LA
MEMORIA VIVA.
En
este estudio global sobre U y sus méritos, que si tienen
defectos ellos sabrán mejor que nadie cuales son, vamos a tratar de
sumergirnos en uno de los apartados que más reputación y prestigio
han reportado a dicha publicación: la entrevista.
La
política editorial de U ha partido siempre de una premisa
clara y evidente, el monográfico de autores o, aunque en menor
medida, de temas o asuntos. Esto que puede parecer poco novedoso en
un principio sí lo es, y con toda justicia, pues que una publicación
periódica cumpla a rajatabla con este interés demuestra, al menos,
una voluntad no demasiado frecuente por estos lares. Y si no
comparadla con el resto de revistas especializadas que actualmente
inundan el mercado. Encontraréis en U, antes que el interés
por el día a día, la voluntad por documentar el pasado, por hacer
Historia de la historieta , sí todo con mayúsculas, como una parte
más de la memoria colectiva, pasada por alto en gran medida por
culpa nuestra.
Para
ello los instrumentos empleados son varios como el análisis de un
mismo tema o autor por distintos comentaristas (es el caso del # 3,
manga para no iniciados) o la composición, generalmente con fines
biográficos, mediante la unión de extractos de las más diversas
procedencias (destaca el # 10 dedicado a Beto Hernández). Pero es
quizás en este contexto donde la entrevista cobra más fuerza,
donde adquiere un peso indiscutible, pues deja de ser sólo un rápido,
por las prisas o el límite de las páginas, "intercambio de
ideas" para convertirse en el testimonio directo de algunos de
los hombres que han hecho de la historieta lo que es hoy. Al menos
así no serán tantas las palabras que se lleve el viento.
Caminar
sobre las aguas.
"Ya
has visto las entrevistas de U. Son entrevistas río. Sí. Me
tengo que sumergir en mi historia, a ver..." (U # 13,
entrevista a José Muñoz por David Muñoz).
Desde la publicación del especial con el que inició su
andadura U en agosto de 1996, hasta el último número
aparecido a la fecha (el # 23, invierno 2002), podemos encontrar
numerosos ejemplos de dossieres únicamente constituidos por
entrevistas: Gallardo (# 2), Max (# 4), Entrialgo (# 6), Ibáñez (#
8), Carlos Giménez (#9), Víctor Mora (#16), Torres (#21), Bernet
(el ya referido #23)... monográficos (si no tenemos en cuenta las
secciones "fijas" como El Chivato o El amigo americano,
por ejemplo) sobre distintos autores nacionales, resumen de las
numerosas tendencias de nuestra historieta y que ha respondido unas
veces el momento álgido de alguno (Entrialgo) y otras a la
recuperación de aquellos a quienes el público de este tipo de
publicaciones no tiene habitualmente en mente (Giménez o Ibáñez).
Sin
embargo no son las únicas. Dos dossieres se diferencian con
respecto a este grupo: el de Muñoz (#13) y el de Altuna (#22),
autores argentinos aunque asentados en nuestro país (en el caso de
Muñoz a dos aguas, con Milán) y por tanto la materia a la que harán
referencia sus respectivas entrevistas será a la historieta de su
país de origen. Pero no es por esto que las hemos destacado. Ambas,
quizás por ofrecer un conjunto cerrado menos amplio que el
nacional, nos ofrecen mayores facilidades a la hora de enfrentarnos
a la verdadera intención de este artículo que no es otra que
tratar de sistematizar el modelo de entrevista de U.
Todos
y cada uno de estos dossieres siguen una línea clara y manifiesta,
el devenir guiado de la biografía, en la que el entrevistador,
partiendo de una detallada labor documental, hace que el
entrevistado retome su vida y milagros desde sus raíces hasta el
momento presente en el que se encuentran sentados ambos frente a
frente. De este modo el autor es presentado siempre como hijo de su
tiempo, alguien inmerso en el estado cultural de su época (en el
caso de España, como ya señalamos antes, al ser tan numerosos y
diversos narrativamente los autores presentados sería interesante
sintetizar en otro artículo esta afirmación como muestra de la
evolución de nuestra historieta; queda pendiente) y que como tal
responderá rechazando o renovando los tropos imperantes o vigentes.
