«REPORTAJES:
Francisco SOLANO LOPEZ
por Andrés Accorsi
DE LOS GRANDES MAESTROS QUE DIO LA HISTORIETA ARGENTINA EN SUS AÑOS
DORADOS, POCOS CONSERVAN LA VIGENCIA Y LA PROYECCION DE LA QUE GOZA
SOLANO LOPEZ. EL HOMBRE QUE PASO A LA HISTORIA COMO EL CO-CREADOR DE EL
ETERNAUTA ES TAMBIEN UN HOMBRE HUMILDE, CORDIAL Y LABORIOSO, QUE SE
REENCONTRO RECIENTEMENTE CON LA ARGENTINA DESPUES DE LARGOS AÑOS DE
AUSENCIA. CON USTEDES, SOLANO LOPEZ.
AA: ¿Cuándo y dónde nació?
SL: Acá, en la Capital, en la calle Córdoba, en el año 1928.
AA: ¿Y cómo decidió ser dibujante de historietas?
SL: Lo que me decidió fue que, a pesar de toda la guerra que me hacía mi
madre, no podía dejar de dibujar. Yo dibujo desde antes de aprender a
escribir. Y cuando murió mi padre, perdí al único aliado que me alentaba
en forma discreta y silenciosa. Y toda esa onda negativa me hizo parar
un poco hasta que en la adolescencia, a los 12 o 15 años, retomé el
dibujo y ya no paré más. En el medio pasé por el Liceo Militar, estudié
Derecho y trabajé en el Banco Nación. Pero siempre, abajo de los papeles
o de la máquina de escribir, tenía dibujos. Al final decidí que tenía
que unir, no separar. Que tenía que tomar al dibujo como medio de vida.
AA: ¿Cómo empezo a vivir de esto?
SL: Empecé buscando, primero en publicidad. A mí me gusta mucho dibujar
chicas y pensé que eso me ayudaría a entrar en la publicidad. Y a pesar
de la oposición familiar y mis otros trabajos, fui abriendo un camino,
un período de adaptación a la publicidad que se hizo bastante difícil.
Hasta que un día terminé abandonando la facultad, abandonando el empleo
en el banco y metiéndome de lleno a dibujar, a ver que conseguía. Yo no
había sido un fanático de la historieta en los años previos, pero me
gustaba dibujar escenas de acción que reproducía de las películas de
guerra o las de Tarzán, y bueno... empecé a llevar muestras a las
editoriales, a visitar dibujantes y finalmente, a los 22 o 23 años, pude
empezar a colaborar en Columba y en Editorial Abril. Y desde ahí no
paré.
AA: Demos un salto hasta la época en la que usted se hace famoso, que es
su época junto a Héctor Oesterheld. ¿Qué recuerda de ese entonces?
SL: Tanto yo como los demás muchachos que estábamos en ese grupo que
convocó Oesterheld estábamos muy contentos porque yo, por empezar,
estaba trabajando en Editorial Abril, dibujando una historieta escrita
por él, que era Bull Rocket. Entonces, dejar la estructura de la
editorial, siempre más tirante o con algunas aristas que no eran siempre
de nuestro agrado, y entrar a colaborar directamente con una persona a
la que admirábamos, respetábamos y nos divertía mucho trabajar con sus
guiones, fue fantástico. Estábamos todos encantados. Y creo que el éxito
de la editorial en esa época se debió al buen ensamble entre el talento
de Oesterheld, que nos daba a cada uno el tipo de historias en las que
estábamos queriendo trabajar y de este trabajo que hacíamos nosotros con
tan buena predisposición.
AA: Cuéntenos alguna anécdota o algún detalle de la trastienda de El
Eternauta...
SL: En esa época yo vivía por acá, por Belgrano, y trabajaba en casa, en
una pieza al fondo. Pero al lado se puso una obra en construcción, justo
frente a mi estudio. Y yo no podía soportarlo. Entonces me fui a
trabajar a la casa de un amigo que vivía a tres cuadras, en la casa de
los padres, que tenían un jardín enorme y piezas atrás, en el fondo. Y
ahí trabajaba con Julio Schiaffino, que ahora volvió a trabajar conmigo.
