Tebeosfera:
Esto
de dibujar tebeos en Murcia se debe a una pasión temprana, imagino.
¿Cómo os surgió a cada uno de vosotros?
Juan Álvarez:
Como a casi todos. Ambos somos de Murcia, yo nací en Mazarrón, un
pueblo de la costa murciana; me crié en Mula, otro pueblo del
interior muy bonito, algún día tendrías que ir. Luego ya viví en
Murcia... En mi caso yo también viví en Madrid, con 18 añitos me fui
para allá y estuve cuatro años, tras los cuales volví a Murcia,
donde aún resido.
Jorge Gómez:
Yo soy
de Murcia, nací en Murcia capital, mi padre es de Murcia y nada más
que mi madre es de fuera, de la Línea de la Concepción, muy cerquita
de aquí donde estamos. La afición la tengo desde niño, sí. Yo
dibujaba a ratos y como iba bien en el colegio (en el colegio; en el
instituto ya fue otra cosa, je), no tuve ningún problema con mis
padres. En el instituto comencé a flojear más, porque había que
estudiar más y la vocación ya era entonces irresistible, y a mí me
quitaba horas de estudio el dibujo. El caso es que mi padre me lo
dejó bien claro: «Tú procura no repetir ningún curso (cosa que hice,
nunca repetí), termina el COU y cuando termines haz lo que tengas
que hacer, pero como poco termina el bachiller superior.» Y eso
hice.
T:
O sea que no
tuvisteis la formación que muchos dibujantes tienen, que empiezan
Bellas Artes u otras carreras.
JA:
No, yo me
desarrollé de forma autodidacta y en eso enlazo con Jorge, que
tampoco tuvo formación académica. Hicimos como esa otra generación
de autores españoles fabulosos que no tienen formación en este
sentido, como Giménez, Ventura; así que a pesar de nuestra edad nos
emparentaron más con esa generación, anterior, que con las
generaciones posteriores, que sí han estudiado Artes y Oficios o
Bellas Artes ¿no?
JG:
A mí me pasó
igual. No me quedó nunca ninguna para septiembre y paralelamente
seguía dibujando. Yo tengo familia y creo que me viene la vena por
parte de padre. Siempre lo he sentido; sentía mucha inquietud por el
dibujo, hice algo de modelado en la escuela de Artes y Oficios de
Murcia, hice dibujo artístico. Sí, en la Escuela, pero ya desde bien
pequeño todo eso me resultaba tremendamente aburrido y ahora mismo
oigo hablar y observo que a los chavales que estudian Bellas Artes
les ocurre algo similar a lo que me ocurría a mí entonces: que ya
venía esa insistencia por parte de los profesores en el
academicismo, en seguir unos pasos... y yo creía que tenía más cosas
que aportar, con más libertad cuando estoy yo sólo pintando o
dibujando cualquier cosa que cuando estaba allí. No sé si eso era
bueno o malo, pero me di cuenta de que actualmente muchos
estudiantes no se encuentran bien...
T:
Es una paradoja
en cierto modo, puesto que se trata de sacar lo que te diferencia
del resto, a título creativo, resulta absurdo pues encarrilarte por
el camino que recorren todos.
JG:
Y también te
percatas de que los profesores no están por la labor. Creo que en
general es un problema de la enseñanza de dibujo. Hablo en mi caso.
Había profes muy buenos a los que les gustaba la enseñanza, y otros
que no, que no insistieron. Y uno no es consciente, hasta que no
pasa el tiempo, de lo perjudicial que resulta eso para la formación
de una criatura. Yo, posteriormente, me aburrí del todo del Colegio
de Artes y Oficios y fue cuando, en COU, indeciso, entre pitos y
flautas, me presenté al INEF, porque la educación física siempre fue
un tema que me gustaba mucho y, definitivamente, una vez me libré de
la mili por excedente de cupo, me presenté a los bomberos.
Previamente, Juan y yo nos habíamos conocido a través de su hermano,
que me propuso, aún en el instituto, hacer algo juntos, con Juan. Su
hermano tiene muchísimo talento, hoy se dedica al diseño gráfico y
desde luego es un tío muy interesante.
