EL TEBEO HUMANISTA DE ALBERTO BRECCIA
Alberto Breccia uno de los personajes más influyentes en la historia del tebeo de todos los tiempos. Conocido como el Viejo, desarrolló toda su carrera en Argentina, produciendo algunas de las mayores obras maestras que ha dado el género. Con H. G. Oesterheld realizó Mort Cinder y Vida del Che. De su obra destacan también Los mitos de Cthulu, una serie de adaptaciones de relatos de H. P. Lovecraft, e Informe sobre ciegos, adaptación del capítulo de la obra de Ernesto Sábato Sobre héroes y tumbas.
Primeros pasos
en Uruguay, la familia de Alberto Breccia se trasladó a Buenos Aires cuando este era un niño. Se instalaron en el barrio de Mataderos, en el oeste de la ciudad, donde con quince años comenzó a trabajar en la tripería de su padre.
Dibuja desde muy joven: en este terreno su formación es totalmente autodidacta. Su carrera profesional comienza de la mano del editor Manuel Laínez. Participa en varias publicaciones de este editor: Tit-Bits, Rataplán o El Gorrión, donde realiza series como El vengador (serie creada en 1939 por Raúl Rosarivo con el nombre Fan, el vengador alado) o Kid de Río Grande, además de historias cortas, adaptando novelas populares de terror. En 1941, en Espinaca (nombre con el que era conocido Popeye en Argentina), alcanza cierta repercusión con la serie de humor Mariquita Terremoto.
Se casa en 1944. Empujado por sus necesidades económicas realiza Gentleman Jim, aristócrata justiciero en la revista Bichofeo, fundada ese mismo año por el dibujante Héctor Torino. Firma con el seudónimo Ernesto Vaghi, con el objeto de no despertar las iras de Manuel Laínez, para el que trabaja en exclusiva. La editorial lo descubre y le penaliza económicamente.
En 1945 comienza a dibujar por libre: trabaja en varias historias para el diario La Razón (la más recordada de ellas, Puño Blanco, con guión de Issel Ferrazzano) y, a partir de 1946, para la revista Aventuras, de Horacio Gutiérrez, donde se adaptan a las viñetas obras del cine y la literatura.
Breccia pasa a engrosar las filas de la editorial de Dante Quinterno cuando comienza a publicarse Patoruzito en 1945. La serie en la que trabaja, Jean de la Martinica, también con guión de Ferrazzano, no acaba de funcionar. No obstante, al cabo de un tiempo, el dibujante de Vito Nervio, el uruguayo Emilio Cortinas, con quien Breccia ya había trabajado anteriormente, decide retornar a su país de origen. No es su primera opción, pero Quinterno decide que el dibujante sustituto sea Breccia. Los guiones de la serie pasarán a manos de Leonardo Wadel, uno de los primeros guionistas verdaderamente profesionales de aquel entonces.
Tira correspondiente a una página de la serie detectivesca Vito Nervio. Abajo, cambio de registro hacia el western humorístico con Pancho López.
A partir de ese momento, la serie resulta ser todo un éxito. En aquella época, el detective destacaba por ser un personaje distinto de todos los demás. A los imaginativos guiones de Wadel hay que añadir el sólido dibujo de Breccia, en esa época muy influenciado por Milton Caniff. Estarían trabajando con esta serie hasta 1959. A continuación, Breccia y Wadel realizarán Club de aventureros. En Patoruzito, Breccia dibujará además el western Armas de fuego, con guión de Blasetti.
Pancho López es un humorístico relato del Oeste con guión de Abel Santa Cruz (que firmaba como Lépido Frías) que se publica en 1957 en la revista homónima de la editorial Códex. Portada del número 3 de la efímera revista
Captura, del 30 de abril de 1953.
Al mismo tiempo, crea su propia revista, Captura, y una agencia de publicidad: los dos proyectos acabarán fracasando. Igual que Francisco Solano López, Carlos Cruz, Carlos Gabriel Roume y Arturo Pérez del Castillo, se convirtió en un miembro honorario del famoso “grupo de la Venecia”, compuesto por expatriados artistas italianos como Hugo Pratt, Ido Pavone, Horacio Lalia, Mario Faustinelli o Alberto Ongaro.
