POUSSY, DE PEYO
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Una de las primeras tiras de historieta de Poussy, por Peyo, en contraste con su imagen en la portada de la edición intégrale por Rombaldi lanzada en 1998. | |
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Poussy es un gato algo pícaro, protagonista de historietas resueltas como cortos gags que serían con el tiempo reunidas en tres álbumes. Fue creado por Peyo en 1949 para la sección juvenil que el diario Le Soir ofrecía cada sábado, y puede decirse que su periplo terminó en el año 1977 con la publicación de su último gag en Le Journal de Spirou (aunque, posteriormente, se harían reediciones en álbum y en Bonnes Soirées, otro periódico de la casa Dupuis). De las cuatro series importantes de Peyo, es la única que está cerrada y de la que no se espera una continuación, dado que Éditions du Lombard no la incluyó en las cláusulas contractuales según las cuales en 1992 se proponía revivir a los antiguos héroes de Peyo que estaban en letargo.
Aparte de por Peyo, Poussy ha sido animado también por los dibujantes Lucien de Gieter y Desorgher. De Gieter ayudó a Peyo con las labores auxiliares y realizó en solitario unas cuarenta tiras. Desorgher se ocupó íntegramente de la serie en 1977. Ambos autores firmaron, aunque no siempre, las historietas que realizaron. En un solo caso (gag 123, publicado en 1968) hubo un coautor del gag: Marcel Denis, ayudante de Peyo a mediados de los años sesenta.
En el conjunto de la obra habitual de Peyo, las historias de Poussy son bastante atípicas: sus relatos se reducen a cuatro viñetas a dos bandas que en total ocupan media página, o como mucho una página completa en alguna circunstancia especial. Esta parquedad de espacio, aparte del hecho de que el gato protagonista de las historias no habla ni produce textos pensados (sólo maúlla), es la causa de la poca complejidad de cada argumento, que en la mayor parte de las ocasiones se reduce a ilustrar algún chiste clásico. Dentro de la producción del autor, podríamos emparentarlo con sus colecciones de gags sobre el mundo de los boy scouts, o bien con algunos chistes aislados que Peyo realizara para ilustrar cubiertas en la publicación Le Moustique. Igualmente, es el único caso en que Peyo produjo relatos con protagonistas animales, pues el resto de su obra estuvo dedicada a los personajes humanos o, como mucho, pitufos, los cuales, diga lo que diga el Gran Pitufo, tienen mucho más de persona que de animal.
Página con la diagramación característica de todas las historietas de esta serie.
En la serie Poussy podemos comprobar cómo se desenvuelve Peyo como dibujante de escenarios, objetos y personajes contemporáneos, aparte de que en esta serie se resumen sus cualidades para generar relatos con eficacia, secuenciación de la acción y su talento para el chiste mudo. Peyo comentaba la dificultad que le suponía, al principio, el dibujar cosas tan cotidianas como un sillón o un teléfono, habituado como estaba a los escenarios medievales de sus otras series.
Si bien las historias de Poussy no son parte de la obra más conocida de Peyo, al gato le cabe la gloria de haber sido, desde la oscuridad, el responsable del éxito de su autor y de que abordase algunas de sus creaciones. En efecto, fue gracias a los gags de Poussy para Le Soir que Peyo consiguió ingresar en su plantilla, y desde allí pudo continuar con su serie “Johan, el pequeño paje”. Más tarde, cuando a Peyo le solicitaron que traspasara “Poussy” a Le Journal de Spirou, Peyo imaginó a Benoît Brisefer, que alcanzaría mucho más éxito que el gato aunque fue creado sólo para sustituir a aquél en Le Soir Jeunesse.
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| Poussy en catalán, publicado en la revista Tretzevents. |
En nuestro país, las aventuras de Poussy fueron publicadas parcialmente, bien por Sepp-Mundis en la revista Spirou Ardilla en los años ochenta, algunas tiras también en la revista suplemento Chío, en la revista en catalán Tretzevents, en este caso con el título "Gatades", y fueron traducidas así mismo por la Editorial Bruguera, que incluyó algunos de estos gags en sus publicaciones periódicas por esta época. En formato libro conocemos el proyecto que Ediciones Unicorn realizó en 1985 y que se concretó en un volumen cartoné correspondiente al primero de los álbumes originales: Viva Pusy. Se anunció la preparación, asimismo, de los otros dos siguientes: No lo hagas, Pusy y Dale, Pusy, pero no nos consta su posterior publicación.