T:
Ambos habéis
dicho que os gustaba hacer dibujos, pero no que os gustara
concretamente la historieta...
JA:
Yo sí, lo tenía
clarísimo, lo que quería era contar historietas. Desde que tenía 8
años. Porque cuando tenía 7 quería ser albañil.
JG:
Fíjate, cuando
todos los niños quieren ser astronautas... o bomberos [risas]
JA:
Sí, sí, yo viví
una circunstancia muy concreta, que fue que al lado de donde
vivíamos empezaron a construir. En la obra veía que los albañiles se
lo pasaban bien, y jugaban con nosotros, los críos; nosotros nos
íbamos a las “montañas” de arena y ellos nos regalaban algún
ladrillo y tal. Y entonces me dije: «Esto está gracioso». Eso sí:
tenía claro que quería ser albañil de abajo. Nunca de arriba. Por el
peligro. Siempre fui muy prudente. [risas] A los 8 años ya caía por
casa algún DDT, o algún Tío Vivo que traía mi hermana,
pero el ansia por narrar la descubrí sobre todo cuando contaba 9
años y mi hermana sacó de la biblioteca de Mula un álbum de
Tintín, con aquella portada de Tintín, la de Los cigarros del
faraón. Y fíjate que a mí Tintín nunca me ha gustado mucho, pero
aquello fue lo que me hizo a mí decir: «Yo lo que quiero es hacer
esto». Vi aquello y se me hizo la luz. Yo ya dibujaba y había creado
algunas historias pero aquello fue lo que me impulsó realmente.
Desde los 9 años supe que quería dibujar historietas. Nada de ser
pintor, ni delineante, ni decorador, ni nada de eso. Hacer
historietas.
JG:
Yo me enganché
con Dumbo, que me lo traía mi padre. Los tenía todos, porque
como a mi padre le gustaban y a mí me encantaban aquellas
aventuras... aquellos guiones me parecían sorprendentes. Y, aparte,
me gustaban Mortadelo y Filemón, el Tío Vivo, el
TBO, donde descubrí un autor que me encantaba, Coll, que
falleció hace años.
T:
Coll precisamente
era albañil, que es lo que tú querías ser, Juan.
JA:
Es verdad.
JG:
Yo, lo que pasa es
que a los 8 años gané un concurso de dibujo. Bueno, no lo gané. El
primer premio era una bicicleta y mi madre no quería exactamente que
yo tuviese una bici, y dijo «éste con ocho años va a empezar a
montar en bicicleta y yo voy a estar preocupada, dadle el segundo
premio [un Excalectric] que lo encuentro más seguro». Después
resultó que el Excalectric, que era eléctrico, te daba hasta
“rampazos”, aunque eso mi madre no lo supo nunca.
T:
La primera obra
que yo conozco tuya, Juan, es Estatuto de Autonomía de la Región
de Murcia, que publicó la Consejería de Cultura y
Educación en 1982, con un estilo muy alejado del actual. ¿Cómo
llegas a eso?
JA:
Buf, pasaron
muchas cosas. Yo me fui con 18 años a Madrid, en 1978. Cogí mi
carpeta y marché a buscar trabajo. Fue así porque un fanzine que se
llamaba Plaf! novel comic que editaba un chico llamado Matías
Marcos, de Zarzaquemada, Leganés, Madrid, llegó a una librería
especializada de Murcia y yo lo vi. Ponía «se necesita gente que
dibuje para este fanzine» y mandé mis cosas. No escribimos y él me
dijo que si quería ir a Madrid a dibujar tebeos que no había nada,
pero que dibujos animados sí. Se lo planteé a mis padres, mi madre
dijo que no, mi padre dijo que sí. Había terminado COU con 17 años y
me fue a Madrid, directamente a hacer pruebas para la Hanna-Barbera
americana, que tenía una sucursal en la capital. Dibujé en el
largometraje de los Harlem Glober Trotters de la H-B, me gané un
dinero y me asenté en Fuenlabrada, con un amigo de Córdoba que
también dibujaba en aquel fanzine. Este amigo era Antonio Zurera,
que tiene hoy los estudios Milímetro de Madrid y que es uno de los
grandes animadores españoles, pero que trabaja sobre todo para
fuera. Allí formamos un equipo de tres haciendo dibujos animados
hasta septiembre de 1979, mes en el que entré a formar parte del
equipo de Cruz-Delgado / José Romagosa, que por entonces producían
la serie Don Quijote de la Mancha. También hice por entonces
varias ilustraciones para el programa de televisión Un mundo para
ellos, y en noviembre de 1980 me tuve que ir a la mili, que,
como yo estaba empadronado en Murcia pues... me mandaron a Madrid
[risas] Y como vivía en Madrid, fue “pase pernocta” y seguí
trabajando, compartiendo un estudio en Puerta del Sol con Antonio.
