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ACCORSI, Andrés (1995): “Reportajes: Francisco Solano López”, en Comiqueando, # 12, Comiqueando Press, Buenos Aires (V-1995)


[ Imagen: Portada de la edición española de Slot-Barr, por Solano López ]

Edición española de Slot-Barr

«REPORTAJES: Francisco SOLANO LOPEZ
por Andrés Accorsi
DE LOS GRANDES MAESTROS QUE DIO LA HISTORIETA ARGENTINA EN SUS AÑOS DORADOS, POCOS CONSERVAN LA VIGENCIA Y LA PROYECCION DE LA QUE GOZA SOLANO LOPEZ. EL HOMBRE QUE PASO A LA HISTORIA COMO EL CO-CREADOR DE EL ETERNAUTA ES TAMBIEN UN HOMBRE HUMILDE, CORDIAL Y LABORIOSO, QUE SE REENCONTRO RECIENTEMENTE CON LA ARGENTINA DESPUES DE LARGOS AÑOS DE AUSENCIA. CON USTEDES, SOLANO LOPEZ.
AA: ¿Cuándo y dónde nació?
SL: Acá, en la Capital, en la calle Córdoba, en el año 1928.
AA: ¿Y cómo decidió ser dibujante de historietas?
SL: Lo que me decidió fue que, a pesar de toda la guerra que me hacía mi madre, no podía dejar de dibujar. Yo dibujo desde antes de aprender a escribir. Y cuando murió mi padre, perdí al único aliado que me alentaba en forma discreta y silenciosa. Y toda esa onda negativa me hizo parar un poco hasta que en la adolescencia, a los 12 o 15 años, retomé el dibujo y ya no paré más. En el medio pasé por el Liceo Militar, estudié Derecho y trabajé en el Banco Nación. Pero siempre, abajo de los papeles o de la máquina de escribir, tenía dibujos. Al final decidí que tenía que unir, no separar. Que tenía que tomar al dibujo como medio de vida.
AA: ¿Cómo empezo a vivir de esto?
SL: Empecé buscando, primero en publicidad. A mí me gusta mucho dibujar chicas y pensé que eso me ayudaría a entrar en la publicidad. Y a pesar de la oposición familiar y mis otros trabajos, fui abriendo un camino, un período de adaptación a la publicidad que se hizo bastante difícil. Hasta que un día terminé abandonando la facultad, abandonando el empleo en el banco y metiéndome de lleno a dibujar, a ver que conseguía. Yo no había sido un fanático de la historieta en los años previos, pero me gustaba dibujar escenas de acción que reproducía de las películas de guerra o las de Tarzán, y bueno... empecé a llevar muestras a las editoriales, a visitar dibujantes y finalmente, a los 22 o 23 años, pude empezar a colaborar en Columba y en Editorial Abril. Y desde ahí no paré.
AA: Demos un salto hasta la época en la que usted se hace famoso, que es su época junto a Héctor Oesterheld. ¿Qué recuerda de ese entonces?
SL: Tanto yo como los demás muchachos que estábamos en ese grupo que convocó Oesterheld estábamos muy contentos porque yo, por empezar, estaba trabajando en Editorial Abril, dibujando una historieta escrita por él, que era Bull Rocket. Entonces, dejar la estructura de la editorial, siempre más tirante o con algunas aristas que no eran siempre de nuestro agrado, y entrar a colaborar directamente con una persona a la que admirábamos, respetábamos y nos divertía mucho trabajar con sus guiones, fue fantástico. Estábamos todos encantados. Y creo que el éxito de la editorial en esa época se debió al buen ensamble entre el talento de Oesterheld, que nos daba a cada uno el tipo de historias en las que estábamos queriendo trabajar y de este trabajo que hacíamos nosotros con tan buena predisposición.
AA: Cuéntenos alguna anécdota o algún detalle de la trastienda de El Eternauta...