LOS ORÍGENES DE POUSSY.
Durante su estancia en la C.B.A. Peyo participó, junto con Franquin, Morris y otros futuros historietistas, en un pequeño cortometraje de dibujos animados llamado “El gato de la Tía Michel” (“Le Chat d’ la Mèr’ Michel”), producido en 1945. Cierto que el jovencísimo Peyo no tuvo oportunidad de dibujar al gato, sólo de colorear las láminas de celuloide… mas parece que esto fue suficiente. En este corto, la vedette era un pequeño gato blanco y negro, muy parecido físicamente al “Fígaro” de la película Pinocho, que era constantemente perseguido por un mesonero con bastantes malas pulgas llamado “Père Lustucru” (“Tío” Lustucru).
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Poussy, según fue creciendo en los diseños que conservó Peyo. | |
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No cabe duda de que fue esta experiencia la que le inspiró a Peyo el origen de su gato travieso, si tenemos en cuenta que Poussy repetiría en sus tiras la visita al Tío Lustucru en dos ocasiones. La primera, el 5 de marzo de 1949, en un gag titulado “Poussy y el Tío Lustucru”, en el que el minino se defiende para evitar ser convertido en un guiso a manos de su enemigo (que, al final, debe cambiar en el menú la palabra “conejo” por “coles”), y en donde se saca un maravilloso partido de la elipsis. La segunda, republicada el 8 de febrero de 1968 y ya en color, cuando en el gag 73 aparece el rótulo de “Au Père Lustucru” como nombre del restaurante en el que el gatito realiza la tropelía de turno.
Poussy debutó en el espacio juvenil del periódico bruselés Le Soir el sábado 22 de enero de 1949, entre una biografía de Pasteur y una novela ilustrada. Este espacio semanal consistía en media página con artículos históricos y científicos destinados a la juventud, relatos edificantes, folletines ilustrados, curiosidades y brevísimas historietas. Las entregas de “Poussy” se servían, generalmente, quincenales, aunque sin norma fija y a veces sus ausencias serán prolongadas, todo dependiendo de la disponibilidad del espacio y del autor. Otras veces, Peyo sustituyó los relatos del gato Poussy por los de Johan.
Estos primeros gags no tenían el mismo formato que conocemos hoy en día. En Le Soir, el espacio concedido era mucho más reducido y de formato cuadrado, con lo que Peyo debía desarrollar el chiste de turno en cuatro pequeñas casillitas también cuadradas. El resultado implicaba que el fondo se hiciera casi inexistente y los detalles debían minimizarse, y muy posiblemente esta fue la causa de que los primeros gags de Poussy no fueran rescatados para su posterior publicación en Le Journal de Spirou. Por supuesto, estos primeros gags, de muy arcaico grafismo, se publicaban en blanco y negro. Peyo continuaría librando gags de este personaje hasta cerca de 1952, fecha de su entrada en Dupuis. Comentaba Dayez, al respecto de los primeros pasos de “Poussy” en el diario Le Soir:
«Pero observando más de cerca su personaje de felino malicioso en conflicto con un niño, se constata que el diseño del joven autor ha ganado en vivacidad y en expresividad. A lo largo del año 1949, Peyo firma diecisiete gags de Poussy en Le Soir, o sea, menos de uno por quincena» (2003).
POUSSY EN LE SOIR JEUNESSE.
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| El suplemento de Le Soir donde apareció Poussy, aquí con una imagen de Hergé. |
El espacio juvenil de Le Soir dejó de publicarse durante un tiempo, hasta que en 1956 el periódico decidió relanzarlo, esta vez en forma de suplemento. Para la ocasión volvió a contactar con Peyo, quien decidió retomar el personaje del gato. Puesto que en el nuevo suplemento, llamado esta vez Le Soir Jeunesse, había más espacio pues cada relato de Poussy ocupaba media página del nuevo suplemento, así que Peyo diseñó unas viñetas más amplias y se permitió trabajar más en los fondos, aunque aún se publicaba su obra en blanco y negro.