T:
Esa vuelta a
Murcia momentánea, ¿a qué fue debida?
JA:
La Hanna-Barbera
te pagaba por fotograma y los de la serie de Don Quijote te metían
en nómina, con un
sueldo fijo, trabajando allí con el equipo. Claro, teníamos que
vivir. Matías tenía más libertad, estaba en su casa aún, y nosotros
éramos de Córdoba y de Murcia, teníamos que
mantenernos. Y como yo llegaba de trabajar y, en casa me ponía a
hacer tebeos por mi cuenta para ver si colocaba alguna historieta en
algún sitio...
T:
Sí, por entonces
ya publicaste tu primer trabajo pagado...
JA:
Fue en la revista
Senda del Cómic, en marzo de 1980, en el número 4. Allí
publiqué yo mi primera historieta profesional, pagada a 3000 pesetas
[18 €] la página en blanco y negro. Y, entonces, como después de la
mili yo lo que quería era seguir haciendo historietas, pensé que lo
mismo me daba hacerlas en Madrid que en Murcia, porque la industria
estaba en Barcelona. Y yo no tenía ganas de irme a Barcelona, otra
aventura en Barcelona no me apetecía.
Y seguí haciendo alguna cosa
de animación, para la televisión, pero a partir de 1983 dejé de
hacer dibujos animados en Murcia. Sí que hice ilustraciones, para
Diario de Murcia, La Quincena, El Rotativo Cultural, la Hoja
del Lunes murciana..., entonces fue cuando me puse en contacto
con la Editoria Regional para hacer lo de “Estatuto de Autonomía de
la Región de Murcia” en cómic, un
álbum de 34 páginas...
T:
Entre 1981 y 1983
ocurre la explosión editorial del cómic español. Podrías haber
intentado mantenerte en Madrid.
JA:
No lo intenté con
Tótem, ni con Cimoc, es verdad. Hice una historieta de
terror que mandé a Creepy, pero no tuvo resultado. En ese
momento no me convencía mucho lo que hacía, la verdad, como para
enviar cosas con seguridad. No lo tenía muy claro. Es cuando vengo a
Murcia cuando comenzó, al poco, a salir Cairo, luego el
TBO, el neo tebeo de Navarro, y cuando de la mano de mi hermano
conozco a Jorge...
JG:
El reclamo fue
«mi hermano ha dibujado cómics y ha ganado el concurso de 1984»
JA:
Así es, lo gané,
y entonces eso me dio alas. “El último dibujante” era la historieta.
Pese a todo, a mí no me terminaba de gustar aquel estilo que tenía
entonces, entre Carlos Giménez y Manara. Tenía una convulsión
interna con la que no me encontraba a gusto.
Entonces decidí romper
con todo. Como en el dibujo animado yo estaba ya acostumbrado a la
línea y no había practicado apenas el color, entonces apareció Jorge
en el año 1985.
JG:
Fue haciendo una
historieta con su hermano, Antonio, pues él y yo nos queríamos
presentar al concurso Murcia Joven que en aquel entonces
nacía. Bueno, creo que ya en 1984 había habido un certamen. Era ya
para 1986 lo nuestro; nos queríamos presentar, nos quedaba no sé
cuánto tiempo y ese fue el reclamo.
