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KENNEDY, HÉROE DE DC

por  Fernando A. García

 

[ Splash page, o portadilla, del número 170 de Superman, fechado en julio de 1964, con Kennedy recortado sobre el cielo tras el capitolio. Dibujo de Al Plastino © 2003 DC Comics ]


En 1961, la llegada al poder de John Fitzgerald Kennedy representó un cambio en el manejo de la imagen presidencial, sumamente explotada por los medios de comunicación masivos. Al tanto de la amplia penetración popular de las historietas, JFK eligió como compañero de sus correrías gráficas al máximo icono del cómic, Superman, con el objetivo de proyectar su idealizada visión de un futuro optimista. Cuarenta años atrás, en el caluroso mediodía de Dallas, el sueño estalló en mil pedazos.

«Ahora, el mundo es muy diferente. En sus manos mortales, el hombre tiene el poder para suprimir todas las formas de pobreza humana y todas las formas de vida humana. Y sin embargo, las mismas creencias revolucionarias por las cuales lucharon nuestros ancestros siguen estando en boga alrededor del mundo: Los derechos del hombre no surgen de la generosidad del Estado, sino de la mano de Dios.»

John Fitzgerald Kennedy pronunció estas palabras al asumir la presidencia de los Estados Unidos, promediando su famoso discurso del “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país”.

En el universo historietístico estadounidense, ese Dios del que hablaba Kennedy, vestía pantimedias azules y capa roja, era un consagrado icono cultural y reinaba sobre los párvulos que consumían las seis publicaciones mensuales que lo tenían como protagonista. Más rápido que una bala y más fuerte que una locomotora, durante la década de los años 1960, Superman supo compartir sus viñetas con referentes populares inmortalizados por la pantalla de TV: músicos como Los Beatles y Pat Boone, o pioneros del talk show como Steve Allen. Apoyado en el éxito comercial de estos cruces multimediáticos, Mort Weisinger (1915-1978), director editorial a cargo del destino del último hijo de Kryptón, dio el paso que faltaba e incorporó como celebridad invitada al mismísimo Kennedy. Por vez primera, las historietas norteamericanas mostraban abiertamente los rasgos y las características físicas de un Presidente en ejercicio.

Para el periodista especializado Adam Benson, «la elección de Kennedy inició un vuelco en el manejo de la imagen presidencial. Antes, el Presidente había sido una persona más bien vieja y apegada a las tradiciones. Ahora, en cambio, se presentaba joven, pintón y vigoroso. Para los Estados Unidos, Kennedy representó un cambio de humor, el abandono de las antiguas formas de hacer política a cambio de una inyección de dinamismo. Las historietas de DC Comics, responsables del surgimiento de la llamada ‘Edad de Plata’, acentuaban la tecnología moderna y la idea de un futuro optimista. En Kennedy, DC encontró un Presidente que simbolizaba esas mismas cosas».

Golpeando las puertas del cómic

Silbando bajo, JFK ingresó al llamado noveno arte en “The Jinx of Metropolis” (Superman’s pal Jimmy Olsen Nº 56, octubre de 1961). Por obra y gracia de Jerry Siegel (guión) y John Forte (dibujos), el Presidente recibió de manos del Hombre de Acero un repulsor de meteoritos fabricado en Krypton, como muestra de apoyo extraterrestre a la carrera espacial norteamericana. Dos meses más tarde, en “The Red Kryptonite menace” (Action Comics Nº 283, guión de autor desconocido, dibujos de Curt Swan y entintado de Stan Kaye), el Gran Hermano de la S en el pecho detuvo a dos villanos extraterrestres, miembros de la Legión de Super Villanos del siglo XXX, que habían osado ocupar los lugares de Kennedy y del premier soviético Nikita Kruschev durante una conferencia internacional por la paz.

Ambas revistas se vendieron muy bien, razón por la cual Weisinger tiró la casa por la ventana en febrero de 1962. En “The world’s greatest heroine” (Action Comics Nº 285, guión de Jerry Siegel y dibujos de Jim Mooney), Superman presentó al mundo entero a su prima Supergirl, después de haberla entrenado en secreto por casi tres años. La recepción se llevó a cabo en los jardines de la Casa Blanca, donde Kennedy y su esposa Jacqueline Bouvier saludaron y felicitaron a la superheroína.

En esos años, los productos de DC eran utilizados en algunos establecimientos educativos, sobre todo en las clases prácticas de gramática, geografía e historia de los Estados Unidos. De acuerdo con el propio Weisinger,

«(...) el consejo consultivo de Superman estaba conformado por el doctor W.W. Sones, profesor en la Universidad de Pittsburgh; el doctor Robert Thorndyke, del departamento de Psicología Educativa de la Universidad de Columbia; y por el teniente coronel C. Bowie Millican, jefe publicitario del Ejército». Exaltado, el militar transmitió a la Casa Blanca el entusiasmo que las apariciones presidenciales habían generado en los lectores juveniles y el cuerpo docente de las escuelas. Según cuenta la leyenda, después de escuchar estos reportes, el propio Kennedy sugirió la idea de estrechar filas con Superman de manera permanente, utilizando las historietas del más famoso superhéroe como soporte transmisor de sus políticas públicas.

