TEBEOS DE MUJERES, QUE NO CÓMICS FEMENINOS
MANUEL BARRERO

  • Un tebeo de Drechsler que exige reivindicación constante.
  • La desgarradora obra de Gloeckner también merece relecturas hoy.
  • La obra de Probert 'Lightfall' tiene a una miedosa muchacha por protagonista.
  • Unordinary, un webtoon que, llevado al papel, pierde esencia.
  • Escenarios, personajes y narrativa ciertamente mejorables.
  • Un año en Ellsmere, obra muy recomendable de Erin Hicks.
  • Erin Hicks construye personajes complejos pero con fuerte personalidad.
  • El paréntesis, obra de Durand ganadora (y merecedora) de premios.
  • Una página de El paréntesis, con una gráfica metafórica fascinante.
  • La vida de María Montessori, en cómic (por enésima vez).
  • El trabajo de Mondoloni cumple meramente, aunque la obra se lee con agrado..
  • Raquel Gu poniendo imágenes al proyecto de Adela Muñoz.
  • Aprender química con un cómic es una idea excelente.
  • A cada elemento, un personaje, que es un simpático investigador.

TEBEOS DE MUJERES, QUE NO CÓMICS FEMENINOS

 

En los últimos años hemos venido experimentando un auge del cómic hecho por mujeres. Hemos ido dando fe de esta realidad en los informes[1] de Tebeosfera año tras año, comprobando cómo ellas se han ido incorporando a la industria, sobre todo a lo largo de la cuarta ola de la revolución feminista. Recordemos que las diferentes oleadas del feminismo fueron impulsadas por una lenta concienciación social y una paulatina consecución de derechos (el sufragio o poder cursar estudios universitarios en la primera; a la propia sexualidad, a la reproducción voluntaria y al trabajo en diferentes ámbitos, en la segunda; la toma de conciencia femenina y la teoría queer, en la tercera; la superación del androcentrismo y la reacción contra el patriarcado con refrendo legal, en la más reciente…). Esta sucesión de hitos es demasiado simplificadora del fenómeno en cuestión, pero nos sirve para comprender por qué hemos llegado al momento actual, en el cual ya son muchas las mujeres que hacen cómic, sobre todo en comparación con el panorama de hace unas décadas, cuando ellas solo abordaban tareas de carácter secundario en el ámbito de la historieta (cierto tipo de géneros, labores de coloreado, etcétera). Y los cómics que ellas hacen hoy ya no solo cuentan historias de mujeres o, al menos, que debamos etiquetar como “femeninas”.

En los últimos diez años hemos asistido a un crecimiento considerable del número de autoras en los tebeos que leemos en España. Eran un centenar las españolas que hacían cómics en 2013 y son casi 190 las que los firman hoy, el doble. En España su incorporación parece ser más lenta que en el extranjero, porque si hallábamos 250 firmas de mujeres (de toda nacionalidad) en nuestros tebeos hace diez años, en la actualidad se acercan al millar, cuatro veces más[2]. Hay que tener presente que muchas mujeres desempeñan todavía trabajos secundarios en la realización de cómics (coloristas, entintadoras, ilustradoras), mientras que las historietistas completas, las que son responsables absolutas de su obra, son menos. Pero, aun así, están produciendo obras memorables. No obstante, una de las vertientes más vistosas de los cómics hechos por mujeres durante los últimos cinco años fue la dirigida a contentar a una parte del público que atendía con alborozo al auge de las conquistas de los distintos feminismos, ejercitando la denuncia histórica, reflexionando sobre la condición femenina actual o construyendo mofas contra el patriarcado. Resulta singular percatarse de que las denuncias más acres contra los abusos sexuales fueron publicadas en la primera década del siglo y que luego se fue derivando hacia un cómic más festivo o divulgativo. Me refiero a que obras como las de Phoebe Gloeckner o Debbie Drechsler eran lecturas realmente incómodas, pero necesarias porque suponían un revulsivo, y que tebeos como los de Lola Vendetta, Moderna de Pueblo o Rocío Vidal pueden resultar divertidos, pero en ocasiones poco aportan por su calidad de libelo. Afortunadamente, se han seguido publicando historietas que ahondan en las diferentes etapas del feminismo o que exploran sus ramificaciones, como las del matrimonio Talbot, Julie Delporte, Elisa Macellari, Giulia Pex, Marta Breen, Liv Strömquist, Kate Evans o Sara Fratini, entre otras.

En los cómics que leemos actualmente hay más preocupación por hacernos llegar historias en las que el peso protagónico recae en ellas y podrían distinguirse dos vías principales para ello, la del tebeo destinado meramente a entretener y la del cómic concebido como instrumento. Para hablar de estas dos vertientes, escogeremos dos sellos que han demostrado su interés por los tebeos hechos por mujeres o protagonizados por ellas: Harper Collins y Andana Gráfica.

Harper Collins ya tiene cierta veteranía, por cuanto nació en 1817, aunque su presencia en España se ha notado sobre todo a partir del año 2017 por lo que se refiere a los tebeos. Primero fundó el sello Harper Kids, destinado a competir en el segmento del tebeo para chavales, y en 2021 lanzó una colección dirigida a lectores más maduros, llamada Novela Gráfica. En Harper Kids se han publicado tebeos para niños de indiscutible calidad, como el elegido para arrancar con el sello, Ariol, una obra de Emmanuel Guibert y Marc Boutavant, cuyo protagonista es un burrito azul con gafas que vive las peripecias habituales de los niños de hoy. En su catálogo también hallamos obras dirigidas a niños en las que ellas son las protagonistas, como la obra sueca Manual para superhéroes, la francesa Verde, la estadounidense Lightfall o la española Un viaje por las letras, que es un tebeo didáctico conducido por tres chicas.