Sus personajes humanos ostentaban el peculiar grafismo de esta época, con los hombros a menudo demasiado pegados a la cabeza, perfiles gruesos y posiciones estereotipadas. Repasando las primeros historietas del autor en esta etapa nos parece estar leyendo un “Johan y Pirlouit” durante su estancia en tierra de vikingos, pues los tipos de algunos personajes parecían directamente sacados de allí. Esta vez, las entregas se relacionan concienzudamente: en la esquina inferior izquierda de la cuarta casilla, donde generalmente aparecía el número de plancha, constaba el número de cada gag, lo cual es muy de agradecer, ya que en su posterior publicación por Dupuis aparecieron de forma aleatoria y estos números resultan esenciales si se quiere estudiar la evolución de la serie porque estas obras sí que fueron recuperadas más tarde.
POUSSY EN LE JOURNAL DE SPIROU.
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Número 1.438 de Le Journal de Spirou, primero en el que apareció Poussy (y en colores). | |
En noviembre de 1965, las anécdotas de Poussy comenzaron a ser publicados también en Le Journal de Spirou, esta vez en color. «Es una iniciativa curiosa: los gags de Poussy (…) parecen casi pecados de juventud de cara a las otras series del autor. Pero Peyo ha tenido siempre una cierta debilidad por este gatito que le permitió debutar en el oficio» (Dayez, 2003). Según Walthéry, citado por Dayez en la misma fecha, «Poussy le divertía, y recuerdo su gag preferido, en donde el dueño de Poussy quería demostrar que un gato cae siempre sobre sus patas. Peyo siempre se reía de buena gana con este gag». El chiste en cuestión es el número 222, que se publicó en Le Journal de Spirou en su número 1.438 (4 de noviembre de 1965), precisamente abriendo la serie. Dado que las historietas de Poussy son publicados en este semanario siguiendo un orden caprichoso, podemos suponer que el hecho de que éste fuese el primero obedeció a la predilección que Peyo sentía por él. Según el autor, la expresión de enojo del gato en la última casilla le resultaba muy divertida.
En un primer momento, Peyo retomó el stock de tiras procedentes de Le Soir Jeunesse que ya tenía en su haber. Pero en 1969, Peyo se dio cuenta de que debía realizar otras nuevas. Como no tenía tiempo para ello le encomendó la tarea a Lucien De Gieter, que cuenta: «Al principio yo no estaba demasiado entusiasmado. No me apetecía tener a Peyo constantemente detrás de mi hombro. Pero me dijo enseguida que yo me ocuparía de todo, porque él no tenía tiempo. Eso me reconfortó. Después, él me preguntó que a cuanto me pagaban cada página de mis series. Yo dije una cifra [el equivalente a 110 euros la plancha, en esa época], y él me dijo que no era suficiente, que iríamos a discutir eso con Dupuis. Yo le acompañé, lleno de esperanza, ¡pero me desencanté rápidamente! Fue, efectivamente, a hablar con Dupuis, pero yo me quedé en la puerta… Y cuando salió, me dijo que Dupuis deseaba que él supervisara mi trabajo y que había obtenido un pequeño aumento… ¡Pero fue él quien se embolsó la diferencia, en tanto que creador de Poussy! En resumen, no solamente tuve que aceptar el control de Peyo, ¡sino que no me pagaron ni un franco más! Por fortuna, en la práctica, no lo pasé demasiado mal: Peyo no estuvo demasiado directivo, sólo me pidió que modificara algunos gags porque yo tengo un humor más agresivo que el suyo. A veces, él modificaba una secuenciación u otra, y tengo que reconocer que el resultado era siempre más eficaz, porque él tenía un talento de narrador formidable» (De Gieter, citado por Dayez en 2003).
Historieta de Peyo y De Gieter.
Cuando De Gieter, agotado por el trabajo, decidió retomar sus propias series, “Poussy” fue puesto temporalmente en hibernación. Entre los años 1973 y 1976 no se publicó chiste alguno. En 1976, Peyo retomó los más antiguos, y en 1977 fue Desorgher quien pasó a hacerse cargo de la serie.
Las historietas de Poussy, que en total ascienden a más de 270 (sin contar los primeros años, cuando se publicaba sólo en Le Soir), siguieron apareciendo en Le Journal de Spirou hasta el 7 de julio de 1977 (el último en publicarse, que lleva el número 15, apareció en el número 2.047). Por estas fechas se recopilaron también en formato libro, editándose tres volúmenes. Después aparecieron estas mismas obras en la publicación Bonnes Soirées, periódico perteneciente a la casa Dupuis, una vez que habían dejado de publicarse en Le Journal de Spirou. También disfrutaron de un volumen monográfico en las colecciones Gag de Poche (Dupuis) e Intégrale Peyo (Éditions Rombaldi). Fue la serie de Peyo más pequeña entre las grandes y más grande entre las pequeñas, que nunca alcanzó la misma difusión que las que precedieron.
