LAS BIBLIAS DE TIJUANA
AGUSTÍN GARCÍA

Notas:
Desde los años veinte a los cuarenta del siglo XX proliferó en Estados Unidos un mercado clandestino de cómics pornográficos, llamados popularmente "Tijuana Bibles". El crítico musical Agustín Zurro escribe sobre ellos para este número de Tebeosfera dedicado a la imagen de la mujer en el cómic erótico y pornográfico.

LAS BIBLIAS DE TIJUANA

La biblias de Tijuana fueron unos pequeños cuadernillos de historietas que exhibían, en situaciones manifiestamente pornográficas, a personajes reconocibles, ya fueran del mundo del cine, de la política o de los cómics. Existieron en los Estados Unidos entre los años diez y cincuenta del siglo pasado aunque su periodo de esplendor fue entre los años treinta y cuarenta, principalmente durante el periodo conocido como la gran depresión.

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Aspecto de una Hooverville. 
En 1929 se produjo una gran recesión económica que vino a reflejarse en el gran crash de la bolsa de Nueva York. Los precios de las materias primas y de los productos agrícolas se hundieron, las acciones dejaron de tener valor y el paro aumentó hasta porcentajes inauditos. Millones de trabajadores, tanto de la industria como de la agricultura se quedaron sin trabajo y, lo que es peor, sin esperanzas. Se abrieron comedores sociales para alimentar a ese nuevo ejército de desheredados y se crearon grandes áreas de chabolas en los suburbios de las ciudades, llamadas hoovervilles ironizando con el nombre del presidente Herbert Hoover, para que pudieran tener un techo donde guarecerse. Esta situación económico social, unida al fundamentalismo religioso y ultraconservador característico de grandes zonas americanas, fueron el caldo de cultivo que dio lugar a un mercado negro en el cual nos encontrábamos todo tipo de productos, desde el alcohol (recordemos que nos encontramos en la época de la ley seca que prohibía la producción y venta de alcohol desde 1920), hasta todo tipo de productos, entre los que estaban fotografías y dibujos de carácter erótico / pornográfico.

Con todos estos antecedentes es normal que existiese un mercado clandestino de publicaciones eróticas que ayudaran a mitigar el sufrimiento de gran parte de la población americana y les diera un poco de alegría y diversión, aunque fuese imaginaria a través de la representación mediante dibujos de algunos de los personajes famosos de la realidad americana en situaciones eróticas.

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Pequeña selección de algunos de estos numerosos cuadernos.

El nombre de estas pequeñas publicaciones fue variado, originalmente se las conocía como eight-papers (por constar de ocho paginas), jo-jo books, Jiggs and Maggie books, Tillie and Mac books, por las parejas protagonistas de muchas de ellas, o sencillamente fuck books. Se ha comentado que el nombre “biblia” se deriva también de una burla o crítica a la religión al equiparar estos librillos pornográficos con el libro sagrado y ponerlo a su mismo nivel, aunque sea simplemente a nivel lingüístico. Realmente el nombre de biblia de Tijuana está admitido que puede venir dado por la consideración de la ciudad mejicana de Tijuana como antro de vicio y perversión, no en vano ya en 1920 la Junta de Abstinencia, Prohibición y Moral Pública de la Iglesia Metodista en San Diego, criticaba a la ciudad de la siguiente forma:

«Todo puede suceder en la Tía Juana. Hay aparatos para apuestas, grandes barras para beber, salones de baile, cervecerías, camas para prostitutas, peleas de gallos, peleas de perros, corridas de toros... El pueblo es la Meca de las prostitutas, de los vendedores de licor, de los tahúres y otras sabandijas norteamericanas».

La realidad era que muchos ciudadanos americanos iban a Tijuana a beber libremente, a disfrutar de sus salas de fiestas y a retozar con sus prostitutas que llenaban la ciudad para deleite de los extranjeros con dólares en los bolsillos. También es de señalar que a partir de la gran depresión muchos productores de cine porno cruzaron la frontera mexicana y se asentaron en Tijuana, lo que también derivó en su fama de ciudad sin moral al ser el lugar de realización de ese tipo de películas en las que participaban prostitutas, adolescentes e incluso se llegaron a realizar algunas películas de zoofilia.

