadora de la sociedad yanqui (simbolizada con el pulpo), a la que humilla explícitamente (“la jode” pues derrota el pulpo con su miembro viril).

En el seno de Marvel también se operó en alguna ocasión la parodia del cimmerio por medio de la caricatura (el filipino Alfredo Alcalá, en 1973 y 1974 elaboró caricaturas de Conan para los anuncios publicitarios de The Savage Sword of Conan y Savage Tales). Y en los magazines publicados por Warren también se utilizó en ocasiones a los bárbaros para protagonizar historietas en las que salían mal parados, aunque en este caso no debiera hablarse de parodia sino de una suerte de “metafantasía heroica”. Por ello, ha de buscarse en las editoriales minoritarias, las llamadas independientes, las evidencias más preclaras de la parodia del género.

Eso nos lleva a la empresa Aardvark-Vanheim, fundada por el canadiense Dave Sim, quien generó una parodia de Conan en su obra Cerebus the Aardvark, cuyo protagonista es un héroe bárbaro con el físico de un cerdo. Su creador utilizó el zoomorfismo para ello basándose en la creación de Steve Gerber Howard the Duck a la vez que utilizaba para su grafismo los estilemas del mencionado Smith. Así, Sim, en diciembre de 1977, lanzó Cerebus the Aardvark en Canadá, fanzine cuyas primeras entregas no eran otra cosa que un pastiche de las primeras aventuras ofrecidas en la serie de Marvel Conan the Barbarian.

Sim declaró abiertamente que se decidió a dibujar su propia serie, en un mercado tan vulnerable en su tiempo como el independiente, meramente porque le gustó como Smith había dibujado la nieve en el episodio "Frost Giant's Daughter". Así, el número uno de Cerebus, sustrajo parte del argumento de la historieta de Conan "The Tower of the Elephant" y, el dos, supuso una especie de secuela de "The Frost Giant's Daughter", y en ella calcó el ambiente que había propuesto Smith. Durante los siguientes Cerebus, siguió incorporando parodias de la cantera de bárbaros howardianos popularizados por Marvel como Red Sophia (en referencia a la heroína Red Sonja), Elrod (un remedo del Elric de Michael Moorcock, que también había pasado por las páginas de Conan the Barbarian), Bran Mak Mufin (en referencia al picto Bran Mak Morn de Howard), Cromag Macs Milc (de igual modo, pero del personaje Cormac Mac Art) o Krull (otro calco de Conan por mucho que la homofonía nos señale a Kull). Antes de alcanzar el número veinte de su publicación, el faneditor dio un viraje en su forma de narrar: utilizó sus páginas para esgrimir una sutil ironía sobre la sociedad en general y una reflexión sarcástica sobre los comic books en particular, dejó de mamar de la teta estilística de Smith e incorporó viñetas con un estilo propio que las ha elevado a la categoría de serie de culto.

Desde los años sesenta vivieron gran auge los cómics de la corriente undergroud, elaborados desde la marginalidad cultural, distribuidos desde la independencia, y abanderados de lo iconoclasta y lo respondón. En los tebeos de esa índole tuvieron cabida todo tipo de parodias, a veces ácidas, a veces crueles, de los estamentos sociales y, por descontado, de todo modelo de narración estandarizado, también el historietístico. La espada y brujería no se libró del denuesto, y es posible que la figura más representativa que hizo de la fantasía heroica su referencia para desarrollar sátiras del mito del héroe sito en parajes fantásticos sea Richard Corben, quien dedicó gran parte de su producción a satirizar el subgénero, recayendo de nuevo en el tópico de utilizar la estrategia de la burla por lo sexual o lo estulto, como demuestra su obra más famosa, Den, y bastantes de sus historietas cortas.