PERFIL DE LA SERIE Y DEL PERSONAJE.
En comparación con el resto de las obras de Peyo, las historias de Poussy son completamente originales. Sus relatos se reducen siempre a cuatro viñetas dispuestas en dos bandas, al igual que el primer gag de Johan (aunque alguna entrega de Poussy ocupó toda una página, como el número 117 dedicado a los deportes de invierno, pero fueron casos aislados). En contadas ocasiones, dos de las viñetas se agrupan para crear una muy larga, o incluso puede darse el caso de que el gag conste de sólo dos viñetas panorámicas. En la reedición en álbum, a veces se organizan dos gags como dos columnas paralelas que llenan toda la página, sin duda para aliviar la monotonía que produce el ver siempre el mismo esquema.
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Historietas mudas de humor blanco. He aquí dos ejemplos. | |
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Son las de Poussy historietas sin pretensiones, muchas veces mudas, en las que el gato protagoniza algún chiste sencillo. Al contrario que otros ilustres mininos como Garfield, Poussy nunca habla ni se leen textos pensados suyos, sino que hay que intuir sus estados de ánimo por su expresión gestual y corporal. En cierto modo, muchas de sus peripecias recuerdan a algunas de Pluto: discusiones con otros pequeños animales, problemas durante sus paseos por la ciudad, etc.
Poussy es un gato sin raza definida, de pelaje negro pero con las zarpas, el vientre, el hocico y la punta de la cola de color blanco. En sus primeros bocetos se asemejaba muchísimo a algunos encantadores gatitos dibujados por Disney, pero poco a poco vemos cómo va encontrando su propia identidad. La cola se le afina y la expresión se le vuelve un poco más expresiva, más caricaturesca. Si bien Peyo dibujaba al principio a un Poussy bastante regordete, cabezudo, paticorto y con la cola parecida a la de un jerbo (más espesa en la punta), con el tiempo su dibujo se agiliza, el cuerpo del gato se vuelve más estilizado, la cola deviene completamente cilíndrica y dejan de insinuársele los mechones de pelo a lo largo de su perfil, trazándosele a base de líneas rectas y con muy pocos detalles. A partir de 1969, De Gieter le daría un aspecto mucho más dinámico, estética ésta que sería continuada por Desorgher ya en 1977.
El nombre de Poussy es, sencillamente, una personalización del nombre común “poussy”, que en francés sirve para designar afectuosamente a los gatos. En su versión castellana, Poussy pasaría a llamarse “Pusy”.
Desde el punto de vista de la personalidad, Poussy es un gato bastante al uso: egocéntrico, presumido, malicioso, poco solidario con sus dueños y siempre dispuesto a llenarse la tripa, preferentemente hurtando todo lo que encuentra de comestible. Este afán de Poussy por la rapiña, así como la astucia con la que prepara sus “golpes” (aun cuando en muchos casos el intento resulte cómicamente frustrado) es fuente de humor en la gran mayoría de sus historietas. No obstante sus muchos defectos, el sentimiento general que despierta el gato es de simpatía. En cuanto a sus relaciones con el resto de los animales de su vecindario (perros, ratones, peces, pájaros y otros gatos), el talante de Poussy cambia caprichosamente según la historieta que tomemos: en ocasiones lo vemos entablar relaciones muy amistosas con el ratón que vive en su domicilio, incluso haciendo todo lo posible para que éste no caiga en la ratonera, y en otras ocasiones lo vemos persiguiéndolo enconadamente para devorarlo. Lo mismo le ocurre con el buldog del vecino y demás perros, con quienes en ciertas épocas parece confraternizar… librándose otras veces auténticas batallas campales entre ellos. En cambio, con respecto a los peces y a los pájaros, no hay ambivalencia posible en Poussy, en todos los casos se muere por comérselos.