Y todos los amigos venían a ver, fresquito en la mesa de dibujo, qué le
pasaba al Eternauta. Mis amigos, los hermanos, los padres, todos venían
a ver qué le pasaba. Estaban todos esperando, incluso yo, el guión
manuscrito (porque él no escribía a máquina) que mandaba Oesterheld. Fue
una época muy linda, en un lugar lleno de árboles, con el apoyo y el
respeto de los que nos rodeaban.
Y ahí tuve un poco el feeling de que la historieta que estábamos
haciendo tenía algo especial. Además era exactamente el tipo de historia
que yo tenía ganas de hacer. De hecho, había surgido de una conversación
con el propio Héctor, cuando me dijo que las revistas andaban bien y que
él y su hermano estaban pensando en editar un suplemento semanal. Como
querían que yo colaborara también en el suplemento, me preguntaron qué
tenía ganas de hacer. Y yo, que venía haciendo Rolo en Hora Cero, quería
hacer ciencia-ficción, pero con un criterio más realista, más
comprometido, más próximo al lector y de ahí salió la idea de El
Eternauta por parte de Héctor.
AA: Y casi veinte años más tarde, ¿cómo salió la idea de hacer El
Eternauta II?
SL: Yo estuve fuera del país entre los años '63 y '68. Cuando surgió lo
de El Eternauta II yo estaba trabajando fuerte para la editorial inglesa
Fleetway, tenía un equipo grande trabajando. Pero yo sentía que eso
estaba cumpliendo su ciclo, estaba fatigándome y empezaba a pensar en
preparar algún proyecto independiente o en viajar al exterior. Acá era
una época muy movida, estamos hablando de los años '75 y '76. Incluso
creo que los últimos capítulos los terminé de dibujar en España o poco
antes de irme. Y de pronto, me llamaron de Récord, la editorial que
habían abierto Alfredo Scutti y Zerboni, para ofrecerme entrar a la
revista Skorpio. Para ese entonces yo andaba detrás de los originales de
El Eternauta, que habían quedado en poder de un imprentero que se los
había tomado a Oesterheld como parte de pago de una deuda. Los
originales eran míos, pero se los tenía que comprar y yo no tenía la
plata que me pedía. Finalmente se los compró Zerboni y se los llevó a
Italia.
De todo el material que esta gente intentaba recuperar, lo que más les
interesaba era El Eternauta. Ahí me di cuenta por primera vez de la
vigencia que tenía El Eternauta. Cuando salía originalmente, yo tomaba
la popularidad de la revista no como un éxito personal, sino como un
trabajo en conjunto. No habían datos que pudieran aclararnos cuál de las
historietas que hacíamos era la más popular, si Randall, o Ticonderoga,
o El Eternauta... yo veía que la revista tenía repercusión y recién
muchos años después, cuando vi el interés que despertaba reeditar El
Eternauta, tuve la prueba de que esa era la historia que había quedado
más prendida en el público.
Entonces me llamaron para trabajar en la reedición y en la continuación.
Y lo habían llamado a Héctor, con quien yo había perdido contacto
después de mis años en Europa. Ahí me enteré de que andaba en una
situación delicada por su militancia en Montoneros y demás. Y todo el
trabajo de la segunda parte él lo hizo prácticamente en forma
clandestina, apareciendo subrepticiamente en la editorial para entregar
los guiones o mandándolos por terceros. Yo lo vi una o dos veces más y
las últimas veces fue cuando yo protesté porque él se excedía en el
contenido militante y subversivo. No es que yo les tuviera simpatía a
los militares ni a su sistema, sino que lo que él proponía, el mensaje
de Montoneros, tampoco era de mi agrado. Y el personaje se desvirtuó. Yo
ya no sentía al personaje. Me molestaba hacerlo porque el personaje se
me movía y hacía y decía cosas que no encajaban.
