«MINGOTE PUNTO Y
APARTE es un homenaje a la figura de Antonio Mingote a través de un
repaso a su biografía artística, aderezada con opiniones y situaciones
relacionadas con la gran actividad desarrollada por el artista en sus
más de ochenta años de vida. Se resumen en estas páginas más de
treinta años de seguimiento y estudio de la vida y obra del dibujante,
académico, pintor y actor».
«MINGOTE, punto y aparte es un recorrido por la vida y la obra de este
maestro del humor gráfico, el dibujo y la pintura. Este libro contiene
más de un centenar de ilustraciones, viñetas, óleos y textos, algunos
inéditos, en los que se aprecia la magia de los trabajos de Antonio
Mingote y se comprueba la evolución de su plumilla y sus pinceles. De
la mano de Carlos Villanueva nos adentramos en una obra imprescindible
para los amantes del arte, de la risa y el buen humor. No apto para
gente que siempre esté enfadada»
Después de leer estos textos que corresponden a la solapa
de la cubierta el primero y a la contraportada el segundo, deberíamos
advertir a los posibles lectores de este libro que Carlos Villanueva
Nieto está loco. Sí, porque sólo un loco puede pretender, con el descaro
que lo hace Carlos Villanueva en estas líneas explicativas, emprender
una tarea como la de resumir la vida y obra de, ¡cielo santo!, nada más
y nada menos que ANTONIO MINGOTE BARRACHINA.
Claro que, hay que tener en cuenta que muchos son los
tipos de locos que existen; desde el descuidado que se baña sin haber
hecho la digestión hasta el inconsciente que se pone a ver, tan
alegremente, un programa de José Luis Moreno, pasando por algún
destacado lector de las obras completas de Sabino Arana... Sin embargo,
el tipo de loco al que se nos antoja que pertenece Carlos Villanueva es
a ese tipo de locos que van por ahí desfaciendo entuertos y
luchando contra molinos de viento.
Carlos Villanueva Nieto (Algeciras 1956), humorista gráfico del diario
“Europa sur” en el campo de Gibraltar, licenciado en Derecho y
Procurador de los Tribunales, es nuestro particular D. Quijote de La
Mancha que ha sabido compaginar sus múltiples labores con la aventura de
estudiar la extensa vida de Mingote y, con la generosidad de un
caballero andante, entregar el resultado al mundo en forma de este
precioso libro.
Ya en el prólogo, Antonio Fraguas (Forges), nos aclara
algo acerca de este orate del humor:
«Carlos Villanueva es
nuestro erudito; el erudito estudioso de todos los humoristas gráficos
iberoamericanos». «Por cierto: de Carlos nunca logramos saber si es más
erudito o más amigo».
Es ésta una obra de extensos capítulos, como por otro lado no podía ser
menos tratándose de un personaje de la talla de Antonio Mingote, de tan
larga y feraz vida. Como Carlos Villanueva Nieto, además de un tipo
estupendo y un magnífico humorista gráfico, es una persona ordenada, ha
decidido con muy buen juicio comenzar por el principio. Es decir, la
vida de Antonio Mingote se inicia cuando Antonio Mingote nace. Y así es
como empieza el recorrido por la extensa vida y obra del maestro de
humoristas, del monstruo sagrado del humor gráfico español: de Antonio
Mingote Barrachina: Mingote.
“LA INFANCIA”: Donde Carlos nos cuenta que Mingote nace en Sitges un 17
de enero de 1919. Después, en “SUS PADRES”, nos habla de los
progenitores de Mingote y de la influencia de los mismos en el pequeño
genio. Del explosivo cóctel cultural de un padre músico y una madre
escritora salió el Picasso del humor gráfico español.