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| Historietas de Poussy tomadas de diferentes ediciones francesas, que dan fe de la "personalidad " del gatito. |
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Igual le ocurre con el repartidor de leche del barrio (que, a la antigua usanza, recorre las casas de buena mañana); todo el afán de Poussy es el de tenderle mil y una trampas para hacerlo caer y poder beberse después la leche derramada en el suelo. Sus enemigos naturales son, pues, además de los perros, una caterva de carniceros, charcuteros, lecheros, pescaderos, indignadas amas de casa… y hasta el guardián del zoológico, ya que Poussy, en más de una ocasión, ha intentado colarse en el acuario para dar buena cuenta de sus habitantes.
El humor de los gags fluye muchas veces del absurdo, de las exageraciones y las situaciones imposibles. Por ejemplo, en cierta ocasión Poussy devora una ballena de una exposición de animales disecados. En otra, durante uno de sus molestos conciertos nocturnos frente a una tienda de calzado, es repelido con un zapato que le arroja un vecino. Poussy reacciona yéndose a maullar… delante de una pastelería (con lo que se da por sentado que, además de ser bastante goloso, el gato sabe leer los rótulos). No es raro verle ir a la pesca del pececito de la pecera… armado con arpón, caña de pescar, aletas de goma y gafas submarinas. Aunque Poussy no es, como Snoopy, un animal muy antropomórfico (no camina erguido, no usa ropa ni participa habitualmente en tareas propias de humanos, salvo cuando el chiste así lo requiere), tampoco es tan inocentemente animal como el gato de la serie Gaston Lagaffe, que al igual que su posible antecesor cinematográfico (precisamente fue Franquin el encargado de animar al gato de la Tía Michel), también es de color blanco y negro y basa muchos de sus gags en un apetito descontrolado. Sería interesante el comparar a estos dos gatos, el de Peyo y el de Franquin, sobre la base del carácter de sus creadores, pues los argumentos de Poussy, si bien se construyen en torno al tema de las travesuras del felino en detrimento de los humanos que lo rodean, poseen un carácter mucho más llano, reposado, dulce e infantil (casi mojigato), cosa que es remarcada por el trazo redondo, la economía de líneas con que se le dibuja y la supresión total de sombreados y dramáticos claroscuros en esta serie; mientras que el gato de Franquin, en cambio, es algo más realista y está plasmado con infinidad de trazos, sombras y manchas, evidenciándose una menor ingenuidad y una mayor dosis de nerviosismo, así como de mala leche, tanto en su diseño como en su carácter. Por ejemplo, Franquin no escatima oportunidad de dibujar el ano del gato, muy frecuentemente orientado hacia el lector, o al animal despatarrado y lamiéndose los genitales con expresión beatífica; en cambio Peyo nos ahorra muy púdicamente toda visión de estos detalles. El único caso que parece escapar a esta norma tajante del buen gusto es ése en el que Poussy orina en el suelo del vestíbulo, y trata de disimular el desaguisado colocando un paraguas de forma estratégica sobre el charquito, pero aún así este chiste está tratado con delicadeza, con las elipsis oportunas y un colorido poco comprometedor.
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Dos tiras de Pussy tal y como las tradujo Bruguera. En ellas se observa el tipo de escenarios usado por Peyo que se cita en el texto. | |
En cuanto a su entorno, Poussy siempre ha sido y será un gato doméstico, por más que a veces sean los callejones del barrio el escenario de sus aventuras. La ciudad en la que vive Poussy tiene un aspecto tranquilo y provinciano, con abundancia de zonas verdes, casas de planta baja, jardines… Curiosamente, Poussy parece pertenecer a muchas familias distintas, o en realidad a ninguna. Es la única serie de Peyo en la que no se cuida la continuidad en este aspecto, sino que, todo lo contrario, parece evitarse a propósito, como remarcando el hecho de que el gato es ligeramente irreal. Muchas historietas de Poussy tienen lugar en el interior del hogar, con él como centro de atención en cuanto a animal doméstico. No hubiese costado nada crear una familia fija para el gato, lo bastante amplia como para que hubiese el suficiente número de roles (un hijo travieso, una hija cariñosa, otro hijo empollón, un padre o abuelo algo cascarrabias…), sin embargo es vistoso cómo en cada gag, o en cada serie de ellos, el amo de Poussy cambia de forma invariable. A veces, durante una temporada más o menos larga, lo vemos siempre en compañía de los mismos dueños (en ocasiones Poussy parece pertenecer a un solterón de mediana edad), pero a la siguiente ocasión Poussy aparece junto a un nuevo propietario, una nueva familia. Posiblemente fuera así para crear una cierta sensación de irrealidad, de discontinuidad, de incertidumbre… alrededor del gato. O tal vez para impedir que el público se encariñara demasiado con los personajes humanos, perdiendo así el interés por Poussy (en la serie “Boule y Bill”, ocurrió algo parecido pero a la inversa: Bill, el perro de la familia, que al principio ocupaba un rol secundario, pasó al primer plano desbancando al pequeño Boule, el protagonista de la serie).