AA: ¿En qué año vuelve a irse del país?
SL: En el '77 me fui, no por problemas políticos míos, sino porque desde
antes venía planeando viajar para intentar entrar en el tipo de trabajo
que se estaba haciendo en Europa, el trabajo independiente. Quería
abrirme un poco del sistema de la Fleetway, que en su momento me dio
muchas satisfacciones y bastante plata, pero ya estaba un poco saturado.
Paralelamente, mi hijo cayó preso y yo trabajé para que lo dejaran salir
y me comprometí a que si lo ponían en libertad a Gabriel, nos íbamos
para siempre. Y así se sumaron ambos factores. Con el pasaje a la vista,
me devolvieron a mi hijo y nos fuimos.
AA: Esta etapa suya en España, la de Ana y las Historias Tristes, tiene
mucho de compromiso político, mucha bronca, mucho dolor por lo que
estaba pasando acá. ¿Como logró todo ese sentimiento desde tan lejos?
SL: Porque lo tenía a Gabriel al lado mío. El me transmitía esa vivencia
sin necesidad de manosear el asunto, porque tratábamos de hablar lo
menos posible de eso. Pero como Gabriel escribía cuentos y poesías y
vivíamos juntos y nos iban a visitar muchos amigos que habían salido de
la cárcel, o que se habían escapado antes, o que se habían salvado,
vivíamos un poco ese clima. Y esa preocupación, ese sentimiento nos
sensibilizó. Fue bueno, porque tanto él como yo desahogamos muchas
cosas. Eso creó una especie de nexo entre nosotros.
AA: Por las fechas que estamos manejando, hay una historieta suya que no
me encaja, que es Calle Corrientes, la que hacía en SuperHUM® con guión
de Saccomanno...
SL: No, claro, porque entre el año '78 y '79 yo volví a Buenos Aires y
me quedé un año y medio. Y ahí es donde enganché ese trabajo. Hice dos
capítulos. Ni bien llegué a España hice el tercero y cuando Saccomanno
me mandó el cuarto o quinto capítulo, ya no lo podía dibujar. Me faltaba
el gustito de acá y mi cabeza estaba en otra cosa.
AA: ¿Y El Eternauta Tres? ¿Cómo lo engancharon para hacer algo así?
SL: Yo no quería, no quería y hasta el último momento no quise. No
quería saber más nada con El Eternauta y al final me pidieron por favor
que hiciera aunque sea una guía de estilo. Y les hice algunas caras,
sobre todo para los primeros capítulos, algunas cabezas para que usaran.
Yo ya me iba, estaba con toda una serie de problemas y lo hice como un
favor para que me dejaran en paz y con la condición de que mi nombre no
fuera mencionado, porque no correspondía.
AA: De esta misma época debe ser Slot-Barr, su primera colaboración con
Ricardo Barreiro...
SL: Si, ese fue un trabajo que se fue haciendo más de a poco y lo empecé
a principios del '77, antes de irme a España con Gabriel. Fueron 12 o 13
capítulos hechos muy de a poco.
AA: ¿Es cierto que había una secuela de Slot-Barr pero los originales a
color se quemaron en un incendio?
SL: Si. En ese año y medio que estuve, cuando vi que en Buenos Aires no
me sentía cómodo, sentí la necesidad de volver a salir. Y me fui a
Europa a explorar cómo estaban las cosas, con la idea de estar tres o
cuatro meses y después volver. A los 20 días de irme, se produjo un
cortocircuito y se incendió mi estudio. Y no volví nunca más, hasta
ahora.
AA: ¿Cuándo y por qué se muda de España a Brasil?
SL: Cuando me vuelvo a encontrar con una señora que me gustaba mucho,
que pasó por Madrid y, como no se quiso quedar, yo me fui atrás de ella.