El tercer capítulo se titula “Y LLEGA LA GUERRA”. Encabezado por un
magnífico dibujo (esto realmente es una tontería porque todos,
absolutamente TODOS los dibujos seleccionados por Carlos Villanueva para
el libro son geniales): bajo el lema “Por fin, la paz”, un hombre
contempla, atónito, el escenario absolutamente dantesco en que ha
quedado convertida su ciudad. Aquí nos cuenta Carlos cómo con sólo 17
años, Mingote se ve obligado a alistarse en el ejército. Se narra una
divertida anécdota sobre cómo tomó Mingote la ciudad de Barcelona cuando
fue solo a ver a su madre que allí se encontraba. Al enterarse de que su
madre ha sido evacuada se vuelve, tranquilamente, al cuartel. «Fue por
ello el primer “nacional” que entró en Barcelona. De manera pacífica,
añado».
Tras la guerra entra en la Academia de Transformación de Infantería en
Guadalajara, donde comienza a dibujar en una revista extraoficial que se
distribuía en la Academia y se llamaba La Cabra. De ella nos
habla en el cuarto capítulo: «La Cabra es el precalentamiento y
la puerta que se abre a lo que después será la dedicación de Mingote
como dibujante y escritor. Gracias a La Cabra el ejército perdió
al poco tiempo a un gran miembro, pero todos ganamos un genio».
Después llega La Codorniz, donde entró en el año 1946. Allí dará
a conocer su popular “Pareja siniestra”. La Codorniz en la que
entra Mingote es La Codorniz de Álvaro de Laiglesia, en plena
ebullición de la polémica que tuvo éste con el anterior director y
fundador de la revista Miguel Mihura. A Álvaro de Laiglesia le dedica
Carlos un capítulo, en el que da las claves de lo que pudo ser el origen
de la marcha de Antonio Mingote de la revista en 1956. Traza un perfil
del autor de “Un náufrago en la sopa” del que no sale demasiado bien
parado: «Alguien que da toda la sensación de ser soberbio, ególatra y
vanidoso, difícilmente puede congeniar con Mingote, y eso que Mingote no
tiene enemigos y es amigable con todo el mundo. Es cierto que el éxito
le llega a Mingote a través de La Codorniz de Álvaro de Laiglesia
(no podemos olvidarlo en aras a la justicia), pero entiendo que debió
llegar un momento en el que la fama y la prepotencia encendieron la
vanidad de Álvaro de Laiglesia y es entonces cuando la relación, al
menos la laboral, deja de ser lo que era. En 1956 Mingote abandona la
revista y se va a dirigir Don José. Si se piensa, resulta curioso
que en pleno resurgimiento y éxito de La Codorniz, Mingote la
deje, pero creo que tanto el carácter de Álvaro de Laiglesia como el que
le imprime a la publicación, le hicieron desistir».
(Magnífica caricatura de Álvaro de Laiglesia sentado en un pequeño
taburete y sosteniendo una peana que le sirve para convertirse en peana
de sí mismo) (p.34).
Aunque Mingote entra en ABC antes que en Don José, Carlos,
como un Vargas Llosa cualquiera, juega con el tiempo y nos habla antes
de dicha revista: «El 13 de octubre de 1955 sale Don José a los
kioscos bajo la dirección de Mingote. «Es el Semanario de humor del
Diario España. Don José fue lo que fue, una revista de humor
renovadora y con personalidad, porque la dirigía Mingote. La filosofía
de Don José entronca con el espíritu de La Codorniz de
Mihura, matizada con la visión que el paso de más de diez años permite,
y ya en la editorial del primer número señala que “la pretensión es que
lo pasemos lo mejor posible”. Mingote deja la dirección en el número 107
y la revista prácticamente se apaga». Cita Carlos una muy bonita frase
de Iván Tubau, autor de la imprescindible obra “El humor gráfico en la
prensa del franquismo”, editorial Mitre, 1987: «Don José fue uno
de los más bellos fracasos de la prensa española».
(Dos tipos malencarados enfrentan sus espaldas en lo que se prevé será
un clásico duelo. Al fondo, los padrinos esperan; uno de los duelistas
tiene una pata de palo y esgrime la clásica pistola que la clásica
escena requiere, sin embargo el otro... ¡El otro esgrime un serrucho!)