Un buen día, Hugo Pratt le recrimina acerca de la calidad de sus historietas, comentario que a Breccia le escuece y que le incita a experimentar. Comienza a buscar nuevos enfoques y nuevas técnicas. A partir de este momento ya no parará de hacerlo.
Un nuevo comienzo. La etapa con Oesterheld
En una fiesta en casa de Pratt, Breccia conoce a Héctor German Oesterheld, que había fundado la editorial Frontera el año anterior (1957). El guionista argentino de ascendencia alemana ofrecerá a Breccia dibujar la serie de ciencia ficción Sherlock Time en la revista Hora Cero, donde ya se llevaba tiempo publicando series como El Eternauta o Ernie Pike. Será el primer trabajo conjunto de una de las parejas de dibujante y guionista más famosas de la historia del cómic. La serie narra la historia de un detective del tiempo y del espacio que habita en una casona-astronave propiedad del jubilado Luna, personaje que comparte sus rasgos con los del propio Breccia. Al cabo de un tiempo, Hugo Pratt felicitará a Breccia por su trabajo en esta serie. La contestación del uruguayo será que Pratt había tenido razón al haberle cuestionado la calidad de su trabajo.
Durante 1959, Breccia realizará un total de cuatro episodios de la serie de Oesterheld protagonizada por el corresponsal de guerra Ernie Pike. Ambos autores trabajarán juntos también durante ese año en el único episodio de Doctor Morgue, una serie que no prosperó, protagonizada por un médico forense.
Entre 1960 y 1961 se produce un éxodo de dibujantes y guionistas argentinos hacia las editoriales europeas. Breccia permanece en Argentina, debido a la grave enfermedad de su esposa. No obstante, durante 1960 dibuja varios episodios para las series de la británica Fleetway: la mayor parte de ellos son westerns, con algún que otro episodio bélico y de espías. Durante esa época ilustra también temas escolares para las revistas Billiken y Mis Deberes y comienza a dibujar junto con su hijo Enrique.
Páginas correspondientes a las series Sherlock Time y Mort Cinder, ambas con guión de Oesterheld y ambas con Breccia autorretratado.
En 1962, Breccia y Oesterheld realizan para la revista Mistérix la serie Mort Cinder, una obra fundamental dentro de la historia del cómic. El pesimismo y la amargura presentes en la obra obedecen a la dramática situación de sus autores. El guionista se halla atrapado por el fracaso de su proyecto editorial; el dibujante se halla sumido en una profunda angustia, pues no tiene el dinero suficiente para pagar el caro tratamiento que necesita su esposa. En la obra, un anticuario londinense, Ezra Winston (de nuevo con los rasgos de Breccia) conoce a Mort Cinder, un hombre que ha pasado su existencia muriendo y resucitando, por lo que ha sido testigo y partícipe de muchos momentos cruciales de la historia. El guión, elaborado en un momento creativo excepcional de Oesterheld, destila la esencia misma del humanismo del que le gustaba impregnar sus historias. El dibujo de Breccia ha evolucionado de tal forma que florece aquí con todo su esplendor. El décimo episodio, uno de los más celebrados, se centra en Jerjes y la batalla de las Termópilas. No habrá más.
Breccia deja de dibujar durante cuatro años para dedicarse en exclusiva a la docencia. Fue profesor de dibujo en la Escuela Panamericana de Arte de Buenos Aires, creada por Enrique Lipszyc, llegando incluso a ser su director y permaneciendo en ella hasta 1971.
Tras el fallecimiento de su mujer, Alberto Breccia regresará al mundo de la historieta en 1966, de nuevo de la mano de Oesterheld, con Richard Long, otra serie que no prosperará, pero que empuja al dibujante a utilizar nuevas técnicas, como por ejemplo el uso del collage.
En 1968, ambos autores realizarán una biografía del Che Guevara (en este caso, con la participación del hijo de Alberto, Enrique), biografía que secuestró la Junta Militar que gobernaba durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. La editorial Jorge Álvarez fue allanada; los dibujos originales, destruidos, y la colección de biografías que se iba a realizar, cancelada. Esto último provocó, además, que ambos autores no terminasen la biografía de Eva Perón que ya tenían bastante avanzada. Años más tarde (en 2002), el editor Javier Doeyo reuniría el texto y los dibujos, en forma de relato en tercera persona, en el álbum “Evita, vida y obra de Eva Perón”. Portada de una de las ediciones en
álbum de La vida del Ché.