El cómic underground fue el asidero perfecto para todo tipo de autores deseosos de vilipendiar la vertiente manida de la fantasía heroica, y de entre toda la producción paupérrima que vio la luz resultan destacables dos trabajos. “The Tower of Valhalla”, dibujada por T. Bird, muestra al personaje Crnch de C’mere, quien jura por Crumb (apellido de una de las figuras descollantes del underground, aquí utilizado en recuerdo a Crom). La historieta parodia la historieta mítica de Conan “La Torre del Elefante”, con un humor en principio ramplón pero luego con inteligente mordacidad, y con un dibujo elegante y una narratividad muy conseguida (existe traducción al castellano en el número 76 de la recordada revista de ciencia ficción Nueva Dimensión, de abril de 1976). La segunda historieta sobre la que quiero llamar la atención recibió el título en castellano “Testiculos el tautólogo”; dibujada por Jason, resulta llamativa porque enfrenta a dos personajes bárbaros, uno de ellos retratado como el Conan de Smith y, el otro, como el Conan de Frank Frazetta.

Y no podemos dejar de mencionar otros casos de bárbaros guiñolescos publicados en los EE UU durante los años ochenta: En 1982, Paul Smith, uno de los imitadores de Barry Smith y que cosechó luego gran éxito en los comic books de mutantes, escribió y dibujó la historieta con formato de daily strip titulada “Conan the Conmuter”, donde dibujaba a un bárbaro prototípico en el Nueva York contemporáneo. Con fecha de febrero de 1982, el antes mencionado Dave Sim sirvió la primera de sus breves colaboraciones en viñetas para la prestigiosa revista Epic Illustrated, la que fue publicada en el número 16 de aquella cabecera y que consistía en dos páginas en blanco y negro tituladas “Arnold The Isshurian”, una suerte de parodia de Conan protagonizada por el musculitos que le había dado vida en el cine y resuelta la historieta como un homenaje a Windsor McCay, el creador de Little Nemo. Era esta obra una verdadera delicia y Sim volvería a publicar historietas cercanas a la parodia de este subgnérero fantástico en los números 26, 28, 30 y 32 de Epic. Más hilarante si cabe fue “Conehead the Barbituate”, bárbaro de cortas miras que protagonizó una inolvidable historieta en el número 235 de la revista MAD (diciembre de 1982), donde se volvía a parodiar la película de Milius en cinco páginas del artista Don Martín escritas por Dick de Bartola. Una obra muy en la línea del Groo de Aragonés y muy simpática. Para terminar este repaso, es de rigor citar el ejemplar de la publicación autoparódica de Marvel What The...?, nacida en 1988, que dedicó un ejemplar monográfico a los bárbaros bajo el título “The Savage Wit of What The...?”, donde el protagonista de la mayoría de las historietas es un tal Moanin’ the Barbarian, que también caía en desgracia por estúpido, borrachuzo y sesicorto.

BÁRBAROS CHUSCOS DE ACÁ.

El interés por la parodia no tardó en saltar el charco y en los países europeos pronto surgieron historietistas que desearon realizar su propia versión cómica del bárbaro. Existen bastantes ejemplos sobre parodias europeas de Conan y personajes afines, y de todas ellas es reseñable la creación francesa de Coucho y Pailler Déconan le Barbaresque, donde explotan el tópico del salvajismo y la estupidez mezclando los espíritus del americano Kurtzman y del francés Gotlib, con lo que, a tenor del crítico galo Jacques Goimard, echan un vistazo a la sociedad humana más desde los ojos de Cervantes que desde los de Conan. En su país natal se recogió en álbum en 1979, en España disfrutamos de cinco historietas del personaje publicadas en la revista Vértigo.