Peyo dibuja los fondos de estas historietas con un grafismo poco atrevido, más bien convencional: las chimeneas ante las cuales se calienta Poussy parecen directamente importadas del castillo de Johan y Pirlouit, en contraste directo con el resto de los más modernos muebles de la estancia; y en sus primeros gags, Poussy parecía vivir en una ciudad intemporal, con casas al estilo de “El flautista de Hamelín”, calles adoquinadas y vanos de medio punto en lugar de puertas y ventanas. Pero los autores que continúan la serie rompen esta estética estándar y poco comprometida con la realidad. Y lo hacen con diseños algo más atrevidos en, por ejemplo, los sillones, el cabello largo en los niños varones o los vestidos de los personajes (pantalones vaqueros, cinturones anchos con hebillas grandes, camisetas, minifaldas y medias de rejilla). También pueden encontrarse, en los muchos anuncios que decoran las vallas y paredes de los escenarios callejeros por los que se pasea Poussy, rótulos que evocan algunas marcas de productos conocidos, como “Martini” (resulta curiosa la recurrencia de la publicidad de una marca de licores en una historieta infantil, por más que nunca aparecerá el nombre completo del producto, sino tan sólo las primeras letras o las últimas. Aun así, el anuncio es completamente identificable).
Original de la tira en la que Peyo pinta de nuevo a Poussy.
A lo largo de la serie, vemos algunos cambios en las costumbres que nos indican el paso del tiempo. Por ejemplo, en los primeros gags, el lechero recorre a pie las casas con un cántaro de leche y un jarrito medidor, pero más tarde se le ve llevar la leche ya embotellada en un cesto metálico o en una camioneta. Aparecerán nuevos electrodomésticos en las cocinas, los personajes cambiarán de forma de vestir y dejan de verse motocarros circulando por la ciudad. También podemos encontrar algunos guiños cómplices relativos al autor. Por ejemplo, éste aparece retratado en la entrega 104, en donde un chico destiñe a Poussy sin querer y se lo lleva a Peyo para que vuelva a pintarlo de negro. En este chiste, Peyo se autorretrata de espaldas, sentado a su propia mesa de dibujo. Se conoce que, cuando se realizó este gag, el autor era aún muy joven, dada su delgadez y el aspecto de sus cabellos. También aparece en la serie un niñito que se parece a su propio hijo y que se llama como él, Thierry (gag 268). En ocasiones encontraremos a un pequeño personaje infantil que es un trasunto de Pirlouit, aunque convenientemente modernizado, y también encontraremos al mismo Pirlouit en algún afiche que adorna el cuarto de los niños de la casa. Pero, en comparación con los fondos de Benoît Brisefer, los paisajes e interiores en esta serie son mucho más simples, menos abigarrados, sin tantos detalles secundarios. Y los temas son bastante sencillos y con un humor infantil, ingenuo y completamente plano si bien a veces hay temas con cierta crítica de fondo; por ejemplo el gag en el que el gato, incómodamente abrigado con diferentes prendas de ropa, acude a la oficina de recaudación de impuestos para que le despojen de su atuendo (se ve cómo los contribuyentes salen de allí en calzoncillos), cosa que nos recuerda a aquel Peyo abrumado con los impuestos que optó por mudarse a Suiza. Igualmente, hay un aire de denuncia al asunto de la carestía de la vida o las reuniones familiares de compromiso. Los personajes humanos de “Poussy”, en este ámbito, son bastante hipócritas: cuando se junta toda la familia reina la efusión, pero en privado todo el mundo parece molesto con el evento, y cuando Poussy rompe un feísimo jarrón regalo de alguna anciana tía, a ésta se le promete que el gato «tendrá lo que se merece» para ser convidado a un festín de leche y pollo asado una vez la puerta se cierra tras las espaldas de la visita.¿Tendría esto algo que ver con la actitud del propio Peyo? Describiendo las visitas de sus abuelos al hogar de los Culliford, que se producían invariablemente cada domingo, Thierry Culliford nos cuenta refiriéndose a su padre: «Creo que, al final este ritual lo volvía loco… ¡pero lo respetó durante años y años!» (citado por Dayez en 2003). La historieta número 218, en donde un niño anticipa amargamente la ronda de visitas familiares de Año Nuevo que tendrá que soportar al día siguiente, es muy elocuente a este respecto.