Así sus orígenes, su condición social, su implicación política,
sus influencias artísticas (no sólo de la historieta
come el hombre) serán parte del detonante que dé lugar a la
obra impresa de cada cual, o lo que es lo mismo, un determinismo
historicista será el que presida el modo y forma de preguntar
siempre tratando de encontrar una explicación a la creación
ajena... En todo caso, sabiendo las fuentes, será más fácil
seguir la corriente para saber a dónde nos lleva.
Antes
de proseguir, una advertencia: Tres serán las etapas de nuestro
viaje, como tres son las constantes implícitas a toda narración
(principio, nudo y desenlace) o vida (infancia, madurez, vejez). En
este caso adquieren valor específico lo que hemos estimado oportuno
llamar como formación, profesionalización y consolidación. Sin más
preámbulos, entremos ya en materia.
"La
vida...".
"Yo
aprendí mucho en esa época. Lo demás vino por añadidura, pero
los dibujantes argentinos son todos buenos narradores, no hay
excepciones (...) no hay ninguno que digas: y esto qué es, que es
lo que pasa ahora cuando se endiosa a algunos dibujantes que no
saben narrar" (U # 22, entrevista a Horacio Altuna por
Óscar Palmer)".
¿Alguien
sabría decir el momento exacto en el qué sintió por primera vez
qué quería hacer tebeos por encima de todo y fuera como fuera? Esa
bien podría ser la premisa argumental de la que parte todo, o en
otras palabras, que resume más acertadamente la inquietud de lo que
sería este primer bloque formal de preguntas y respuestas: hallar
la clave. ¿Y por qué? Supongo que por el hecho de que estamos
habituados, gracias al machacón estructuralismo educativo, a buscar
un origen, un núcleo para todo; porque nos empeñamos en encontrar
ese momento del que decir: "Hey, ahora me doy cuenta de que fue
por esto y por aquello". Sin embargo a veces las cosas no son
tan fáciles de sintetizar, y más en materia del alma, como
observamos en estas entrevistas que hemos tomado como referencia
directa (hablando de núcleos...). Los casos son diferentes, lógico,
aunque partan del mismo punto, ambos son voraces lectores de tebeos
desde su niñez: el epicentro de Muñoz se encuentra a los diez años
cuando la obra de Pratt le abre los ojos; la iluminación de Altuna
es por el hambre que a los veintitrés años, completamente
arruinado, le lleva a dedicarse a ese algo que lleva haciendo desde
chico y que se le da bien.
Puede
ser un buen comienzo pero siempre cabe la duda de pensar si a lo
mejor la raíz de todo es mucho más profunda de lo que se cree. Por
eso supongo que en U, aunque se busque el punto de partida,
no se toma como una obsesión. Lo que se persigue es algo más
(aunque gire en torno a...): descubrir, o mejor describir, la
formación de un conocimiento que eclosionará en la siguiente etapa
y que sí puede ser algo más, tangible. El pensamiento aunque es
algo que se nutre del tiempo, a medida que crecemos, se va
convirtiendo cada vez más en un grado, en experiencia firme que nos
ayude a levantarnos con cada caída, porque eso sí, y de eso no se
libra nadie, en esto de la vida sólo se aprende a base de palos. Y
unas veces vendrán dados de fuera (será conocimiento motivado por
el contexto) y otras por nosotros mismos (por nuestras propias
inquietudes). Unas veces serán preguntas relacionadas con la
turbulenta situación de la Argentina de los cincuenta y sesenta o
con la inmensidad del espacio abierto, la pampa, que les rodeará
por siempre aunque lo abandonen; otras lo serán con respecto a las
influencias ejercidas por aquellos a quienes tanto han admirado
desde pequeños (Breccia, Pratt, Solano López...) o por el primer
contacto con un mundo editorial en el que no cabe la fantasía.
"Son
los ríos...".
"La
utopía socialista es un grandísimo dibujo, es una grandísima
pintura, es una grandísima escultura, es una expresión de belleza
pura, abstracta, que es demasiado para nosotros, pero yo lo que quería
era pensar con mis manos, no solamente pensar con la cabeza, y no
había demasiada sensibilidad estética entre la muchachada
sindical, no la había, o sea, me decían: "Che Muñoz, sabés
lo que es el arte", "¿qué?", decía yo, "Cagarte
de frío", eso eran los diálogos" (U # 13).