Eso fue en el '83 u '84. Es la época en la que hicimos Evaristo con Sampayo. Fueron 180 páginas que empecé en España y terminé en Brasil.
Poco después retomé el trabajo constante con Barreiro.
AA: Y actualmente sigue trabajando con él...
SL: Si. Estamos haciendo El Dia del Juicio para Italia y acá lo estaba
comprando Columba, pero lo cortó. También estamos preparando una
continuación de El Instituto que se llama El Prostíbulo del Terror. Las
protagonistas son las dos chicas que sobreviven al Instituto, pero
además aparecen el Dr.Jeckyll, Mr.Hyde, el propio Stevenson, Freud, que
intenta curar al Dr.Jeckyll y hasta Sherlock Holmes y Conan Doyle. Es
una historia muy loca, muy divertida y tanto La Cúpula como
Fantagraphics están interesados en publicarla.
Además para La Cupula estoy haciendo unos unitarios eróticos que se
llaman Silly Symphonies, pero ahora las voy a cortar para dedicarme al
Prostíbulo. Y para EEUU estoy haciendo La Mujer Avispa, para la
editorial de Roger Corman. El guión es de Jim Woodring, con quien ya
trabajé en Freaks. En estos días voy a empezar el primer capítulo.
AA: Volviendo al tema de El Eternauta, ¿Scutti le paga cada vez que lo
reedita?
SL: ¿A mí? (carcajada) No, no.
AA: ¿Y cuál es su posición respecto de la pugna judicial por El
Eternauta?
SL: Y, por ahora, me mantengo al margen y expectante. Yo no tengo ningún
juicio contra nadie. El juicio que tiene Scutti es con Elsa Oesterheld,
debido a que ella percibió que había cometido un error, porque había
hecho una cesión de derechos perjudicando y pasando por encima los
derechos de sus nietos, que eran menores de edad, y los míos. Ella
reconoce su error y por eso inició esa acción, un juicio que ha durado
muchos años. Yo nunca hice nada respecto de ese error que ella cometió
por una cuestión de amistad y de comprensión por la situación trágica
que ella vivió.
Creo que esto empezó con un malentendido. Cuando yo me fui a España en
el '77, le dije a Elsa que no tenía interés en seguir trabajando con El
Eternauta, porque había estado rodeado de circunstancias muy dramáticas
y muy traumáticas como para que yo siguiera en contacto con el
personaje, a pesar de que había interés en filmar una película y demás.
Yo le dije a Elsa "Si vos podés sacar algún provecho de este material,
que sé que te hace falta, quedás en libertad de hacerlo". Yo no le dije
que le regalaba los derechos y quizás ese sea el origen de la confusión,
porque yo no hablé en términos jurídicos. Ella no entendió bien e hizo
esa cesión de derechos, que es la que ahora se intenta anular.
De todos modos, en ese contrato a mí no se me menciona. Seguramente por
consejo de los abogados, se habla de la cesión de la obra literaria El
Eternauta, como si Héctor hubiera producido una novela de El Eternauta
que existía independientemente. Así, ella no tendría por qué darme
cuenta de esta acción. Eso me molestó y, cuando volví, le hice notar a
ella y al abogado que ese supuesto libro o novela de El Eternauta era
posterior al nacimiento de El Eternauta. El Eternauta había nacido en
historieta, paulatinamente, episodio a episodiio, en un trabajo de
colaboración entre Héctor y yo, de común acuerdo.
Por eso también me molestó cuando Héctor decidió, sin consultarmeni
participarme de su decisión, hacer una segunda versión con algunas
modificaciones, con Alberto Breccia. Eso no pasó a mayores porque yo por
amistad, por no darle vueltas al asunto y porque después conté con el
pedido de disculpas público de Alberto, que reconoció que mi versión era
la verdadera y que la suya había fracasado, no hice nada y dejé pasar
por alto esas cosas. Y ahora estoy esperando que salga el fallo final de
la Cámara de Apelaciones respecto de la situación legal de la obra.
