ADOLFO USERO, COMO AUTOR
ANTONIO MARTÍN

Notas:
Texto que sirvió de prólogo libro MAESE ESPADA, escrito por Antonio Martín, editor también de estos tebeos. A la derecha, imagen de la primera página de este documento. En el seno del texto se dispone la única imagen que acompañó al artículo original (se trata de una caricatura de Usero elaborada por Carlos Giménez)

ADOLFO USERO, COMO AUTOR.

Adolfo Usero representa un caso particular en el panorama del cómic español: un dibujante que ha realizado miles de pági­nas de historietas y que apenas si tiene obra propia. Un genio del lápiz poco valorado, al que pocos conocen en profundidad y que casi nadie cita. Y sin embar­go la alta categoría de Usero siempre ha estado clara para sus compañeros profesionales y es difícil decir sobre él más o mejor que lo escrito por Carlos Giménez en este mismo libro.

Y es que Adolfo Usero es uno de los mejores dibujantes españo­les de la generación de profesio­nales del cómic y la ilustración que trabajó en los años 1970 y 1980, ese grupo formado por gentes tan dispares, y cito solo como ejemplo los nombres de: Luis García, Enrique Ventura, Pepe González, Josep María Beá, Esteban Maroto, Enríe Sió, Jordi Bernet, Fernando Fernández, Víctor de la Fuente, Alfonso Font, José Ortiz, Luis Bermejo, Antonio Hernández Palacios, el propio Giménez... y Usero, naturalmen­te, que es el más dibujante de todo ese grupo de grandes pro­fesionales, que alguien, frívolamente, quiso bautizar como "la generación más guapa".

Sin embargo, Usero no ha tenido suerte ni ha tenido ambición. Su falta de suerte le viene casi de nacimiento -esa desgarradora historia que es su infancia. Su falta de ambición le ha llevado a no desear nunca descollar, a no medrar. Y sin suerte ni ambición, Adolfo Usero ha quedado apartado, casi desconocido, y lo que es peor poco y mal valo­rado en la historia del cómic español. Al carecer de ambición, Usero ha sido durante mucho tiempo una especie de sombra en el mundo de la historieta. Un hombre para todo, en los estudios en los que ha trabajado, en los que ha hecho lo que le pedían y poca obra propia. Falto de justa valoración, ha trabajado general­mente con guiones de escasa calidad, por lo que ha dibujado muchas insulsas y repetidas historietas de usar y tirar a partir de ideas que no se correspondían con su talento como dibujante.

www.tebeosfera.comEn este cuadro hay que destacar tres obras principales de Adolfo Usero: Roldán sin miedo (1970), Domingo Rojo y otras historias, que recoge los comics de índole social y política realizados por Usero a lo largo de los años 70 y 80, y Maese Espada (1982). La primera es una serie de aventu­ras medievales, con protagonis­tas adolescentes, publicada en el tebeo DDT de Editorial Bruguera. La segunda es una serie de historietas variopintas que comprende desde el famoso domingo rojo de la épica revolu­cionaria rusa hasta historias con policías, sindicalistas, políticos, etc., publicadas en diversos libros y revistas. La tercera serie, aparecida en los primeros números de la revista Rambla y ahora recogida en este libro de Glénat, nos propone una mirada crítica sobre el reinado de los Reyes Católicos a través de las aventuras de Maese Espada. Y aún habría que añadir, como pro­pina, su trabajo en el libro de historietas Argelia.

Los lectores más exigentes, los que mejor conocen el cómic de los años 70 y 80, y también los más jóvenes que han oído hablar de aquellos dibujantes sin tener acceso a sus obras, tienen ahora la ocasión de recu­perar con este libro al mejor Adolfo Usero, en pleno uso y disfrute de su madurez creativa como dibujante y como ilustrador. El autor aplica en estas pági­nas todo su conocimiento del oficio de historietista y toda su cre­atividad artística.

La dea que llevó a Usero a escribir y realizar Maese Espada, era, además de dibujar una historia propia -y es preciso desta­car y subrayar que Usero es, además del dibujante total, el guio­nista, así como el dialoguista y el rotulista de estas páginas-, el deseo de estructurar una historia de ficción desde la que seña­lar, contar y criticar la prepotencia de la Inquisición en los reinos de los Reyes Católicos, y los muchos males que de ahí sobrevi­nieron para la convivencia, el progreso y la cultura del país. Y no sobra recordar que la Inquisición mantuvo su poder a lo largo de varios siglos, tanto en tierras peninsulares como en las Américas, y que no fue hasta el año 1843 cuando fue abolida definitivamente.