En 1969, el semanario del corazón Gente encarga a Oesterheld una nueva versión actualizada de El Eternauta. La revisión del guión, más violenta y con un contenido ideológico más izquierdista, unida a la experimentación que seguía llevando a cabo Breccia en la parte gráfica, en ocasiones llegando a la abstracción, fue demasiado para Carlos Fontanarrosa, director de la revista, que decidió suspender su publicación, por lo que la trama se comprimió para condensarse en dieciséis números. Cuando concluyó la serie, la revista pidió perdón a sus lectores por su publicación. No deja de resultar paradójico que este trabajo alcanzase un tremendo éxito en Italia, que más tarde alcanzó al resto de Europa.
Durante finales de la década de 1960 y comienzos de la década de 1970, Breccia realiza varios trabajos en una línea más tradicional, como la serie Escuadra Zenith, para Corriere dei Ragazzi, y otros episodios bélicos para Corriere dei Piccoli, con guión de Mino Milani (que en esta ocasión utilizaba el seudónimo Enrique Ventura).
La relación entre Oesterheld y Breccia se va enfriando poco a poco: dejan de verse y ya no colaborarán más. Oestherheld será secuestrado por la dictadura militar del general Videla en 1977 y “desaparecido” en 1978.
Llega el reconocimiento internacional
Después de que Ernesto Sábato rechace una primera adaptación de un fragmento de su novela Sobre héroes y tumbas (1961), Breccia trabaja en Los mitos de Cthulu (1973-75) y reúne un conjunto de adaptaciones de relatos de H. P. Lovecraft. Es una obra que tiene, una vez más, un ambicioso carácter experimental, recurriendo a nuevas técnicas como el collage o el monotipo. Tres años tarda Breccia en terminarla, aun con la ayuda del joven Norberto Buscaglia; tres años durante los que los relatos individuales se irán publicando por entregas en la revista italiana Il Mago. El tono general que destila la obra tiene mucho que ver con el ambiente tétrico que impera en los relatos del escritor de Nueva Inglaterra.
Portadas de Il Mago alusivas a la serie de Breccia I miti di Cthulhu.
El prestigio de Breccia se ha consolidado definitivamente, sobre todo en Europa: en 1973 recibe el premio Yellow Kid en el Festival Internacional de Lucca.
En 1974, con un tratamiento gráfico similar, Breccia comienza a publicar, con guión de Carlos Trillo, Un tal Daneri, una serie de historias inspiradas en Mataderos, su barrio natal. Se producirán en total ocho de ellas, las últimas solicitadas por la revista italiana Linus. Esta obra marcará el inicio de una fructífera colaboración entre los dos autores.
Ese mismo año retomará a Vito Nervio, de nuevo con Leonardo Wadel. El detective lucirá sienes de plata en la nueva revista Chaupinela, de Andrés Cascioli. Catorce años después de su última aventura, ahora dirige una academia de detectives. Tuvo escasa repercusión y solo duró tres episodios, pues su momento ya había pasado. Friv games, es uno de los mejores sitios para los fanáticos de los juegos en línea. Juega juegos friv en línea y obtendrás una experiencia inolvidable.
Breccia adaptará varios relatos de Edgar Allan Poe: El corazón delator (Il Mago, 1975) se caracterizará por un visceral tratamiento del blanco y negro y se convertirá en un clásico inmediatamente. Por el contrario, el resto de ellos, William Wilson (con guión de Guillermo Saccomano), La máscara de la muerte roja, El gato negro y Monsieur Valdemar (con guión de Carlos Trillo) destacan por su uso del color, innovador y diferente en cada uno de ellos. Página de Monsieur Valdemar en su edición argentina.