Así como el gato es protagonista absoluto en muchos argumentos (por ejemplo, los que tienen por tema las disputas con los perros, la persecución de las ratas), en otros casos los verdaderos protagonistas son los humanos, quedando Poussy como un mero espectador al margen, una especie de “pretexto” para que el chiste pueda ser considerado como parte de la serie. El ejemplo más patente podría ser el gag número 170, en el que un charcutero escribe fatigosamente un letrero con salchichas en su escaparate, que al final nadie entiende porque se ha olvidado de invertir el orden de las letras. En este caso, Poussy aparece en la última viñeta de forma circunstancial: se limita a acompañar a los actores humanos.
Poussy, con dos pitufos, en un dibujo realizado por el dibujante Miguel Díaz en 2007 expresamente para la autora de este artículo.
CRONOLOGÍA DE LA SERIE
22-I-1949 – 1952: Poussy. En Le Soir. Historietas de cuatro viñetas cuadradas en blanco y negro, sin numeración. Sólo constan título y firma del autor.
1956 – 1965: Poussy.En Le Soir Jeunesse. Historietas de cuatro viñetas rectangulares en blanco y negro, numerados a partir del “1”, además de título y firma del autor.
4-XI-1965 a 7-VII-1977: Poussy. En Le Journal de Spirou, Dupuis. Historietas de cuatro viñetas rectangulares en color, numeradas desde el “1” al “272”, pero publicadas sin seguir el orden de numeración. Aparecieron desde el número 1.438 hasta el número 2.047, con las siguientes salvedades:
No se publican en los números: 1.513 / 24 / 34 / 36 / 38 / 41 / 42 / 48 / 49 / 51 / 62 / 63 / 65 / 66 / 72 / 75 / 76 / 77 / 81 / 84 / 85 / 86 / 91 / 92.
1.600 / 02 / 15 / 16 / 17 / 22 / 23 / 27 / 28 / 33 / 34 / 46 / 47 / 50 / 51 / 55 / 57 / 59 / 60 / 61 / 63 / 73 / 74 / 79 / 80 / 86 / 87 / 88 / 91 / 92 / 93
1.697 a 1.702 / 10 / 13 / 14 / 16
A partir de ahí, estarán presentes en los números: 1.773 / 40 / 42 / 45 / 53 / 58 / 60 / 66 / 72 / 82 / 85 / 88 / 91 / 95 / 96
1.800 / 04 / 07 a 19 / 21 / 23 / 24 / 25 / 27 / 28 / 30 / 31 / 32 / 34 / 35 / 47 / 95 a 99
2.001 a 04 / 06 a 10 / 11 / 21 / 26 / 33 / 36 / 38 / 42 / 44 a 47.
(fuente: Philippe Brun, Histoire de Spirou et de publications Dupuis, Glénat, 1981, p.65)
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| La única edición española en libro. |
Durante los tres primeros años (1965-1967), sólo Peyo se ocupó de guionizar y dibujar los gags. Durante los años 1968-1973, Peyo trabajó en colaboración con De Gieter y, en un caso, con Marcel Denis (historieta 123, del número 1.597). En el año 1973, sólo se publican dos, realizadas por De Gieter. Durante los dos años siguientes, 1974 y 1975, no se publicó Poussy. En 1976 fue retomada la serie, estando esta vez a su cargo sólo Peyo. Finalmente, en 1977, se publicó una antigua historieta realizada por Peyo, pero el resto estaba íntegramente realizado por Desorgher. En el número 1.636 (21-VIII-1969), Poussy y la sirenita “Tôôôt” protagonizaron la portada, dibujados ambos por De Gieter.
En el número 1.706, Especial de Navidad (24-XII-1970), Delporte, Peyo y De Gieter firmaron un rédactionnel titulado “Poussy hace oír otro son de campanas”.
