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VÍCTOR MORA. EL CONTADOR DE HISTORIAS.

Texto de Ramón Pérez Rodríguez.

[ Fotografía de Víctor Mora posando en la exposición que se le dedicó en La Massana Còmic, el festival de Andorra del año 2003. Foto © Francisco Nájera ]


Si somos honestos cuando hablamos de Víctor Mora debemos reconocer, sin grandes apasionamientos, que es un gran guionista. Posiblemente, y con el permiso del también prolífico Pedro Quesada, el mejor de la época dorada del tebeo patrio, ya saben, los tan manidos años cuarenta al sesenta, con el aliciente para los aficionados de que, al contrario de muchos artistas de aquellos años, su producción en este campo ha seguido extendiéndose hasta prácticamente los albores del siglo XXI.

De su máquina de escribir han salido algunos de los héroes por antonomasia de los tebeos que están necesariamente en boca de todos los aficionados, o me atrevería a decir, de todos los españoles de unas determinadas generaciones. Junto a El Capitán Trueno, indudablemente su creación más emblemática, hubo tantos otros, Vendaval, el capitán invencible, El Jabato, El Cosaco Verde, El Corsario de Hierro, Víctor, héroe del espacio, Gálax, el cosmonauta, Dani Futuro, Roldán, sin miedo, El Sheriff King, Los Ángeles de Acero, Felina, Tequila Bang..., personajes que configuran esa pequeña historia de la cultura popular tan olvidada a veces.

Podemos encontrar en su obra las virtudes que dejaron en herencia las grandes sagas aventureras de la Edad de Oro americana, la alargada sombra de aquellos tebeos que nuestro autor leía en la niñez, cuando Terry y los piratas, Mandrake, el mago, o El Príncipe Valiente vivían aventuras sin fin con apasionantes argumentos perfectamente estructurados, con criterio. Por tanto, y en atención a tan ricas influencias, el punto determinante de cada una de las historias que desarrolle nuestro autor será el dinamismo y la acción. Las situaciones se encadenan ofreciendo siempre puntos de interés al lector, resoluciones imaginativas a las situaciones y aportando a cada cuadernillo un final novedoso que alimenta el continuará.

Sin embargo, dejando de lado la acción a raudales, la movilidad de la trama, o la emoción del desenlace, puntos todos abundantemente tratados con mayor o menor fortuna por multitud de guionistas, debemos destacar sobremanera otros aspectos mucho más singulares en la producción de nuestro autor. Así, la imaginación desbordante que es patente en todas sus aventuras, su excelente detallismo en ambientaciones y entornos históricos, el enfoque didáctico de muchas de sus historias, complementadas con apuntes explicativos, su desbordante fantasía, propició la aparición de maravillosas maquinarias, imposibles ingenios y desenfrenados inventos que facilitaban un anacrónico acercamiento a lo que, pasado el tiempo, se dio en llamar "fantaciencia", aunque, eso si, en sus narraciones todo tiene una explicación plausible y, más o menos, científica. A pesar de todo esto, indudablemente la mejor aportación de Victor Mora a los guiones de nuestros tebeos clásicos, y por tanto al continuo de su obra, haya sido el enfoque de personajes y su uso, la humanización a la que los somete hace que nos encontremos con unos protagonistas, héroes o villanos, que ríen, bromean, lloran, cometen errores, y se relacionan, dotándoles de auténtica vida de papel. Por tanto, y en términos generales, podemos afirmar que sus historias para los cuadernos de aventuras, y fundamentalmente a partir de El Capitán Trueno, están dotadas de un afortunado toque de comedia que las aleja de la línea habitual seguida hasta entonces, donde aventuras sin fin y llenas de emoción presentaban cierta tendencia al dramatismo, hasta llegar al melodrama, en los que héroes acartonados debían sufrir continuas penalidades hasta conseguir sus objetivos, encontrando en el mejor de los casos ocasionales momentos cómicos, sobre todo protagonizados por algún secundario.

Por el contrario, también es de justicia reconocer que en el debe de tan ingente producción de guiones de Mora encontramos, a veces, una tendencia a la repetición de situaciones, tramas y resoluciones en unas u otras series, bagaje nimio, a nuestro parecer, ante el montante del haber.

 

Uno de los cuadernillos de El Capitán Trueno, el serial modélico español de los cuadernos de aventuras, que precisamente cosechó éxito cuando este tipo de publicaciones tuvo que enfrentarse con un cambio de los gustos del público en el mercado de los tebeos (durante los años sesenta). Arte © 2003, Ambrós

UNA VIDA.

Nace Víctor Mora Pujadas, en la Barcelona de 1931, viviendo en ella sus primeros años hasta que el final de la guerra civil le lleva, junto a su familia, al exilio en Francia, por temor a posibles represalias para con su padre. En el vecino país continua alimentando su gran afición por los tebeos y sobre todo por las historietas de los grandes personajes clásicos de la Edad de Oro americana. Precisamente será en Limoges donde queda huérfano de padre, al fallecer éste de unas fiebres.