Ya
están las cartas echadas sobre la mesa; las inquietudes han sido
expuestas. Falta por ver cómo se desarrolla este planteamiento
inicial a lo largo de esta serie de vidas contadas como respuestas.
La clave ahora, dado que las preguntas vienen por si solas, será
engarzar unas con otras. Dar un sentido, una coherencia que
demuestre la compenetración, la conjunción de los elementos. Y eso
no es nada fácil. Tenemos cuatro líneas maestras perfectamente válidas
(si alguno va a decantarse de entrada por los tebeos que espere un
poco) porque todas llevan al mismo punto, la madurez. Por contexto o
por formación profesional, nuestros autores adquieren al mismo
tiempo su punto de ebullición como personas y como creadores pues
en ellos si que la máxima arte igual a vida es inseparable. Su
forma de ver el mundo y sentirlo, es decir, las enseñanzas
adquiridas a lo largo de estos años clave, se expresan, encuentran
su válvula de escape a través de sus creaciones. Y viceversa: su
vida se conforma cada vez más de un trabajo que actúa como escudo,
como crisálida de papel con la que combatir los avatares.
Concretemos.
Primero a través de los ejes contextuales: por un lado en plena
dictadura militar, la militancia para volverse activa debía ser
pasiva, es decir, encontrar una válvula que mostrarse a las claras
la disconformidad pero que les permitiera seguir viviendo
literalmente (de un plumazo te borraban del mapa sin más
historias), y ese medio fue el cómic, fue el Loco Chávez,
fue Alack Sinner. Por otro, los espacios abiertos se habían
convertido de repente en prisiones, en jaulas sin barrotes, pero
jaulas al fin y al cabo. Altuna estaba encerrado física y
mentalmente por imposición gubernamental como cualquier otro
ciudadano de a pie argentino. Muñoz, en danza por Europa desde
1972, lo estaba en la añoranza y la impotencia. Y es bien sabido
que cuando los pies no pueden moverse lo hace el corazón. En su
arte, encontraron la libertad de acción, las alas, que la vida, por
imposición o por amargura o por ambas cosas, se había encargado de
cortarles de tajo.
En
segundo lugar siguiendo los estados profesionales los cuáles no sólo
nos conducirán hasta
el cómic en bruto, si no que nos mostrarán ese paso adelante con
el que la obra de nuestros autores alcanzará las cotas de
personalidad y originalidad que les ha hecho ser clásicos en vida
de esta profesión. Y todo esto será en parte fruto de los
sentimientos removidos por el exterior que les condiciona: por un
lado, los maestros de la juventud a los que soñaban con emular,
quedan atrás. En esta situación la creatividad debe eclosionar,
encontrar la forma de expresión que manifiesten los constantes
cambios vitales de esta etapa. Los héroes confiados en la suerte ya
no sirven, han sido vencidos. Y sus sustitutos serán unos
personajes más cercanos al autor: tan desengañados y desubicados
del mundo, tan serenos con la sonrisa forzada por no llorar, como
ellos mismos . La realidad ficcionada de El Eternauta se ha
sobreimpuesto y en esta tesitura los personajes, o los creadores tan
rotas están las barreras, tendrán suficiente con sobrevivir ya sea
en la ficción (esas ansias que animan tanto a los personajes de El
último recreo de Altuna o de Encuentros y Reencuentros
de Sampayo) o en la realidad. Por otro, su relación con la
industria que les ha explotado sufrirá un vuelco. Los primeros
conatos de la fama, pues fruto de sus reivindicativas obras
numerosos lectores se sentirán identificados o simplemente atraídos
dada su calidad, les labrarán un nombre dentro de un medio en el
que la reputación la tenían ganada hacía mucho. Ya sea como
autores de éxito o de culto, podrán compartir los sentimientos
manifiestos o no de su rabia; plantar las semillas de la rebeldía
en definitiva.