Con el tiempo, el nombre con el que nos referimos a estas publicaciones, se ha unificado y estandarizado para conocerse ya a nivel internacional como biblias de Tijuana y es aceptado universalmente al hablar de estos pequeños cuadernillos de dibujos obscenos.

 

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Dos imágenes de Tijuana en los años veinte y treinta.

Las ventas se realizaban de mano en mano en los mercados, las barberías, las estaciones, los comedores o en tugurios clandestinos donde se bebía alcohol y se escuchaba música, ya fuera blues o jazz. Recordemos que eran clandestinos y totalmente ilegales, imaginándonos a los poseedores de ellas escondiéndolas en los lugares más recónditos para mantenerlos a buen recaudo. Los cuadernillos estaban constituidos por ocho páginas en formato apaisado con unas dimensiones de 10 x 15 cm. El papel era de ínfima calidad e incluso se llegaron a reutilizar los reversos en blanco de papeles ya usados para que la edición fuese lo más barata posible. Los dibujos estaban realizados principalmente en blanco y negro, aunque algunas veces nos encontramos con alguna edición bicolor y podemos ver varias biblias en negro y rojo.

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Una de las escasas biblias en color. 
La biblias de Tijuana eran un intento de copia descarada de las tiras cómicas que aparecían en los diarios estadounidenses con gran éxito y que fueron los precursores de las historietas editadas posteriormente en revistas exclusivas que todos conocemos como cómics. La historia que aparecía en las biblias era muy sencilla y simple, pues lo que interesaba era la visualización a un primer golpe de vista de la historia, los textos sencillos y vulgares, a menudo utilizando expresiones de argot popular incluso de zonas concretas, lo que podría darnos una idea de quién o de dónde se crearon. El dibujo era de trazado rápido, no muy cuidado, normalmente con muy poca calidad. Habitualmente los dibujantes intentaban copiar el estilo del dibujo de la tira cómica que se estaba intentando imitar, muchas veces sin conseguirlo, para que al ser visionada se adecuase lo máximo posible al original que servía de modelo. Pero lo principal era el contenido erótico y la representatividad del personaje famoso para que fuese identificado y provocase el fin que se buscaba, la sátira, la hilaridad, la fantasía, la identificación del lector con el protagonista y mediante su imaginación completar las carencias artísticas que pudiera existir en la historia. Esa representación a partir del dibujo facilitaba la imaginación, que sabemos que es muy rica y poderosa, y que construía una realidad alternativa en la que el lector se convertía en voyeur o protagonista a su antojo de una historia que evidentemente no podría vivir en la realidad.

Entre los personajes representados nos podemos encontrar a casi todos los protagonistas de las populares tiras cómicas de los periódicos como Popeye, Mickey Mouse, El pato Donald, Archie, Betty Boop, Little Orphan Annie, Barney Google o Wimpy el comilón amigo de Popeye. Con la aparición de los grandes héroes y superhéroes también ellos son caricaturizados en las biblias, como Superman, Captain Marvel, Flash Gordon, Plastic Man o Tarzan. Tampoco se libran de protagonismo algunos de los numerosos personajes de cuentos clásicos infantiles, y uno que siempre ha dado mucho juego en la fantasía popular fue Blancanieves y los enanitos. En aquellos años las estrellas de Hollywood se encontraban en un estatus increíble para el gran público y la simple representación de ellos realizando actos sexuales podían generar unas fantasías de alto nivel, por lo que algunas de las biblias que tuvieron más éxito fueron las dedicadas a distintos actores de Hollywood como Mae West, auténtico icono sexual que aparece en varias publicaciones de este tipo, Dorothy Lamour, Laurel y Hardy, Robert Mitchum, Greta Garbo, Cary Grant, William Powell, Myrna Loy… Muchas veces los creadores se inspiraban en personajes de actualidad como el gángster John Dillinger o Bonnie Parker de la pareja Bonnie and Clyde o el jugador de béisbol Joe Dimaggio. También hubo un personaje creado expresamente para las biblias de Tijuana y que dio mucho juego, era Fuller Brush que tomaba la imagen de un vendedor o un repartidor para entrar en los hogares y realizar sus “actividades” con la solitaria y aburrida “sexualmente” ama de casa. Evidentemente también aparecieron biblias con historias dedicadas a los políticos americanos de aquella época.