Durante los últimos años de la década de 1970, su colaboración con Trillo es muy fructífera: además de varios relatos unitarios para Skorpio, la revista insignia de Ediciones Récord, también trabajan en la serie Nadie (1977-78), en la segunda época de Tit-Bits, ahora cabecera de la misma editorial; para la revista italiana L’Eternauta, de Edizione Produzione Cartoon, realizan los seis capítulos de Los ojos y la mente (1978-80), serie deudora de Mort Cinder, cuyo protagonista, Cornelius Dark, el viajero de gris, tiene la capacidad, mediante su imaginación, de introducirse en episodios históricos y participar en ellos, si bien la fábula moral está más patente que en la obra de Oesterheld; Buscavidas (1981-82), publicada en SuperHumor, de Ediciones de la Urraca, donde Breccia experimenta de nuevo con los contrastes entre grandes masas de blanco y negro.
Sin menospreciar a las anteriores, las obras más recordadas de esta pareja son dos: la primera es un conjunto de adaptaciones de unas breves piezas literarias en blanco y negro, cuyo nexo común es que fueron recopiladas en el álbum Breccia negro (1978), de Ediciones Récord, pero cuya fama ya provenía de su publicación en diferentes revistas: Donde suben y bajan las mareas es la adaptación del relato “Where the Tides Ebb and Flow”, contenido en A Dreamer’s Tales (Cuentos de un soñador, 1910), de Lord Dunsany; La pata del mono es la adaptación del cuento The Monkey’s Paw (1902), del humorista inglés William Wymark Jacobs, y “La gallina degollada”, del escritor uruguayo Horacio Quiroga, es un relato incluido en Cuentos de amor, locura y muerte (1917), que seguramente es el más famoso de los tres.
Viñeta correspondiente a la historieta La gallina degollada.
La otra obra del tándem a la que hacía referencia se trata, en realidad, de una serie de adaptaciones de cuentos de los hermanos Grimm destinados al público adulto, con un arriesgado tratamiento gráfico. Los collages son cada vez más abundantes, y su colorido, espectacular. Fueron publicadas en Hurra y SuperHumor entre 1979 y 1981: son Blancanieves, Cenicienta, Hansel y Gretel, La bella durmiente y Caperucita Roja.
Es indudable que una prolongación lógica de esta actividad es ¿Drácula, Drácul, Vlad?... ¡Bah! (1982). Breccia no trata aquí de construir su interpretación del personaje, sino que lo utiliza como excusa para hacer una crítica de la realidad social y política de la época. El verdadero monstruo es la sociedad. La obra carece de texto, pero la crítica a la Argentina de la época de Videla es evidente. La combinación de tonalidades es cada vez más audaz y llamativa. He conseguido llegar hasta este punto sin utilizar el término “expresionista”, primero porque es un tópico cuando se habla de la carrera del Viejo, pero también porque el propio Breccia decía que la pintura no era su fuente de inspiración, sino que siempre había llegado hasta un punto concreto de su obra a base de probar y experimentar. Sin embargo, es difícil no morderse la lengua cuando se hojean las páginas de algunas de sus obras, como es el caso de esta.
Obras de final del siglo XX
Su siguiente guionista será el periodista y escritor Juan Sasturain. De su colaboración fructificarán, fundamentalmente, tres grupos de obras.
La más relevante es Perramus. Comienza a publicarse en 1983 (con la dictadura de Videla todavía vigente), casi simultáneamente en Argentina (en la revista Fierro), en Francia (Circus), en Italia (Orient-Express) y en España (Comix Internacional). Constó de cuatro tomos: “El piloto del olvido”, “El alma de la ciudad”, “La isla del guano” y “Diente por diente”. El protagonista es un militante político que abandona a sus compañeros durante una revuelta, que decide olvidar su pasado y buscar la redención. Amarga crítica política, pretende dar testimonio de lo sucedido en el país durante la dictadura militar. La técnica de Breccia para el blanco y negro llega aquí a la perfección: aguada, cuchilla y collage se mezclan como nunca. Reproducción de una página original de Perramus.
Versiones es un álbum en blanco y negro que recopila las adaptaciones de textos literarios que realizaron ambos autores para la segunda etapa de la revista Crisis: Acuérdate, de Juan Rulfo, es un relato de El llano en llamas (1953); Las mellizas, de Juan Carlos Onetti, es un capítulo de una novela que no prosperó, publicado en la revista Crisis (1973); El fin es un cuento de Jorge Luis Borges incluido en Ficciones (1956); Semejante a la noche, de Alejo Carpentier, también es un cuento perteneciente a Guerra del tiempo (1956); Antiperipléia, de João Guimarães-Rosa, pertenece a Tutaméia (1967), y La prodigiosa historia de Baltazar, de Gabriel García Márquez, a Los funerales de la Mamá Grande (1962).