SL: En esa época yo vivía por acá, por Belgrano, y trabajaba en casa, en una pieza al fondo. Pero al lado se puso una obra en construcción, justo frente a mi estudio. Y yo no podía soportarlo. Entonces me fui a trabajar a la casa de un amigo que vivía a tres cuadras, en la casa de los padres, que tenían un jardín enorme y piezas atrás, en el fondo. Y ahí trabajaba con Julio Schiaffino, que ahora volvió a trabajar conmigo. Y todos los amigos venían a ver, fresquito en la mesa de dibujo, qué le pasaba al Eternauta. Mis amigos, los hermanos, los padres, todos venían a ver qué le pasaba. Estaban todos esperando, incluso yo, el guión manuscrito (porque él no escribía a máquina) que mandaba Oesterheld. Fue una época muy linda, en un lugar lleno de árboles, con el apoyo y el respeto de los que nos rodeaban.
Y ahí tuve un poco el feeling de que la historieta que estábamos haciendo tenía algo especial. Además era exactamente el tipo de historia que yo tenía ganas de hacer. De hecho, había surgido de una conversación con el propio Héctor, cuando me dijo que las revistas andaban bien y que él y su hermano estaban pensando en editar un suplemento semanal. Como querían que yo colaborara también en el suplemento, me preguntaron qué tenía ganas de hacer. Y yo, que venía haciendo Rolo en Hora Cero, quería hacer ciencia-ficción, pero con un criterio más realista, más comprometido, más próximo al lector y de ahí salió la idea de El Eternauta por parte de Héctor.
AA: Y casi veinte años más tarde, ¿cómo salió la idea de hacer El Eternauta II?
SL: Yo estuve fuera del país entre los años '63 y '68. Cuando surgió lo de El Eternauta II yo estaba trabajando fuerte para la editorial inglesa Fleetway, tenía un equipo grande trabajando. Pero yo sentía que eso estaba cumpliendo su ciclo, estaba fatigándome y empezaba a pensar en preparar algún proyecto independiente o en viajar al exterior. Acá era una época muy movida, estamos hablando de los años '75 y '76. Incluso creo que los últimos capítulos los terminé de dibujar en España o poco antes de irme. Y de pronto, me llamaron de Récord, la editorial que habían abierto Alfredo Scutti y Zerboni, para ofrecerme entrar a la revista Skorpio. Para ese entonces yo andaba detrás de los originales de El Eternauta, que habían quedado en poder de un imprentero que se los había tomado a Oesterheld como parte de pago de una deuda. Los originales eran míos, pero se los tenía que comprar y yo no tenía la plata que me pedía. Finalmente se los compró Zerboni y se los llevó a Italia.
De todo el material que esta gente intentaba recuperar, lo que más les interesaba era El Eternauta. Ahí me di cuenta por primera vez de la vigencia que tenía El Eternauta. Cuando salía originalmente, yo tomaba la popularidad de la revista no como un éxito personal, sino como un trabajo en conjunto. No habían datos que pudieran aclararnos cuál de las historietas que hacíamos era la más popular, si Randall, o Ticonderoga, o El Eternauta... yo veía que la revista tenía repercusión y recién muchos años después, cuando vi el interés que despertaba reeditar El Eternauta, tuve la prueba de que esa era la historia que había quedado más prendida en el público.
Entonces me llamaron para trabajar en la reedición y en la continuación. Y lo habían llamado a Héctor, con quien yo había perdido contacto después de mis años en Europa. Ahí me enteré de que andaba en una situación delicada por su militancia en Montoneros y demás. Y todo el trabajo de la segunda parte él lo hizo prácticamente en forma clandestina, apareciendo subrepticiamente en la editorial para entregar los guiones o mandándolos por terceros. Yo lo vi una o dos veces más y las últimas veces fue cuando yo protesté porque él se excedía en el contenido militante y subversivo. No es que yo les tuviera simpatía a los militares ni a su sistema, sino que lo que él proponía, el mensaje de Montoneros, tampoco era de mi agrado. Y el personaje se desvirtuó. Yo ya no sentía al personaje. Me molestaba hacerlo porque el personaje se me movía y hacía y decía cosas que no encajaban.