Mientras tanto, sigo sin recibir ningún beneficio.
AA: Cambiando de tema, ¿por qué le parece que perdió fuerza todo el
movimiento del comic adulto que se impuso en Europa en los años '70 y
'80?
SL: Tendría que reflexionar un poco sobre eso. Estos 10 años que pasé en
Brasil hicieron que se me dificultara mantener las relaciones con los
editores con los que me movía cuando vivía en Europa. Y le perdí un poco
el hilo a la evolución que tuvo el comic en Europa, esa pérdida de
interés por parte del público. Lo único que puedo hacer es reflexionar
sobre el progresivo agotamiento de esa variante adulta que, me parece a
mí, se dio por falta de talento tanto de los guionistas como de los
dibujantes. No es mi intención criticarlos, porque creo que hay
guionistas y dibujantes muy buenos, pero me parece que como expresión
cultural adulta, nunca llegó a serlo del todo.
Creo que se quedó en el nivel de la historieta juvenil, algo así como
una película de aventuras un poco más comprometida, con más fuerza y
menos limitaciones; con una mayor libertad de expresión en los aspectos
políticos, sexuales, sociales... En aquella época la historieta tuvo
mucho compromiso social político, como movimiento de protesta de la
juventud. Pero se agotó, no se renovó. No pasó del género de aventuras.
Yo, con Carlos Sampayo y con mi hijo Gabriel, intenté no hacer una
producción simplemente de entretenimiento, sino una obra comprometida
desde el punto de vista literario, gráfico y ético. Pero no tuvo
vigencia. Creo que a este tipo de trabajo le queda un público muy
reducido, que puede existir, pero que no alcanza para sostener
económicamente la producción en forma de industria.
AA: Ahora parece estar mucho mas de moda el comic porno, un genero que
usted tambien cultiva. ¿Por donde cree que pasa este auge de lo erotico?
SL: Pasa un poco por la pulsion erotica de la juventud y del publico en
general. Por la liberacion cada vez mayor de los tabues de la gente, que
tiene menos limitaciones para acceder a este tipo de produccion y por
una perdida de valores, de ilusiones, de idealismo de la sociedad en
general, que no se siente comprometida con ninguna esperanza de mayor
vuelo. Esto es lo que podria llamarse "negativo". Pero hay otra parte
que a mi me parece positiva y que es la forma en que encaro mi trabajo,
que es la desmitificacion del sexo, en el sentidoque les doy yo a mis
historietas, donde no intervienen la perversion, ni el sadismo ni la
violencia. Esto no es una cosa tabu ni pecaminosa ni nada, sino una
forma de diversion, de abstraccion, de expansion en esta sociedad tan
poco ilusionada. Ademas, a mi siempre me gustaron las chicas. Si no hice
historietas eroticas antes, es porque no se podia (risas). Ahora hay
espacio para hacerlas.
AA: ¿Sigue leyendo historietas?
SL: No... me divierto mas haciendolas. No porque no me interese lo que
se esta haciendo, sino porque tengo poco tiempo. Y quizas lo que se hace
no me llama mucho. Tampoco sigo a algun autor en especial. Me interesan,
por ejemplo, Manara y Moebius. Manara, por la perfeccion y la habilidad
grafica en el campo de lo erotico. Y Moebius me parece un gran artista,
un gran dibujante, con una gran imaginacion, una gran personalidad y
resuelve muy bien todo lo que hace.
AA: Ultima: ¿Como definiria su estilo? ¿Hacia donde orienta su busqueda?
SL: Lo que yo busco en mi trabajo es una narracion grafica limpia, bien
explicita, dramatica y con un contenido. Quiero personajes que reflejen
la psicologia y el estado de animo. No me preocupo tanto por una
perfeccion tecnica, sino que someto eso a la claridad y a la
expresividad de la narracion grafica. No tengo mas secretos que estos. »
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