No han sido muy abundantes las aportaciones a la espada y brujería paródica de Conan hechas por españoles. Una de las más brillantes aportaciones en este sentido han sido las del asturiano Víctor de la Fuente, genio indiscutible de nuestra historieta, que en el alborear de los ochenta destinó a través de agencia una historieta de bárbaros de laya cómica a la revista Epic Illustrated: “Chun-tarr. The Undaunted” la cual llevó guión de Roger Stern para aparecer en el núm. 20 del magacín de Marvel, en diez páginas publicadas en octubre de 1983 (En España, se publicó como “Chun-tarr. El impávido”, en Aventuras Bizarras, 15, en 1984). Fantasía heroica menos pura, pero fantasía heroica al fin y al cabo, es la que etiqueta el producto del historietista Jordi Bernet, con guión de Antonio Segura, Sarvan, una heroína a caballo entre lo erótico / lúdico y lo épico / cómico.

Un caso especial, que nos atrevemos a comentar en este apartado dedicado a lo español, es el de Sergio Aragonés. Aunque nació en Castellón, pasó su pubertad en México y se establece en los Estados Unidos desde 1960, donde crea para la editorial Pacific Comics Groo the Wanderer en colaboración con Mark Evanier, la cual se publicó en España primero como Groonan y luego con su título original, por Planeta DeAgostini en ambos casos. Groo, prototipo de la inutilidad humana, es un bárbaro lejanamente basado en la efigie Conan, por más que pueda parecer otra cosa. Es posible que Aragonés lo idease como parodia inteligente del género en un principio, mas tras su dilatada andadura editorial, el genial tono humorístico que exhibe lo ha colocado en un aparte de los tebeos meramente paródicos y como uno de los clásicos del cómic yanqui.

Llegados a este punto, no pueden dejarse de lado las (a veces) divertidas parodias de corte degradante pasto de los adictos a la afición de Onán y que ciertos autores españoles han realizado del personaje Conan (el juego de los nombres Conan / Onán resulta fácil, y ha habido astutos detractores de la literatura de espada y brujería que no han tardado mucho en tildar a los lectores de tales relatos de “conanistas”). Estas historietas de calidad mísera han servido a alguno que otro como trampolín de sus afanes profesiones, caso del autor que ha dibujado durante 1996 y 1997 al verdadero Conan para publicaciones del sello italiano Marvel Internacional Mike Ratera, uno de cuyos primeros trabajos publicados, “Coñan” (en el hoy mítico fanzine Zero) fue de este cariz. JAFAR también intentó dar el salto con su “Mariconan”, pero no lo logró.

Otros casos ni de trampolín han servido, pero no dejan de tener su aquel. Me refiero a las parodias zafias y sexistas “La Espada Chalvaje de Coñan el Bárbaro” y “La Pilila Salvaje de Coñan el Bestia” de los dibujantes Xavi y Kike, respectivamente, para las revistas sicalípticas La Judia Verde y El Cuervo, sin duda anecdóticas para el iniciado en la cosmología particular del cimmerio, pero poco más. La mentada revista El Cuervo dedicó dos especiales a caricaturizar de modo harto salaz todo género historietístico, El Erotismo en el Comic Mundial, en cuyo primer número se parodió la espada y brujería. En sus páginas Xavi incluyó una de sus entregas de “La Espada Chalvaje de Coñan”, permitiendo que la tal tizona se corra de gusto con la posibilidad del ansia de batalla (hasta sus armas son eyaculadoras precoces), y el autor Manel Ferrer realizó la tira “Coñan”, donde también la deficiencia sexual es utilizada como germen de la risa bufa.

En el comienzo de la década de 1980, el mismo Manel hizo uso de la parodia de un modo enormemente inteligente en la fabulosa revista editada por el tristemente fallecido Josep Toutain Comix Internacional. Construyó una serie de medias páginas excelentes en lo de ridiculizar al bárbaro y sus tópicos hábitos que comenzó por titular “Los Héroes”, en la primera entrega, en el número 17 del tebeo. Desde el número 18, decidió encabezarlas con el título “Maneladas” para dar en ellas cabida a parodias de otros géneros, como el western o, en un caso, los superhéroes, hasta su conclusión en el número 38 (a la parodia del fantasy dedicó Manel las entregas publicadas en los números 17 a 21, 25, 26, 29, 32, 33 y 37).  Más recientemente éste autor incluyó una parodia sobre el tema en el número 19 de publicación Penthouse Comix, de junio de 1997, llamada “Coñan el Barbarillo”. Aquí el pobre guerrero demuestra en un coito / enfrentamiento contra Conxyta la Cafre que es un pésimo amante y que su nivel intelectual es el de un imbécil. La historieta se canaliza en torno a la cuestión sexual también, pero resulta muy divertida.