AA: ¿En qué año vuelve a irse del país?
SL: En el '77 me fui, no por problemas políticos míos, sino porque desde antes venía planeando viajar para intentar entrar en el tipo de trabajo que se estaba haciendo en Europa, el trabajo independiente. Quería abrirme un poco del sistema de la Fleetway, que en su momento me dio muchas satisfacciones y bastante plata, pero ya estaba un poco saturado. Paralelamente, mi hijo cayó preso y yo trabajé para que lo dejaran salir y me comprometí a que si lo ponían en libertad a Gabriel, nos íbamos para siempre. Y así se sumaron ambos factores. Con el pasaje a la vista, me devolvieron a mi hijo y nos fuimos.
AA: Esta etapa suya en España, la de Ana y las Historias Tristes, tiene mucho de compromiso político, mucha bronca, mucho dolor por lo que estaba pasando acá. ¿Como logró todo ese sentimiento desde tan lejos?
SL: Porque lo tenía a Gabriel al lado mío. El me transmitía esa vivencia sin necesidad de manosear el asunto, porque tratábamos de hablar lo menos posible de eso. Pero como Gabriel escribía cuentos y poesías y vivíamos juntos y nos iban a visitar muchos amigos que habían salido de la cárcel, o que se habían escapado antes, o que se habían salvado, vivíamos un poco ese clima. Y esa preocupación, ese sentimiento nos sensibilizó. Fue bueno, porque tanto él como yo desahogamos muchas cosas. Eso creó una especie de nexo entre nosotros.
AA: Por las fechas que estamos manejando, hay una historieta suya que no me encaja, que es Calle Corrientes, la que hacía en SuperHUM® con guión de Saccomanno...
SL: No, claro, porque entre el año '78 y '79 yo volví a Buenos Aires y me quedé un año y medio. Y ahí es donde enganché ese trabajo. Hice dos capítulos. Ni bien llegué a España hice el tercero y cuando Saccomanno me mandó el cuarto o quinto capítulo, ya no lo podía dibujar. Me faltaba el gustito de acá y mi cabeza estaba en otra cosa.
AA: ¿Y El Eternauta Tres? ¿Cómo lo engancharon para hacer algo así?
SL: Yo no quería, no quería y hasta el último momento no quise. No quería saber más nada con El Eternauta y al final me pidieron por favor que hiciera aunque sea una guía de estilo. Y les hice algunas caras, sobre todo para los primeros capítulos, algunas cabezas para que usaran. Yo ya me iba, estaba con toda una serie de problemas y lo hice como un favor para que me dejaran en paz y con la condición de que mi nombre no fuera mencionado, porque no correspondía.
AA: De esta misma época debe ser Slot-Barr, su primera colaboración con Ricardo Barreiro...
SL: Si, ese fue un trabajo que se fue haciendo más de a poco y lo empecé a principios del '77, antes de irme a España con Gabriel. Fueron 12 o 13 capítulos hechos muy de a poco.
AA: ¿Es cierto que había una secuela de Slot-Barr pero los originales a color se quemaron en un incendio?
SL: Si. En ese año y medio que estuve, cuando vi que en Buenos Aires no me sentía cómodo, sentí la necesidad de volver a salir. Y me fui a Europa a explorar cómo estaban las cosas, con la idea de estar tres o cuatro meses y después volver. A los 20 días de irme, se produjo un cortocircuito y se incendió mi estudio. Y no volví nunca más, hasta ahora.
AA: ¿Cuándo y por qué se muda de España a Brasil?