(p.36).
“Y LLEGA ABC”: Mingote entra en ABC el 19 de junio de 1953
y, sin saberlo, va a revolucionar el mundo del humor gráfico. «En esos
años el humor gráfico (la viñeta) estaba sometido puramente a los
intereses del periódico; a veces bastaba recortar un dibujo de prensa
extranjera y publicarlo en un hueco libre para salir del trámite. El
chiste carecía de importancia y mucho menos tenía carácter de
periodismo, lo fácil era copiar dibujos antes de dar la posibilidad a un
dibujante “de aquí” para que cada mañana nos mostrara una visión
distinta de la realidad cotidiana. El hecho de que ABC decidiera
contar con Mingote como elemento fijo, gracias a la apuesta que lleva a
cabo don Torcuato Luca de Tena, abre la puerta para que los demás
periódicos sigan el ejemplo y con el tiempo decidan hacer lo mismo».
Antes de comenzar con el chiste diario Mingote estuvo realizando un
“rodaje” previo ilustrando textos de, entre otros, Julio Camba.
(Una voluptuosa señorita observa, mientras lee tumbada en la playa
haciendo top less, que un periscopio se acerca a ella mirándola
con descaro. El periscopio no viaja por el agua del mar como sería
lógico pensar, sino por la arena, como si un rijoso capitán Nemo
navegara debajo de ella) (P.39)
Uno de los aspectos más importantes que Carlos Villanueva resalta de
esta feliz unión entre el genio y el periódico conservador (importantes
para el artista, para el periódico y, por supuesto para el humor gráfico
y los humoristas gráficos posteriores), fue el hecho de, no ya poner el
chiste de Mingote en la portada, sino de convertir el chiste en la
portada, sin nada más. «El día que Mingote salió por primera vez en la
portada del periódico, el humor gráfico español dio otro paso al frente
en cuanto a su relevancia en la prensa. Abrir el periódico con un
dibujo, o era una locura, o era una apuesta fuerte respecto a la
valoración del chiste. Cuando ABC dio el paso adelante, la
apuesta sirvió para dar al “chiste” su justa dimensión. No hizo sino
justicia con Mingote y con él a todos los dibujantes». Termina Carlos
lamentando que en los últimos tiempos, debido a las reformas en el
periódico, se haya dejado de hacer portadas con los dibujos de Mingote.
Dedica también el autor un capítulo al premio “Mingote”, creado por
ABC en 1966 para humoristas gráficos y fotógrafos.
(Bajo la leyenda de una portada del suplemento dominical “El dinero y
los españoles, reportaje especial”, aparece una versión humorística de
“El caballero de la mano en el pecho” que nos descubre por qué la tenía
ahí: está sujetando un buen fajo de billetes) (p.43).
En 1954 comienza Mingote a colaborar en la revista Semana con
“Historia de la Gente”. La publica semanalmente y más tarde se edita en
un libro que es todo un éxito editorial.
Una muy curiosa anécdota nos relata Carlos en el siguiente capítulo que
dedica a “PRENSA ESPAÑOLA: BLANCO Y NEGRO”: «...la afición de
Mingote por el mundo del dibujo tiene su punto de partida en el
suplemento infantil Gente Menuda del semanario Blanco y Negro.
En esta revista ve publicado su primer dibujo; es algo así como una
premonición de la que después será su casa a través de las páginas de
ABC. El dibujo se publica en el número correspondiente al 17 de
julio de 1932. Mingote tiene entonces trece años y en aquellos momentos
vive en Teruel. El trabajo publicado representa a “Roenueces” un conejo
que es la mascota del suplemento. Gente Menuda contaba en
aquellas fechas con muchas secciones y entre ellas una dedicada a las
colaboraciones de los lectores más pequeños (la que publica el dibujo de
Mingote)».
(Un circo muy especial: el público está compuesto en su totalidad por
payasos que se mueren de risa al contemplar el espectáculo de la pista:
un señor muy serio vestido de frac y con banda y todo) (p.50).