De regreso a Barcelona, madre e hijo deben enfrentarse a una dura subsistencia. Su madre trabaja en un puesto en el mercado mientras que el joven Víctor colabora en los más diversos menesteres. Al mismo tiempo no pierde su afición por la lectura, en sus más variadas opciones, literatura, novelas, tebeos, y el cine, decidiendo probar fortuna en el mundo de la historieta. Aunque, curiosamente, sus primeros intentos los encamina hacia el dibujo (Capitan Kerr, 1949), pronto se decanta por la narrativa, impulsado por Rafael González de Editorial Bruguera, empresa a la que se había dirigido con intención de ofrecer su trabajo. Y aunque ya había realizado alguna colaboración, caso de guiones para el serial Doctor Niebla, es a partir de aquí que comienza su colaboración en firme para la famosa editorial barcelonesa, de la que llegaría ser uno de sus puntales. De entrada adapta famosas novelas para, poco a poco, pasar de la realización de guiones para personajes ajenos a llevar a cabo otros con héroes propios: el comentado Doctor Niebla, El Justiciero Errante Vendaval, El capitán invencible, El inspector Dan,... hasta llegar a 1956, cuando a instancias de la dirección de la editorial, que quería complementar el gran éxito de El Cachorro con otro personaje similar, crea un cruzado que junto a sus amigos recorre el mundo viviendo apasionantes aventuras. Lo llama El Capitán Trueno, y lo demás es historia.

El serial se convirtió de inmediato en un auténtico "bombazo" con tiradas que sobrepasaron con creces los 300.000 ejemplares semanales en algunos momentos, y gran abundancia de productos satélites caso de Capitán Trueno Extra, Capitán Trueno Album Gigante, que se desarrollarían en los siguientes años y que prácticamente tienen continuidad de una u otra forma hasta la actualidad a través de reediciones o nuevos proyectos (no siempre con buen fin, caso de libros, cine, etc.).

Hombre de profundas convicciones de izquierda, es también en esta época que se acrecienta su compromiso en la lucha política colaborando con el Partido Comunista en un intento de organización y concienciación popular hacía la lucha antifranquista, actividad que le lleva a la cárcel, junto a su compañera Armonía, durante unos meses.

A su regreso a la actividad es nombrado jefe de redacción. A la sombra del éxito de El Capitán Trueno, comienzan a surgir otros personajes, no siempre para Bruguera, que en una línea argumental similar se ubican en distintas épocas históricas, conformando también auténticos clásicos populares, es el caso de El Jabato (1958), El Cosaco Verde (1960), Dani Futuro (1969) y El Corsario de Hierro (1970), por no mencionar una auténtica muchedumbre de secundarios que con mayor o menor fortuna derrama a lo largo de los años sesenta y setenta, “Victor, héroe del espacio”, “El Sheriff King”, “El Príncipe Errante”, “La llamada de África”, “Galax, el cosmonauta”, “Los Comandos de África”, “Grand Prix”, “Tanik, el Prehistórik”, “Supernova”, “Roldán sin miedo”, “Iris de Andrómeda”, Las crónicas del Sin Nombre, “Sunday”, “Tequila Bang”....

Del mismo modo, Víctor colabora durante años con relativa asiduidad en publicaciones europeas, mayoritariamente para el mercado francobelga, de hecho durante una temporada se traslada a Francia, desde 1962, harto ya de los continuos agobios de la policía franquista a raíz de su estancia en prisión. Su trabajo aparece en revistas como Pif y Vaillant, y posteriormente en Pilote. Buena parte de su producción en este sentido queda inédita en nuestro país aunque hemos podido recuperar series como Felina (1979), Los Inoxidables (1984) o Los Ángeles de Acero (1985).

De nuevo en España, en los años ochenta produce la serie La Guerra Civil Española para Norma, Tallaferro, L'Almogavar, para el diario Avui, o “Secretos del cine” en TBO, entre otros cómics.

A lo largo de tantos años de carrera han ilustrado sus guiones nombres como Francisco Hidalgo, Ambrós, Darnis, Carlos Giménez, Martínez Osete, Jesús y Adriano Blasco, Carrión, Antonio Parras, Víctor de la Fuente, Luis Bermejo, Fuentes Man, Spadari, Bielsa, Usero, Goetzinger, Font, Escandell, Buylla, Díaz, Luis García, ...

Del mismo modo es justo reseñar además, a la sombra del apego por los ideales de izquierda, su constante lucha por el reconocimiento de los derechos de autor por parte de las grandes editoriales.

Hombre de letras, sería un profundo error circunscribir su aportación al mundo de la cultura solo a su trabajo como guionista de tebeos, debiendo hacer mención a su abundante bagaje como traductor, articulista, así como, y sobre todo, escritor, campo en el que ha destacado por su obra en catalán, algunos de cuyos títulos, Els plàtans de Barcelona (1966), El tranvía blau (1985), La dona dels ulls de pluja (1993) son considerados clásicos de la literatura contemporánea catalana.


[ leer la segunda parte del documento: Entrevista con Víctor Mora ]

[ © 2003 Ramón Pérez Rodríguez. El texto sobre Víctor Mora fue publicado en el fanzine malagueño¡¡Al rescate!!, núm. 12, y ha sido revisado para esta edición de Tebeosfera. La entrevista fue realizada en la primavera del año 2000 a Víctor Mora mediante cuestionario y por correo ordinario. También ha sido revisada para para su publicación en Tebeosfera, 031019