Por último, también hay que reseñar los tres relatos en color que se incluyeron en sendas obras antológicas realizadas por la editorial vasca Ikusager en su colección de álbumes Imágenes para la historia: “Dibujar o no”, incluida en Los derechos humanos; “Palabras sueltas, colores cautivos”, en Norte-Sur, y “Último tango en Buenos Aires”, perteneciente al álbum colectivo Abrir puertas. Esta última cuenta la historia de María Rangolla, dueña de la mansión María la Vasca, la legendaria sala de baile de Buenos Aires.
Ya en los años noventa, Pedro Tabernero le implica en la colección Relatos del Nuevo Mundo, la colección proyectada para celebrar el quinto centenario del descubrimiento de América. Allí dibujará El Dorado: El delirio de Lope de Aguirre, con guión del argentino Carlos Albiac. Pedro Tabernero le implicará también en la realización de la serie Historias con moraleja (con guiones de Raimond Boucheron), que solo alcanzará dos episodios, a color: “Perfiles en blanco y negro”, y “¿... Y sus padres no lo reprimían?”. Un tercer episodio verá la luz en la revista argentina Cóctel: “El guapo, la muerte y el tango”.
Finalmente, casi veinte años después de frustrar aquel primer intento, Ernesto Sábato cambia de opinión y aprueba la adaptación del fragmento de su novela. Así, en 1991 ve la luz Informe sobre ciegos, su última obra maestra, realizada con aguadas en blanco y negro e imposibles collages, máxima expresión del trabajo de Breccia en blanco y negro. El relato de Sábato se condensa hasta quedarse en lo imprescindible, convirtiéndose así en el punto de partida para que Breccia narre su visión personal de la obra. Las espectaculares aguadas y collages de Informe sobre ciegos.
El Viejo muere en 1993 sin que le gustara la ciencia ficción. A pesar de ser un lector compulsivo, no le gustó nunca leer historietas. No consiguió realizar su vieja aspiración de adaptar Crónica de una muerte anunciada. Informe sobre ciegos será su última obra inédita publicada, pero no será la última que veremos. Restan todavía una gran cantidad de historietas que todavía no han sido recopiladas en forma de álbum.
Sueños pesados (2003) recopila cinco adaptaciones libres de obras literarias, que Breccia realizó durante 1981, varias de ellas con guión de Norberto Buscaglia. Son impactantes y gozan de un impresionante colorido: “La última visita del caballero enfermo” adapta “L'ultima visita del gentiluomo malato”, de Giovannni Papini, relato contenido en Il tragico quotidiano (Lo trágico cotidiano, 1906); “El anciano terrible” adapta la historia corta The Terrible Old Man (1920) de H. P. Lovecraft; “Mujina” es un relato corto de Kwaidan: Stories and Studies of Strange Things (Kwaidan, cuentos fantásticos del Japón, 1903), de Lafcadio Hearn; “El hombre y la bestia” adapta Strange case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1886), de Robert Louis Stevenson, y “La noche de Camberwell” adapta “La nuit de Camberwell” de Jean Ray, perteneciente a Les contes du whisky (Los cuentos de whisky, 1925).
En el momento de escribir esta reseña, la última obra que se ha publicado es una recopilación de cuatro historietas en su etapa para la editorial Fleetway realizadas en 1960-61.
Conviene destacar otras facetas suyas: además de ser ilustrador de más de trescientos libros para niños, también hizo lo propio con determinadas obras literarias: las más conocidas son las trece que realizó para el poema Martín Fierro en 1991 y las que ejecutó en gran formato para El nombre de la rosa en 1992. También ilustró en 1966 parte de una Historia gráfica de la República Argentina junto con Roberto Bernabó.
Cuento infantil de Breccia con guión de Oesterheld. Biblioteca Bolsillitos nº 30 (24-IX-1952).