(Encerrado en una jaula de circo un torero le hace la tradicional faena
a un enorme toro. Sin embargo, los elementos que utiliza para mantenerlo
a raya son una silla y un látigo) (p.52).
(Un señor observa, martillo en mano, el resultado de su golpe a la
escayola que tiene en un pie: la escayola rota deja ver una jaula con su
pájaro y todo. Del pie, ni rastro) (p.55).
Nos habla también Carlos de las tres pasiones literarias de Mingote, los
tres ramones: Gómez de la Serna, Valle Inclán y Juan Ramón Jiménez, que
tienen también capítulo propio: «La lectura le gusta y ello le incita a
leer cada vez más. Reconoce que con catorce o quince años había leído
una ingente cantidad de libros, presumiblemente muchos más de los que un
español medio lee en toda su vida».
Dedica un capítulo a Madrid donde cuenta la especial relación de Mingote
con la capital: «Desde su llegada a la capital del Reino a principios de
los cuarenta, la vida de Mingote se va integrando poco a poco en Madrid,
adquiriendo con el tiempo incontestables esencias de madrileñismo».
Habla de su obra inacabada “Historia de Madrid”, que comenzó a
publicarla en Don José bajo el epígrafe de “El oso, el madroño y
lo demás”. También de su “Madrid a vista de hombre”, publicado por
capítulos en Semana. Y de los múltiples reconocimientos que ha
obtenido de la ciudad, como la Medalla de Oro de Madrid o la Medalla de
Oro al Mérito Artístico.
(Unas doncellas medievales miran a través de una ventana la marcha de
los caballeros a las cruzadas, uno de ellos, en vez del clásico penacho
de plumas, lleva un ramo de flores en el yelmo. Una de las doncellas
comenta: ¡Mira, un ecologista!) (p. 56).
(Un cavernícola habla con otro: «La prueba de que estamos atrasadísimos
es que todavía tenemos que matar a la gente de una en una») (p.71).
Fértil padre de familia numerosa, Mingote tiene una gran descendencia
que merece un capítulo: “La pareja siniestra”, nacida en 1946 en las
páginas de La Codorniz. “Los prehistóricos”, cuyo germen nos
revela Carlos Villanueva que está en un personaje llamado “Don
Monolito”, en las páginas también de La Codorniz. “Gundisalvo”: «Gundislvo
es uno de esos personajes que, con el tiempo quedaron en la retina de
los españoles, tras su nacimiento en 1971. Con la excusa de unas
elecciones “de las de antes”, Mingote crea un político singular; ejemplo
de la época, el candidato ideal que alcanza a ser el más popular de
aquellos años». «Gundisalvo fue un “boom” y caló profundamente en la
gente, que incluso emitió votos en las urnas a favor de este imaginario
candidato. En principio era un político en campaña y acabó convertido en
un padre de la patria, de fuerza inusitada y de gran tirón, lo que le
valió en 1971 ser elegido “Popular por el diario Pueblo». En 1978
es llevado al cine siendo el actor que lo encarna Antonio Ferrandis.
“Mendigos, pobres y vagabundos”: «Los pobres de Mingote son lúcidos,
irónicos y ricos aunque su riqueza sea en sabiduría. Todos los males que
nuestra actual sociedad consumista nos ofrece: el egoísmo, el afán de
riqueza, la adoración del dinero, son vistos con el prisma y los ojos de
los pobres de Mingote y tratados como una reflexión moral y social que
hace que cualquier dibujo que nos plantea sobre el asunto termine
haciéndonos pensar sobre la injusticia, las desigualdades y tantos otros
males que nos acechan».
Otro personaje de Mingote era “Este señor de negro”, que fue
interpretado en la pantalla por el actor José Luis López Vázquez.
(Un sorprendido visitante de monumentos clásicos observa cómo el viento
levanta la falda a una marmórea cariátide dejando al aire un inquietante
muslamen sonrosadamente humano) (p.81).