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Ejemplos de lo que se podía encontrar en estos cómics: Jean Harlot in a a poor fit, Steve Canyon in a hotel room, Jimmy Cagney in boys will be girls, Dagwood in all in a days hard work, Polly. It's really an art y Pop Eye 2.
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De las biblias de ocho páginas se editaron miles de ejemplares diferentes durante toda su historia. Aparte, a mediados de los años treinta se publicaron de cincuenta a sesenta ejemplares de ediciones diferentes, con dieciséis páginas. En esta ocasión los dibujos eran verticales y podríamos reseñar que estaban más elaborados y los guiones mejor realizados. Son una rara avis dentro de las biblias.

Evidentemente, por su naturaleza clandestina e ilegal, los autores de las biblias de Tijuana no firmaban sus obras. No se sabe mucho acerca de sus creadores, aunque por el estilo algunos si han podido ser identificados a posteriori, como Wesley Morse. Dibujante de la chica “copa” que se convertiría con el tiempo en el logo del club Copacabana, Morse se haría famoso por ser el autor de la serie muy conocida de cómics titulados Bazooka Joe, que aparecían en el envoltorio del chicle Bazooka y que se hizo muy popular al distribuirse por todo el mundo.

Durante los años treinta realizó una serie de biblias que se desarrollaban en la Feria mundial de 1939, que se celebró en Nueva York y en distintos lugares del mundo.

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Wesley Morse en 1946.

Gershon Legman, bibliógrafo y folklorista americano comenta que en una reunión con Ainsworth H. “Doc” Rankin, este reconoció ser el autor de más de cien biblias en los años treinta, que dibujó bajo el seudónimo Mr Prolific. “Doc” Rankin trabajó principalmente para el periódico Brooklyn Eagle y se hizo muy famoso porque participaba en un espectáculo que recorría los campamentos militares en la II Guerra Mundial. Art Spiegelman señala la calidad de sus ilustraciones en su prólogo al libro Tijuana Bibles: Art and Wit in America's Forbidden Funnies, 1930s-1950s (Simon & Schuster, 1997) y es verdad que algunas de sus obras son de las pocas que se pueden salvar tras un detallado análisis artístico de las distintas biblias de Tijuana.

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Una de las biblias de Blackjack.

Entre estos dos creadores hubo otro denominado Blackjack cuyo estilo contrastaba con el de los anteriores. Su producción se centró principalmente en la caricaturización de los artistas de Hollywood y llegó a realizar también una gran cantidad de creaciones, pero de su nombre real no se sabe nada.

El ocaso de las biblias de Tijuana llegó a partir de los años cuarenta. Con la aparición de revistas con pin-ups fue decayendo el interés en estas publicaciones pornográficas pero al igual que los soldados del ejercito americano del siglo XIX portaban entre sus pertenencias fotografías o postales de desnudos femeninos provenientes de Francia (lo que provocó el envío de una carta oficial de protesta del mismísimo presidente Lincoln), en la II Guerra Mundial muchos soldados americanos también llevaban entre sus pertenencias Biblias de Tijuana.