Últimamente, la parodia bárbara pervive en el ánimo y la ilusión de historietistas, tanto neófitos como experimentados. Recientes ejemplos los tenemos en las historietas "El último combate", una historieta del hoy admirado Jaime Martín, “Cohonan”, de los cántabros Yeyo, Chechu y Fede, y “Oorg el bárbaro”, del experimentado Joseba Acebes Acha, quienes combinan buenos dibujos con buen humor en el número 1 de la publicación santanderina Manicomic (distribuido en noviembre de 1997). Pero el más preclaro cómic paródico de la fantasía heroica los últimos tiempos es, indiscutiblemente, Gañán, la obra de este jienense Francisco Nájera Ortega.

El personaje de Gañán surgió como deseo expreso del autor de participar en la corriente jolgoriosa del cómic de humor que utiliza la parodia como presupuesto de partida. Fue en 1995 que la revista sevillana Círculo Andaluz de Tebeos presentó al personaje Gañán, creación de Nájera con la que pretendía satirizar al bárbaro de Marvel en cuanto a su fisonomía, su entorno y su porte vagabundo, pero revistiéndolo de casticismo netamente hispano: Gañán esgrime una cheira, se expresa como un personaje secundario de El Quijote y frecuenta lugares donde la picaresca anida por doquier. Las primeras apariciones de este peculiar bárbaro vieron la luz en algunos fanzines españoles de raigambre, como Lhork, El Boletín y Barzelona, y no queriendo detenerse ahí, Nájera quiso ampliar su proyecto Gañán y creó una serie propia editada bajo el sello Alacrán Comics en 1998. Gañán el Bestiajo, aparte de otras esporádicas apariciones, contó con tres comic books publicados hasta 2001.

La última de las parodias logradas de Conan que hemos visto en España han sido una publicitaria y una pornográfica. La primera ha sido la realizada por el dibujante Enrique Jiménez Corominas para la empresa de alimentación Helios. La revista de promociones de este grupo empresarial, Buenos días, solicitó al autor vallisoletano una historia de seis páginas en la que se ironizaba sobre la fortaleza del guerrero alimentado con los productos de la casa. Aquella historieta fue ofrecida por entregas en los números 29, 30 y 31 de la publicación promocional, entre junio y octubre de 2000. En galería aneja ofrecemos la cubierta de uno de los ejemplares y algunas páginas interiores. La producción erótica del autor gallego Norberto La leyenda del caballero despoyado (que comenzó a ofrecerse por entregas en la revista Eros Comix desde el año 2000 a partir de por la historieta "El tampón de la princesa Brígida") constituye otro trabajo paródico de estupendo dibujo ambientado en un mundo medievo fantástico donde la imagen del héroe de fantasía heroica es la de un guerrero emasculado ducho en artes amatorias. Sus proezas en un mundo eminentemente machista y sodomita donde las doncellas caen rápidamente rendidas ante los embates de los hombres resultan divertidas si se toma la suficiente distancia, se repara en la calidad del historietista y no se recurre a la calificación moral.

Estas últimas obras mencionadas, las de Nájera, Norberto y Corominas pasan por ser lo mejor de la parodia de los cómics bárbaros hecha en España (no nos olvidamos de los supravalorados personajes de Cels Piñol, pero los obviamos por estar toda su obra edificada sobre la parodia y el pastiche). Porque está bien tratar en clave de humor la parcela más truculenta de la fantasía, pero mejor está que se realice con oficio.

 
   

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