Se limitan aquí los detalles de la publicación hecha por Dupuis a la mención de las fechas generales y los números de las revistas en que aparecen. La relación detallada de la fecha exacta, numeración y autores de cada entrega no resulta imprescindible en un estudio de estas características y sería fatigoso para el lector. Tal relación puede ser consultada en las páginas temáticas de BDOubliées, en la dirección de internet:
PUBLICACIONES EN ÁLBUM
Las historietas publicadas por Dupuis fueron recopiladas en un libro de bolsillo y tres álbumes en cartoné, organizándose las entregas en ellos por temas: los problemas de Poussy con los perros del vecindario, su relación con las ratas, el odioso baño, el hurto de la carne y la leche, etcétera. No se respeta el orden cronológico, con lo que fueron entremezclados los primeros gags con los últimos, los de grafismo más sencillo e ingenuo con los más sofisticados, y la producción de Peyo con la de Desorgher y De Gieter.
La totalidad de la obra fue ofrecida en los años ochenta, dentro de la colección Intégrale Peyo de ediciones Rombaldi.
TÍTULO ORIGINAL: “POUSSY”
SERIE: “GAG DE POCHE”. NÚMERO DE SERIE: 37
AUTOR/ES: Peyo (guión y dibujos).
FIRMA: Peyo.
PRIMERA PUBLICACIÓN EN ÁLBUM: Por Éditions Dupuis en enero de 1965. Formato de bolsillo. Blanco y negro, excepto en la portada (color).
OTRAS PUBLICACIONES: Por Éditions Dupuis en la colección “Mini Poche” número 25, en 1978, 160 páginas, blanco y negro y portada a color, formato de bolsillo.
Por Éditions Rombaldi en abril de 1988, colección “Intégrale Peyo”, volumen XI. ISBN: 2-8001-1607-2. Color.
PÁGINAS: 128
PAÍS: Bruselas, Bélgica.
TÍTULO: “¡VAYA, ES POUSSY!” TÍTULO ORIGINAL: “ÇA, C’EST POUSSY!”
SERIE: “POUSSY”. NÚMERO DE SERIE: 1
AUTOR/ES: Peyo, De Gieter y Desorgher (guión y dibujos), Nine (color).
FIRMA: Peyo en portada y página de título. Firma de De Gieter en algunos de los gags.
PRIMERA PUBLICACIÓN EN ÁLBUM: Por Éditions Dupuis, en enero de 1976. Álbum cartoné. Color.
OTRAS PUBLICACIONES: Por Éditions Dupuis en junio de 1987. Por Éditions Rombaldi en abril de 1988, colección “Intégrale Peyo”, tomo XI. ISBN: 2-8001-1607-2. Color.
PÁGINAS: 44
ISBN: 2-8001-0496-1.
PAÍS: Bruselas, Bélgica.
TÍTULO: “NO LO HAGAS, POUSSY” TÍTULO ORIGINAL: “FAUT PAS, POUSSY”
SERIE: “POUSSY”. NÚMERO DE SERIE: 2
AUTOR/ES: Peyo, De Gieter y Desorgher (guión y dibujos), Nine (color.).
FIRMA: Peyo, en portada y página de título.
PRIMERA PUBLICACIÓN EN ÁLBUM: Por Éditions Dupuis, en enero de 1977. Álbum cartoné. Color.
OTRAS PUBLICACIONES: Por Éditions Dupuis en junio de 1992. Por Éditions Rombaldi en abril de 1988, colección “Intégrale Peyo”, tomo XI. ISBN: 2-8001-1607-2. Color.
PÁGINAS: 44
ISBN: 2-8001-0521-6.
PAÍS: Bruselas, Bélgica.
TÍTULO: “POUSSY POUSSA”
TÍTULO ORIGINAL: “POUSSY POUSSA”
SERIE: “POUSSY”. NÚMERO DE SERIE: 3
AUTOR/ES: Peyo, De Gieter y Desorgher (guión y dibujos), De Gieter (color).
FIRMA: Peyo, en portada y página de título.
PRIMERA PUBLICACIÓN EN ÁLBUM: Por Éditions Dupuis en octubre de 1977. Álbum cartoné. Color.
OTRAS PUBLICACIONES: Por Éditions Dupuis en noviembre de 1983. Por Éditions Rombaldi en abril de 1988, colección “Intégrale Peyo”, tomo XI. ISBN: 2-8001-1607-2. Color.
PÁGINAS: 44
ISBN: 2-8001-0542-9.
PAÍS: Bruselas, Bélgica.