Al finalizar la guerra pasaron a ser objetos totalmente marginales y en los cincuenta su declive fue prácticamente total al dejar de tener sentido tras la aparición en el mercado de las primeras revistas de marcado contenido erótico o pornográfico. En Estados Unidos este declive viene a asociarse con la aparición de la revista Playboy en el año 1953. En los sesenta y décadas posteriores, continuaron apareciendo algunas biblias de Tijuana, principalmente como elemento de crítica contra los políticos, pero ya muy esporádicamente pues evidentemente la aparición y gran distribución de revistas pornográficas, así como los cines x, hicieron que dejaran de tener interés y mercado.

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Diciembre de 1953, primer número de Playboy. 
Artísticamente su nivel era tan bajo que prácticamente no merecería la pena hacer un estudio de ellas. A pesar de algunos comentarios de Art Spiegelman, podríamos decir que se pueden contar con los dedos de las manos aquellas biblias que realmente tienen una calidad artística reseñable. Pero sociológicamente tienen gran importancia en el desarrollo del cómic erótico o pornográfico al ser su primera manifestación en los Estados Unidos. A partir de los años sesenta, los artistas del cómic underground americano comenzaron una reivindicación de las biblias de Tijuana. Toda una línea de artistas, que podríamos denominar contraculturales, vio en aquellas pequeñas publicaciones un anticipo del trabajo que ellos realizaban. Por supuesto no es de extrañar que anteriormente Harvey Kurtzman, creador de la revista Mad, en los cincuenta, se fijara en estos cuadernillos como modelo para realizar sus críticas y así creó a su personaje Starchie. Del mismo modo que aquellas satirizaban a los personajes de las tiras cómicas de los diarios o revistas, Kurtzman utilizó similar estrategia para hacer lo propio con el conocido personaje de Archie. En los años sesenta aparecieron muchos autores más de este tipo, encabezados por Robert Crumb, que como amante de las tradiciones culturales americanas (recordemos aquí su amor por la música popular), también se sirvió de las biblias en su quehacer artístico.

A finales de los años noventa, uno de los grandes del comic actual, Art Spiegelman, escribió una introducción para el mencionado libro Tijuana Bibles, en el que ensalzaba el carácter artístico de alguno de estos cómics y el interés de estas pequeñas publicaciones. Posteriormente, también Tony Millonaire, entre otros, reivindicó las biblias. En España podemos encontrarlas en unas ediciones a modo de libros recopilatorios realizadas por Ediciones La Cúpula y que venían a ser una selección de biblias bajo el apropiado título de Dirty comics.

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Edición española de las biblias de Tijuana. La Cúpula, 1980.

Las biblias de Tijuana venían a ser una forma de sátira social contra el orden moral establecido a partir de unas normas estrictamente puritanas derivadas de unas visiones religiosas estrictas, de lo que emana su carácter, que podríamos denominar subversivo contra esas normas imperantes. Si estamos reflejando que son irreverentes con todo, no podemos de dejar de señalar su carácter machista, donde la mujer era habitualmente tratada como un mero objeto sexual; o racista pues son contadas las historias con personajes de color y, cuando aparecen más bien es para ridiculizarlos. También podríamos señalar su carácter xenófobo y por supuesto subrayar que las relaciones homosexuales eran motivo de un tratamiento peyorativo, salvo cuando esas relaciones eran entre mujeres, que se toleraban más.

Si destacamos su carácter irreverente y transgresor de las normas establecidas, también tenemos que reflejar en estas líneas que las biblias de Tijuana no se comprometían política o socialmente, ni planteaban un intento organizado o serio por cambiar la sociedad, pero sí que es importante el hecho de que formaran parte del germen de esa gran tradición americana de crítica y de sátira que después se desarrollaría en distintos ámbitos artísticos, y que terminarían derivando en la gran explosión del comic underground, de importancia capital en la historia del cómic norteamericano y mundial.

Creación de la ficha (2012): Agustín García Zurro. Revisión de Manuel Barrero y Alejandro Capelo. Edición de Antonio Moreno. · Datos e imágenes tomados de ejemplares originales.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
AGUSTÍN GARCÍA (2012): "Las biblias de Tijuana", en Tebeosfera, segunda época , 9 (24-I-2012). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/las_biblias_de_tijuana.html