SL: Cuando me vuelvo a encontrar con una señora que me gustaba mucho, que pasó por Madrid y, como no se qSolano López, en 2001uiso quedar, yo me fui atrás de ella. Eso fue en el '83 u '84. Es la época en la que hicimos Evaristo con Sampayo. Fueron 180 páginas que empecé en España y terminé en Brasil. Poco después retomé el trabajo constante con Barreiro.
AA: Y actualmente sigue trabajando con él...
SL: Si. Estamos haciendo El Dia del Juicio para Italia y acá lo estaba comprando Columba, pero lo cortó. También estamos preparando una continuación de El Instituto que se llama El Prostíbulo del Terror. Las protagonistas son las dos chicas que sobreviven al Instituto, pero además aparecen el Dr.Jeckyll, Mr.Hyde, el propio Stevenson, Freud, que intenta curar al Dr.Jeckyll y hasta Sherlock Holmes y Conan Doyle. Es una historia muy loca, muy divertida y tanto La Cúpula como Fantagraphics están interesados en publicarla.
Además para La Cupula estoy haciendo unos unitarios eróticos que se llaman Silly Symphonies, pero ahora las voy a cortar para dedicarme al Prostíbulo. Y para EEUU estoy haciendo La Mujer Avispa, para la editorial de Roger Corman. El guión es de Jim Woodring, con quien ya trabajé en Freaks. En estos días voy a empezar el primer capítulo.
AA: Volviendo al tema de El Eternauta, ¿Scutti le paga cada vez que lo reedita?
SL: ¿A mí? (carcajada) No, no.
AA: ¿Y cuál es su posición respecto de la pugna judicial por El Eternauta?
SL: Y, por ahora, me mantengo al margen y expectante. Yo no tengo ningún juicio contra nadie. El juicio que tiene Scutti es con Elsa Oesterheld, debido a que ella percibió que había cometido un error, porque había hecho una cesión de derechos perjudicando y pasando por encima los derechos de sus nietos, que eran menores de edad, y los míos. Ella reconoce su error y por eso inició esa acción, un juicio que ha durado muchos años. Yo nunca hice nada respecto de ese error que ella cometió por una cuestión de amistad y de comprensión por la situación trágica que ella vivió.
Creo que esto empezó con un malentendido. Cuando yo me fui a España en el '77, le dije a Elsa que no tenía interés en seguir trabajando con El Eternauta, porque había estado rodeado de circunstancias muy dramáticas y muy traumáticas como para que yo siguiera en contacto con el personaje, a pesar de que había interés en filmar una película y demás. Yo le dije a Elsa "Si vos podés sacar algún provecho de este material, que sé que te hace falta, quedás en libertad de hacerlo". Yo no le dije que le regalaba los derechos y quizás ese sea el origen de la confusión, porque yo no hablé en términos jurídicos. Ella no entendió bien e hizo esa cesión de derechos, que es la que ahora se intenta anular.
De todos modos, en ese contrato a mí no se me menciona. Seguramente por consejo de los abogados, se habla de la cesión de la obra literaria El Eternauta, como si Héctor hubiera producido una novela de El Eternauta que existía independientemente. Así, ella no tendría por qué darme cuenta de esta acción. Eso me molestó y, cuando volví, le hice notar a ella y al abogado que ese supuesto libro o novela de El Eternauta era posterior al nacimiento de El Eternauta. El Eternauta había nacido en historieta, paulatinamente, episodio a episodiio, en un trabajo de colaboración entre Héctor y yo, de común acuerdo.
Por eso también me molestó cuando Héctor decidió, sin consultarmeni participarme de su decisión, hacer una segunda versión con algunas modificaciones, con Alberto Breccia. Eso no pasó a mayores porque yo por amistad, por no darle vueltas al asunto y porque después conté con el pedido de disculpas público de Alberto, que reconoció que mi versión era la verdadera y que la suya había fracasado, no hice nada y dejé pasar por alto esas cosas. Y ahora estoy esperando que salga el fallo final de la Cámara de Apelaciones respecto de la situación legal de la obra. Mientras tanto, sigo sin recibir ningún beneficio.