Consciente de la penetración hogareña que tenían los cómics, al presidente se le ocurrió comenzar esta nueva amistad utilizando al Hombre de Acero en beneficio de su Programa de Salud y Ejercicio Físico para los Jóvenes. Aficionado a los deportes, Kennedy había afirmado en su discurso del 9 de febrero de 1961 que «la salud de nuestra nación es una llave para nuestro futuro, nuestra vitalidad económica, la moral y la eficacia de nuestros ciudadanos; para alcanzar exitosamente nuestras metas y para demostrar a los demás los beneficios de una sociedad libre».

Después de un año de tratativas, ambas partes acordaron la aparición de la historieta a principios de 1964. Al mismo tiempo, preparando el camino para la irrupción de las metas presidenciales en el terreno de las viñetas, DC y la Casa Blanca decidieron incorporar la figura de Kennedy como miembro permanente del cast de secundarios privilegiados que rodeaban al último hijo de Kryptón.

Una bala más rápida que Superman

Con el proyecto en avanzado proceso de realización, Kennedy salió de gira por Texas. El 22 de noviembre de 1963, mientras saludaba a las 250.000 personas que se habían agolpado en la plaza Desley, en el centro de la ciudad sureña de Dallas, fue asesinado a las 12:30, hora local. De acuerdo con el informe oficial de la Comisión Warren, Lee Harvey Oswald descerrajó tres disparos en medio de piruetas gimnásticas dignas del Programa de Salud y Ejercicio Físico. Y según el fiscal Jim Garrison, la filmación tomada por el aficionado Abraham Zapruder alcanzaba para sustentar la teoría de los tres asesinos y los seis disparos cruzados. Atentado o conspiración, “el magnicidio del siglo” (como se lo ha dado en llamar) cambió el rumbo del mundo y, por supuesto, de las historietas.

Tomada por sorpresa, DC no pudo evitar la distribución de Action Comics Nº 309, que ganó las calles una semana después del asesinato.1 La historieta “The Superman Super-Spectacular”, guionada por Edmond Hamilton, dibujada por Curt Swan y entintada por George Klein, giraba alrededor de un homenaje televisivo al Hombre de Acero, en donde todos sus amigos lo honrarían públicamente. Uno de los invitados a estrechar la mano del paladín era, obviamente, el periodista estrella que cubría sus fabulosas hazañas: Clark Kent. Como todo el mundo sabe (fuera de la historieta, al menos), Kent y Superman son la misma persona. ¿Cómo solucionaba el héroe tremendo dilema? Confiándole el secreto de su verdadera identidad a Kennedy; y pidiéndole que se presentara en el set disfrazado de Clark Kent. Después de todo, como le dirá Superman a JFK en el último cuadrito, «si no puedo confiar en el Presidente de los Estados Unidos, ¿en quién puedo confiar?»

La editorial realizó su descargo público en abril de 1964. En el número que debería haber incluido el cómic dedicado al Programa de Salud y Ejercicio Físico, presentó “In Memoriam”, artículo periodístico que funcionaba también como sentido homenaje al estadista asesinado. La página estaba ilustrada con una viñeta del ahora descartado proyecto, a cargo de Curt Swan.

¿Logro fortuito o arreglo de antemano? Nadie lo sabe. Lo cierto es que después de este tributo impreso, las comunicaciones entre la nueva administración gubernamental y DC lograron reflotar la historieta preparada durante más de un año. Las diez páginas de “Superman’s mission for President Kennedy!” (guión de Bill Finger y E. Nelson Bridwell finalmente ilustrado por Al Plastino) vieron la luz en Superman Nº 170 (julio de 1964) y se transformaron en un clásico instantáneo del Hombre de Acero.

«Esta historia, preparada en íntima colaboración con el desaparecido Presidente Kennedy, había sido pautada para su publicación en Superman Nº 168, cuando la noticia de su trágico asesinato llegó a nosotros. Inmediatamente la levantamos de imprenta y la sustituimos por otro material. Sin embargo, miembros de la Casa Blanca nos han informado que el Presidente (Lyndon) Johnson deseaba verla publicada como tributo a su gran predecesor. Y así dedicamos a la memoria de nuestro desaparecido y amado Presidente, este alegato a su Programa de Salud y Ejercicio Físico, al cual se había dedicado de todo corazón durante su vida...», explica una larga introducción mientras la fantasmagórica gigantografía de Kennedy recibe el saludo circunspecto de Superman.