La Inquisición ya existía desde hacía siglos en toda la Europa medieval, y concretamente en el Reino de Aragón desde 1238. Pero es en 1478 cuando se instaura en el Reino de Castilla por solicitud de los Reyes Católicos al Papa Sixto IV, con el fin de utilizarla para resolver el problema de los recién conversos al cristianismo. Desde el primer momento el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (Inquisitio Haereticae Pravitatis Sanctum Officium), instaurado como brazo religioso para el mantenimien­to de la fe cristiana, se convirtió, en realidad, en un instrumen­to político que, con el propósito de combatir la herejía, se utili­zó para cohesionar la sociedad de aquella España recién zurci­da hecha de multitud de reinos y condados peninsulares y uni­ficarla políticamente. Para ello, los reyes crearon el Consejo de la Suprema y General Inquisición, poniendo al frente del mismo al dominico Tomás de Torquemada, que recibió el nombramien­to de gran inquisidor.

Narrativamente, la idea primera de la serie se centra en cómo Martín Monforte, que ha estudiado Teología, Derecho y Filosofía en Nápoles viaja al sur para aprender árabe en Al-Ándalus, con la pretensión de formar parte de la Escuela de Traductores de Toledo. Amigo de judíos y musulmanes, Martín no tardará en topar con los intereses creados de quienes desean apoderarse de los bienes de los conversos, ello le llevará cerca de la muer­te y a ser perseguido por la Inquisición, hasta acabar el primer episodio de la serie herido y convaleciente en casa de un noble musulmán en el Reino de Granada. A partir de aquí las aventu­ras de Martín Monforte, ya conocido como Maese Espada por su habilidad en el manejo de la misma, serán una furiosa cabal­gada por los caminos de Castilla, haciendo justicia y huyendo de la justicia de la Inquisición.

Maese Espada es la mejor obra de Usero, en la que el autor compone un recital de dibujo que se multiplica en la dinámica de una historia en la que constantemente está ocurriendo algo que arrastra al héroe y sus amigos de aventura en aventura, como en un juego de cajas chinas, de un lugar a otro por los caminos de aquella Castilla que está a punto de salir de la Edad Media. Así, el libro Maese Espada es una especie de "road movie" del cómic, una historia vertiginosa que constantemente se desplaza de un escenario a otro y engarza unos episodios con otros sobre un hilo argumental que se va estirando página tras página, hasta que la historia original se convierte casi en un mero pretexto que sirve de base para justificar las aventuras del héroe, que se ve empujado desde las soleadas riberas del Guadalquivir hasta las nevadas tierras leonesas, según cada nuevo episodio se acumula sobre el anterior y el héroe y su compañero de fatigas, el forzudo Caín, se alejan cada vez más del arranque de la historia y del argumento primero, para con­vertirse en una especie de vengadores a caballo que cruzan la España de los Reyes Católicos.

Y todo ello desde la idea primera de Adolfo Usero de mostrar­nos las iniquidades cometidas por la Inquisición española, justo en los primeros tiempos de la instauración de ésta, pocos años antes de la toma del Reino de Granada. Es así como el autor nos ofrece en contrapunto la visión de dos Españas: la que tra­baja en los talleres artesanos, que trajina en los campos, que comercia en las ferias, que come y bebe, sufre y se divierte sin más aspiraciones que vivir una vida sin grandes sobresaltos... Y la otra, la del Poder, agria, torva, belicosa, heredera de los ocho siglos de la Reconquista, siempre dispuesta a tomar las armas y a cobrarse en vidas humanas los réditos de su ambi­ción para conseguir el total dominio económico del país.

Sobre el cuadro formado por ambas visiones contrapuestas, Maese Espada es zarandeado por la terrible realidad de una sociedad que se le muestra en toda su crudeza: nobles corrup­tos, clérigos que imperan cruz en mano, ambiciosos escribanos vendidos, hombres de armas que se dejan conducir como borre­gos, artesanos y mercaderes atentos solos a su bolsa, mujeres de buena y de mala vida pero todas bajo el poder patriarcal que constituye el espinazo de la sociedad, labriegos y peones de todos los oficios que forman la base y las capas más bajas de todas las clases, y judíos y musulmanes y moriscos que ni siquiera son parte de dicha sociedad pues ni derechos tienen a formar parte de la misma.

Destinada a ser una larga historia en las páginas de la revista Rambla, solamente llegaron a publicarse seis episodios de Maese Espada en los primeros números de esta revista, y la historia quedó abruptamente cortada, quedando un episodio inédito, que debía haberse publicado a todo color. La historia de Maese Espada quedó inconclusa, sin que el héroe llegase a destino, salvase a sus amigos y ni tan siquiera pudiese llegar a intentar lograr justicia para los hombres de las otras culturas que poco a poco caían bajo la política de conveniencia de los Reyes y del brazo represor de la Inquisición. Y también quedó inconclusa la carrera de dibujante de comics del propio Adolfo Usero o, al menos, su etapa profesional, ya que a favor de las circunstancias que los años 80 trajeron para la historieta his­pana se pasó a los dibujos animados y después a la publicidad, sin que desde entonces haya dibujado más cómic, salvo traba­jos circunstanciales y sin continuidad.

Creación de la ficha (2009): y 2006, Antonio Martín
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Antonio Martín (2006): "Adolfo Usero, como autor", en MAESE ESPADA (2006). Asociación Cultural Tebeosfera. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/adolfo_usero_como_autor.html