T:
¿Fue entonces
cuando surgió la Asociación de Autores de Tebeos de la Región de
Murcia (AATRM)? Una de las más activas de España a mi parecer, pese
a que vuestros esfuerzos no hayan sido tan reconocidos como los de
otros colectivos de Madrid, Barcelona, Valencia o Granada.
JA:
No, la AATRM no
nace hasta 1994, pero el concurso
Murcia Joven fue el catalizador. La Consejería de Cultura,
Educación y Turismo, con la colaboración del Concejalía de Juventud,
Deportes y Empleo del Ayuntamiento montaba el concurso anualmente y
se editaba un catálogo bastante majo, donde participaba gente de la
Comunidad Autónoma. Por entonces publicaron allí gente como
Riquelme, Fernández Conesa, Manuel Martínez, Pedro Vera, Abel
Ippólito, Salva Espinosa, Paco Alemán... y nosotros nos presentamos en 1986. Yo estaba haciendo
una historieta, la de “Vida ésta”, en la que una pareja de chicos y
una chica van en metro. Entonces ella se imagina una cosa y él se
imagina otra. Eso se ha editado luego en un monográfico que
publicamos de la colección de El Tío Saín, y más tarde dentro de
otra recopilación, Pireo, que editó La Factoría de Ideas hace
dos o tres años. Esa historieta fue la primera que hice con el nuevo
estilo, aunque hay un precedente de un mes antes, cuando yo hago en
blanco y negro una historieta que a Hernández Cava le encanta para
la revista Madriz. Cava vino a Cartagena a un certamen de
Murcia Joven,
de invitado o de jurado. Me dijo que el final de
mi historieta no le gustaba mucho, pero que el estilo le gustaba,
que le preparara alguna cosa, y yo ya estaba haciendo la historieta
de cuatro páginas “Vida ésta”, que es la que pensaba enviar a
Madriz. Cuando aparece Jorge, Antonio me dice que pinta de puta
madre al óleo y, dije, pues vamos a hacer aquí un experimento:
aquella historieta con nuevo estilo, con línea clara total, con el
óleo y volúmenes resultó una virguería. Se expuso en Cartagena, que
fue cuando la vio Joan Navarro, que fue invitado también al
Murcia Joven. Él me dijo: «Me interesa».
JG:
Navarro
estaba entonces con lo del TBO y Más Madera!, y vio
aquello y va y nos dice [adopta un tono de voz grave]: «Vuestra
historia me interesa». Muy carismático. Fue entonces cuando
empezamos a publicar juntos, porque se publica en el TBO. A
continuación vino la historieta “Pireo”, que transcurre en una
terraza de Grecia, y esa le gusta a Toutain, que la publica en
Tótem... no, en Zona 84. Recuerdo que con “Pireo” nos
presentamos a Murcia Joven y nos dieron el segundo premio,
porque consideraron que nosotros éramos ya profesionales.
T:
Sí, la paradoja
de siempre, y en Barcelona no te dan el premio a autor revelación
hasta que no llevas siete años trabajando...
JA:
Era verdad que mi
nombre ya sonaba mucho, pero nos dieron el segundo premio y yo me
cabreé y no fui a recogerlo.
JG:
Es que no era
justo. No era que fuera mejor ni peor la historieta, era que había
otros condicionamientos que estaban al margen de lo que era la obra.
Te presentas a un concurso y si eres el mejor te llevas el premio;
lo que no podía ser es que importasen otras cosas que no estaban así
consideradas antes. No éramos verdaderamente profesionales en aquel
entonces, en 1986, en fin...
JA:
Hombre, a mí me
hubiera gustado ir a recoger el premio, porque lo entregaba Carlos
Giménez, y a mí Giménez me gustaba mucho. Lo fue a recoger mi
hermano, que vino entusiasmado porque le había dado la mano a Carlos
Giménez. Y, bueno, luego publicamos una historieta de dos páginas en
Tótem [el Comix], luego otra ahí también. Y nosotros
ya juntos siempre.
JG:
Yo me había
presentado a los bomberos entonces. Como vimos que con la historieta
no se ganaba lo suficiente, yo me hice bombero y Juan, con otro
amigo, montó una agencia de publicidad; le quedó poco
tiempo para hacer historieta...
[ continua en siguiente página ]
|