Visto
este juego de ecos y llamadas interrelacionadas que se presenta a
ojos del entrevistador cabe preguntarse por lo menos cuál sería el
mejor camino. ¿Seguir el contexto? Si os fijáis entonces haríamos
más preguntas sobre la repercusión de la dictadura que de otras
situaciones significativas para nuestros autores, como podría ser
la llegada a España de Altuna o el definitivo asentamiento de Muñoz
en Milán. ¿Tirar por la estética? Las vivencias de nuestros
autores marcan tan estrechamente su obra que darle menos importancia
sería dejar en el tintero numerosas interpretaciones. Un complicado
panorama en principio pero cuya solución es bien simple: la justa
medida. Lo que pasa es que, como todo lo sencillo, lo difícil es
llevarlo a cabo, y eso es algo que tanto Muñoz como Palmer saben
hacer con suficiencia.
"Que
vienen a dar en la mar".
"El
asunto es que después de los 25 años, cuando un muchacho empieza a
tener otro tipo de preocupaciones y necesidades en la vida diaria,
debería sentirse reflejado y tener una lectura que le acompañe en
la edad, que no se quede en lo que ha estado leyendo hasta ahora.
Eso es lo que no se da, y eso es lo que yo entro a echar en falta
dentro del mercado" (U #22, Altuna).
Y después de la tormenta llega a la calma. O al menos esa es
la impresión que da cada vez que uno llega al final de una
entrevista de U; como si los autores hubieran perdido fuelle
con el irremediable paso del tiempo, como si ya no fuera éste su
sitio. Es fácil de constatar el hecho por varios rasgos. Uno que la
extensión de este periodo actual de su obra, en los dos casos que
nos ocupan, no es tan extenso como las etapas anteriores; dos, que
las anteriores cuestiones que tanto nos han preocupado apenas si
tienen cabida. Son otros los intereses que mueven las pesquisas. En
cierta manera es como si la labor documental hubiera tocado a su fin
y diera paso al hombre que queda como resultado de tanta Historia,
de tanta historieta , de tanta huella de la vida. El hombre
reflexivo que ha terminado de formar su mente, el proceso que hemos
tratado de explicar, y espíritu, aunque bien sabemos que hasta el día
de nuestra muerte tendremos algo pendiente por saber, y que esta
preparado para enseñar: para hablar y educar a todos aquellos que
quieran escucharle.
Así
mostrará abiertamente sus impresiones sobre la situación actual
del medio en el que se ha dejado tanto, además de exponer su
situación actual en el mismo. En el primer caso se muestra una
actitud desalentada. Ambos, esta vez me refiero a entrevistador y
entrevistado, asumen que cualquier tiempo pasado fue mejor y lo
demuestran con creces. Y es lógico: de una etapa de ebullición, de
despegue, de interés manifiesto de los distintos sectores sociales,
donde parecía que se podía llegar a algo; se ha sufrido un
retroceso, un estancamiento decadente en el que un
producto comercial como es el tebeo ha cambiado su fisonomía
demasiado radicalmente. Se ha pasado, en una década y pico, de las
revistas de –distinto a “para”– adultos, que se suponían
asentadas en el mercado, al tebeo adolescente, que se supone
asentado y aunque ya veremos; se ha transmutado al álbum de
historietas en el prestige recopilatorio de comic books; y lo
que sí es verdaderamente preocupante, se ha dejado de pretender
cultivar a lectores para entretener a fans, en parte, por la
renuncia de parte de los autores actuales a dejar de contar
historias como artistas para hacerlo como si fueran el mismo fan,
ilusionado eso sí, al que antes aludíamos. No hay más pretensión,
en este círculo vicioso.
Nuestros
autores son una muestra más de estos cambios rituales del mercado
de la historieta de fin de siglo y principios de milenio. Y por
desgracia se presentan como víctimas. Aunque aún tienen cierta
vigencia, sobre todo Altuna gracias a sus chicas de Playboy,
ya no son partes fundamental del eje historietístico nacional (ni
aquí ni en Argentina, su nación de origen, como reconoce Muñoz).
Se han convertido en autores "fantasmas", a los que no se
reconoce ni se les reconoce, en historietistas enterrados antes de
tiempo bajo la pila de las miles y miles de páginas de relleno, de
pega, que inundan nuestro mercado.
Aunque
todavía iniciativas como las planteadas por U nos ofrecen
una última oportunidad de sacudirnos de encima el olvido y
desenterrar los restos de aquello que siempre debió permanecer en
nuestra memoria. Aprovechémosla. Es lo único que puedo decir.
Javier
Mora Bordel
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