AA: Cambiando de tema, ¿por qué le parece que perdió fuerza todo el movimiento del comic adulto que se impuso en Europa en los años '70 y '80?
SL: Tendría que reflexionar un poco sobre eso. Estos 10 años que pasé en Brasil hicieron que se me dificultara mantener las relaciones con los editores con los que me movía cuando vivía en Europa. Y le perdí un poco el hilo a la evolución que tuvo el comic en Europa, esa pérdida de interés por parte del público. Lo único que puedo hacer es reflexionar sobre el progresivo agotamiento de esa variante adulta que, me parece a mí, se dio por falta de talento tanto de los guionistas como de los dibujantes. No es mi intención criticarlos, porque creo que hay guionistas y dibujantes muy buenos, pero me parece que como expresión cultural adulta, nunca llegó a serlo del todo.
Creo que se quedó en el nivel de la historieta juvenil, algo así como una película de aventuras un poco más comprometida, con más fuerza y menos limitaciones; con una mayor libertad de expresión en los aspectos políticos, sexuales, sociales... En aquella época la historieta tuvo mucho compromiso social político, como movimiento de protesta de la juventud. Pero se agotó, no se renovó. No pasó del género de aventuras. Yo, con Carlos Sampayo y con mi hijo Gabriel, intenté no hacer una producción simplemente de entretenimiento, sino una obra comprometida desde el punto de vista literario, gráfico y ético. Pero no tuvo vigencia. Creo que a este tipo de trabajo le queda un público muy reducido, que puede existir, pero que no alcanza para sostener económicamente la producción en forma de industria.
AA: Ahora parece estar mucho mas de moda el comic porno, un genero que usted tambien cultiva. ¿Por donde cree que pasa este auge de lo erotico?
SL: Pasa un poco por la pulsion erotica de la juventud y del publico en general. Por la liberacion cada vez mayor de los tabues de la gente, que tiene menos limitaciones para acceder a este tipo de produccion y por una perdida de valores, de ilusiones, de idealismo de la sociedad en general, que no se siente comprometida con ninguna esperanza de mayor vuelo. Esto es lo que podria llamarse "negativo". Pero hay otra parte que a mi me parece positiva y que es la forma en que encaro mi trabajo, que es la desmitificacion del sexo, en el sentidoque les doy yo a mis historietas, donde no intervienen la perversion, ni el sadismo ni la violencia. Esto no es una cosa tabu ni pecaminosa ni nada, sino una forma de diversion, de abstraccion, de expansion en esta sociedad tan poco ilusionada. Ademas, a mi siempre me gustaron las chicas. Si no hice historietas eroticas antes, es porque no se podia (risas). Ahora hay espacio para hacerlas.
AA: ¿Sigue leyendo historietas?
SL: No... me divierto mas haciendolas. No porque no me interese lo que se esta haciendo, sino porque tengo poco tiempo. Y quizas lo que se hace no me llama mucho. Tampoco sigo a algun autor en especial. Me interesan, por ejemplo, Manara y Moebius. Manara, por la perfeccion y la habilidad grafica en el campo de lo erotico. Y Moebius me parece un gran artista, un gran dibujante, con una gran imaginacion, una gran personalidad y resuelve muy bien todo lo que hace.
AA: Ultima: ¿Como definiria su estilo? ¿Hacia donde orienta su busqueda?
SL: Lo que yo busco en mi trabajo es una narracion grafica limpia, bien explicita, dramatica y con un contenido. Quiero personajes que reflejen la psicologia y el estado de animo. No me preocupo tanto por una perfeccion tecnica, sino que someto eso a la claridad y a la expresividad de la narracion grafica. No tengo mas secretos que estos. »


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Breve ficha de Solano López

Ficha de Solano López

Breve biografía de Solano López, por F. Pisaniello


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