Un capítulo completo está dedicado a “PREMIOS, DISTINGOS, HOMENAJES Y
OTROS AGASAJOS”: «Si hay algo que ruboriza a Mingote es que le concedan
un premio y deba asistir a su entrega; no digamos si, además, debe
hablar. Su modestia, real y cierta, le impide que pueda reconocer que
pueda ser merecedor de nada. Cuando estos acontecimientos ocurren (cada
vez más a menudo, por cierto) Mingote dice de sí mismo que “parece que
me están beatificando en vida. Sólo sé que me esfuerzo en ser una
persona decente”»: Diversos homenajes y premios en Madrid; Medalla de
Oro al Mérito en el Trabajo en el año 1996; Medalla de Plata de la
Guardia Civil en el año 1997; hijo adoptivo de Daroca, ciudad en la que
nació su padre, en 1997; Cartero Honorario en 1998; el premio
“Quevedos”, de la Fundación General de la Universidad de Alcalá de
Henares, en 1999; etcétera, etcétera, etcétera...
El siguiente capítulo se llama “OBRA ESCRITA”: «...la obra de Mingote es
un inmenso conjunto que se desarrolla de varias formas y maneras, pero
que en el fondo forman parte de un todo». Divide Carlos la obra escrita
de Mingote en los siguientes apartados: La obra histórica, de estudio,
novelas (destacando la primera de las cuaro que tiene: “Las palmeras de
cartón”, a la que dedica un capítulo aparte), textos variados, relatos y
cuentos, cuadernos de apuntes, pregones, prólogos y guiones.
(Un hombre llega a su casa, su mujer está desnuda en la cama, él, abre
el armario y se echa a llorar porque descubre al amante de ella: la gran
paradoja es que el amante es un payaso) (p.82).
(Las alegres coristas de un cabaret ensayan su número de baile, una de
ellas ejecuta un delicado movimiento de ballet clásico y el director le
riñe: «Señorita, hágame el favor de olvidar su esmerada educación de una
buena vez») (p.101).
Otro capítulo está dedicado a “TONO, MIHURA, NEVILLE...LA OTRA
GENERACIÓN DEL 27”: «Si los tres Ramones suponen para Mingote devoción,
hay un grupo de personas a las que, al margen de la admiración que
Mingote pueda sentir por ellas, les une fundamentalmente un gran cariño
y amistad. Son los miembros de la llamada por José López Rubio “La otras
generación del 27”». De ellos dice Mingote que «levantaron ese monumento
de talento, gracia y oportunidad que fue La Codorniz. Fueron
seres extraordinarios de una genialidad que, si no se manifestó más
caudalosamente, fue porque ellos, nietos de la “Belle Epoque”, antes
querían vivir que demostrar lo listos que eran». Afirma Carlos que
Mingote viene a ser una especie de eslabón perdido entre “la otra
generación del 27” y esa generación que vino después, nacida bajo el
poderoso influjo de La Codorniz o Don José.
(Un parque; en el parque un monumento; el monumento tiene un pedestal
con la inscripción “Al fracasado” pero encima del pedestal no hay
ninguna estatua: la estatua es, efectivamente, la de un fracasado, pues
está donde corresponde a su triste título: arrastrada en el suelo con
los brazos alzados hacia el pedestal intentando llegar,
infructuosamente, a la cima del mismo) (p.118).
En el capítulo “CÁMARA, ACCIÓN...”, narra Carlos los contactos de
Mingote con el mundo del cine y de la televisión.
Personajes
suyos como Gundisalvo o Ese señor de negro han sido llevados a las
pantallas y él, además de hacer guiones ha colaborado como actor en
películas tan importantes como “La Colmena” de Mario Camus, donde hace
una pequeña y divertida aparición como cliente de un prostíbulo.
(Una joven estupenda y en pelotas dice mientras el señor serio y decente
que la visita se viste: «El dinero que cobran algunas por publicar sus
memorias no es nada comparado con el que me darían a mí por no
publicarlas») (p.120).