La historia es bien simple. Durante una carrera de bicicletas en Suiza, un grupo de estudiantes europeos y norteamericanos quedan atrapados por una avalancha. Después del consabido rescate a manos de Superman, los europeos continúan con la prueba y los norteamericanos la abandonan extremadamente débiles y fatigados. Al ver la noticia por televisión, Kennedy decide pedir ayuda al paladín, ya que «debemos mostrarle a nuestros jóvenes que todos tenemos que mantenernos en forma, ¡no sólo los héroes deportivos! ¡Una vez que perdamos nuestra agilidad física, nuestra capacidad mental desaparecerá también!» Por supuesto, gracias a la colaboración de Superman, todos los habitantes de los Estados Unidos se pliegan al Programa de Salud y Ejercicio Físico. Sobre el final, una nota al pie comunica que las páginas originales del comic serán donadas a la Biblioteca John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Una curiosidad: A pesar de su importancia, “Superman’s mission for President Kennedy!” no fue ni siquiera mencionada en la portada de Superman Nº 170, completamente dedicada a una de las famosas “historias imaginarias” desarrolladas por Weisinger, en este caso una premisa por la cual Lex Luthor terminaba siendo el padre natural de Kal-El.

A cuarenta años de esta verdadera Alianza para el Progreso entre Kennedy y el Hombre de Acero, todavía sorprende el último parlamento que la Casa Blanca autorizó a poner en boca de JFK. Cara a cara con el Hombre de Acero, bajo el fulgor de los fuegos artificiales que acompañan el éxito del Programa de Salud y Ejercicio Físico, un sonriente Kennedy dice: «Sí, Superman. ¡Puedes decir que todo terminó con un bang!»

La memoria como faro

Después de esta agitada experiencia, DC y el Departamento de Estado continuaron colaborando, enfocando sus esfuerzos en la divulgación de directrices políticas más que en el protagonismo de los hombres al frente del Poder Ejecutivo. De todas formas, la figura de Kennedy continuó sobrevolando Metropolis con el peso inexorable de un martirologio nacional.

Viajando al futuro en “The infamous four!” (Superman’s pal Jimmy Olsen Nº 89, diciembre de 1965, guión de Jerry Siegel y dibujos de Kurt Schaffenberger), el fotógrafo amigo de Superman descubre a una banda de piratas espaciales porque los criminales no habían guardado cinco minutos de silencio en el centenario del asesinato de Kennedy. Por su parte, en “Lois Lane’s anti-Superman campaign” (Superman’s girlfriend Lois Lane Nº 62, enero de 1966, guión de Leo Dorfman y dibujos de Schaffenberger), la periodista, en plena campaña electoral por una banca en el Senado, exclama en el Congreso que «si no fuera por la bala de un asesino, (Kennedy) podría haberse convertido en nuestro más grande Presidente».

Como política editorial, DC mantiene a Superman alrededor de unos eternos treinta años. Por ello, cíclicamente, el origen y las historias del Hombre de Acero se acomodan  en relación a los distintos eventos históricos imposibles de omitir en un universo de ficción que pretende mantenerse conectado (aunque sea superficialmente) con el derrotero mundial.

Paulatinamente, la administración Kennedy fue quedando fuera del marco temporal de acción ocupado por Superman. Con la tranquilidad que brindaba cierta perspectiva histórica, el primer cambio importante fue el asentamiento de Superboy en la década de los años 1960. En “The Day of the Secret Signal” (New Adventures of Superboy Nº 23, noviembre de 1981, guión de E. Nelson Bridwell, dibujos de John Calnan y tintas de Joe Giella), quedó establecido que la señal lumínica que se utiliza para llamar a Superboy en una situación de emergencia, surgió de una idea de Kennedy.

Respetando la premisa de “Superman’s mission for President Kennedy!”, Bob Rozakis (guión), José Delbo (dibujos) y Dennis Jansen (tintas), reemplazaron a Superman por su versión adolescente en “Superboy’s mystery mission”, aventura complementaria del New adventures of Superboy Nº 27 (marzo de 1982).

La maxiserie Crisis on infinite Earths (abril de 1985 a marzo de 1986) cambió de cuajo la cronología interna del Universo DC, eliminando la existencia de Superboy y anulando cualquier tipo de conexión ficticia entre el Hombre de Acero y JFK.

De socio creativo a recuerdo imborrable. Para la saga del último hijo de Kryptón, Kennedy terminó convertido en una nota bibliográfica incluida en The Great Superman Book, tercer volumen de The Encyclopedia of Comic Book Heroes, escrita por Michael L. Fleischer en 1978. Su escueta entrada reza:

«Kennedy, John F. (1917-1963). 35º presidente de los Estados Unidos. A cargo desde enero de 1961 hasta su asesinato por Lee Harvey Oswald en Dallas, Texas, en noviembre de 1963. Fue el Presidente más joven y el primer católico romano en ser electo».

Por suerte para Metropolis, en el Universo DC no existe ningún Oliver Stone.

1 En los Estados Unidos, la fecha impresa en la portada de las revistas no corresponde al mes en que la misma es puesta en circulación, sino que se encuentra adelantada dos meses. Por esta razón, Action Comics Nº 309, distribuida en diciembre de 1963, exhibe como fecha de aparición a febrero de 1964. Para evitar confusiones, todas las fechas mencionadas en esta nota son las aparecidas en tapa.


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[ © 2003 F.A. García, para Tebeosfera, 031223  ] [ Una versión condensada de este artículo apareció publicada en el suplemento Radar del diario argentino Página 12, el 23-XI-2003, bajo el título “Cuando un amigo se va” ]