Hay un apartado del libro en el que se recogen los diversos problemas
que ha tenido Antonio Mingote a lo largo de su feraz vida laboral, por
chistes que molestan a los intransigentes de siempre, a gentes que se
ofenden al ver en una viñeta opiniones contrarias a las suyas o de una
susceptibilidad excesiva, titulado “¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER
ESTO?”.
El libro, además de los chistes de Mingote, selecciona algunas pinturas
al óleo de esa nueva etapa con la que sorprendió el genio en 1994, fecha
de su primera exposición como pintor. También incluye algunas
“CURIOSIDADES SURTIDAS”, donde nos cuenta cosas como que en 1990 creó la
etiqueta de los afamados vinos de Burdeos “Bordeux”, sumándose así a la
larga lista de artistas que lo hicieron con antelación, entre los que se
encuentran nada más y nada menos que Dalí o Miró. Nos desvela en el
capítulo llamado “CURRO” aquella polémica de la “Expo’92” de Sevilla con
concurso para la elección de la mascota, en el que intervino, como
artista invitado, Mingote. El nombre de la mascota ganadora, Curro, del
artista Edelmann, era el nombre de la propuesta por Mingote. Él decidió
retirarse al no estar de acuerdo con la forma de actuar de la
organización. Pero su nombre se lo quedaron.
Dedica Carlos un capítulo al corazón de Mingote, “UN GRAN CORAZÓN”, otro
a su actividad de académico de la Real Academia Española de la lengua,
“UN HUMORISTA EN LA ACADEMIA”, desde que fue elegido en 1987. Sigue con
“EL ARTE DE DIBUJAR”, donde habla apasionadamente del dibujo de Mingote;
“COLABORACIONES PERIODÍSTICAS”, donde da una larga lista de medios en
los que ha publicado al margen de los archiconocidos; “MINGOTE VISTO POR
MINGOTE”, una recopilación de entrevistas que le han hecho; “UN MUSEO
PARA MINGOTE”, una inteligente reivindicación para conservar la ingente
obra del genio; “ISABEL Y ANTONIO”, nos habla de la especial relación
que tiene Mingote con su mujer; “MINGOTE A LOS OJOS DE OTROS”, relación
de las opiniones de otros humoristas sobre el indiscutible nº 1; “SUS
LIBROS”, relación de todas sus obras editadas y “MINGOTE: PUNTO Y
APARTE”, en el que Carlos Villanueva cuenta de manera muy emotiva su
especial relación con Mingote desde que vio un dibujo suyo con trece
años.
Finaliza el libro con un gracioso diccionario que resumen a Mingote con
palabras como A de académico, G de genio, V de valioso, etcétera.
Puede que finalice el libro de Carlos, pero lo que no finaliza es la
biografía de Antonio Mingote. Cuando esta emotiva biografía de Carlos
Villanueva ya está en la calle, Mingote ha hecho cosas suficientes como
para llenar otra igual. Si el loco maravilloso que es Carlos Villanueva
quisiera tener al día la biografía de Mingote, sería algo así como un
Sísifo del humor que cuando cree que la enorme piedra biográfica ya está
bien asentada en la cima de la montaña, la impertinente piedra vuelve a
rodar montaña abajo en forma de homenajes mil al genio, nuevas
recopilaciones, genialidades diarias en la página noble del periódico,
una película de dibujos animados o la concesión (no se entiende por qué
han tardado tanto) de la Medalla de Oro de Las Bellas Artes. Nos
imaginamos a Carlos Villanueva “Biógrafo de Mingote”, como el exhausto
ángel de la guardia del dibujo de la portada de su libro que es llevado
a cuestas por el hombre al que presumiblemente debería él ayudar. Este
hombre bien podría ser el propio Mingote, joven octogenario cargado de
una especial y envidiable energía que daría pie a parafrasear con gozo
el título de Carlos: “Mingote, punto y seguido...” |