Harper Collins ha publicado recientemente su primer manga, Unordinary, de Uru-chan, un tebeo procedente de las plataformas de webtoon que resulta fallido una vez traspasado al papel. Esto es debido a lo estereotipado de los personajes y a que las viñetas se van ordenando de un modo distinto al original, y pierden el fuelle narrativo debido a las extrañas pausas temporales que los personajes emplean en titubear y mirarse, generando un ritmo tan pausado e irreal que cuesta llegar al final de sus 330 páginas. Afortunadamente, también sacaron a la luz recientemente Un año en Ellsmere, tebeo para adolescentes de Faith Erin Hicks. Esta obra es un relato que transcurre en un internado, pero no el típico de aquellas historietas clásicas protagonizadas por jovencitas británicas que resolvían misterios pese a sus encorsetadas costumbres. No, esta es una obra que aborda un tema similar al que guía el argumento de Unordinary, la necesidad de encajar en un colectivo estudiantil, pero lo hace de un modo mucho más elegante y respetuosamente narrado. Cuenta la historia de una jovencita de trece años que logra ser admitida en un prestigioso internado, el del título, en el que entra con mal pie, porque no consigue sacudirse de encima el motejo de “bicho raro” y tiene contra ella a la chica más popular de la escuela. Es una historia contada mil veces, pero en esta ocasión gana enteros gracias a la prestancia de la canadiense Hicks, ganadora de dos premios Eisner, que demuestra que sabe conjugar el relato de superación y de adquisición de habilidades sociales para formar parte de una comunidad con el elemento fantástico, que ronda por el fondo de la historia y aflora cuando es necesario que la protagonista se arme de valor. Un tebeo recomendable para adolescentes que resulta legible para cualquier amante del cómic.

En el caso de Andana comentaremos tres títulos en los que han participado mujeres, ninguno de ellos necesariamente vinculados al protagonismo femenino o a la concienciación sobre el feminismo: María Montessori, La tabla periódica y El paréntesis.

El paréntesis es un tebeo que ya habíamos leído porque fue previamente traducido por Sinsentido en 2011, poco después de lograr Élodie Durand el premio a la autora revelación en el festival de Angulema. Esta edición demuestra algo incontestable: la obra no ha perdido un ápice de su grandeza y sigue resultando tan conmovedora como hace una docena de años. Es una historia dura, la de una veinteañera que sufre un tumor cerebral que la incapacita para valerse por sí misma, debido a los constantes ataques de epilepsia y la pérdida de memoria. Lo sorprendente es que es una obra autobiográfica, en la que Durand nos cuenta cómo sintió los primeros síntomas, el terror que la invadió, las operaciones arriesgadas a las que se sometió y cómo recuperó su vida. La autora, tras un paréntesis considerable en el cual no pudo formarse ni prosperar intelectualmente, nos da una lección de coraje al narrar su enfermedad en un cómic, en el cual se desnuda emocionalmente por completo (añade los burdos dibujos que intentaba realizar cuando sufría ataques epilépticos con el fin de comprender qué le ocurría). El paréntesis es un relato de superación, sin duda, porque el final es obviamente feliz, y hay que reconocer que para ser la primera obra de cómic de la autora está realizada con gran maestría. Es un diario dibujado que alterna secuencias de relato costumbrista, trabajado sobre todo con el plano entero, con otras alegóricas, en las que la imagen se vuelve muy poderosa, porque no solo captura un momento, también resume un sentimiento, un dolor, un objeto que representa todo un proceso médico, o el borrón deforme en el que se había trasmutado la memoria de la protagonista. Leído hoy, nos percatamos de que es un tebeo fundamental de nuestro tiempo, realizado por una autora valiente que, en su siguiente obra, Transiciones, daría un paso más al abordar un tema aún más delicado, el de la transexualidad.

María Montessori. La escuela de vida es un tebeo escrito por una mujer, Caroline Lepeu, pero dibujado por un hombre, Jérôme Mondoloni. Es una obra que se ha querido sumar a la órbita de las reivindicaciones feministas por causa de tratarse de la biografía de una mujer que tuvo que enfrentarse a las tradiciones patriarcales de su país, Italia, cuando fundó un nuevo modelo pedagógico basado en el juego y la autoexploración infantil. Montessori fue una figura admirable, por ser una de las primeras educadoras que consideró que los niños con discapacidad también podrían iniciar la senda del aprendizaje. Su trabajo con niños obreros en las casas dei bambini daría lugar a un nuevo modelo de educación infantil, altamente eficaz, que terminaría adoptándose en todo el mundo. Este libro traducido ahora por Andana hace comulgar historieta con divulgación biográfica ilustrada para relatar diacrónicamente la vida de esta mujer, dando fe de todos sus logros. También dedica unas páginas al episodio más dramático de su vida, el de su maternidad en la distancia, narrado con acierto, pero con cierta distancia y frialdad, a mi juicio. El trabajo de Mondolini es solvente, muy clásico en su resolución, y el acabado en bicolor dota de un mayor atractivo y calidez al conjunto. No es un tebeo inolvidable, es puramente funcional, pero sí es una obra divulgativa útil para comprender que el aporte de ciertas mujeres revolucionó el modelo educativo europeo en el final del siglo XIX, cuando los niños eran considerados todavía como piezas por pulir de una sociedad incapaz de entenderlos como potenciales transformadores de la humanidad.

También de carácter divulgativo, pero mucho más divertida y atractiva gráficamente, es la obra de Adela Muñoz Páez y Raquel Gu La tabla periódica. Este libro tiene una historia singular. A la inquieta y vitalista profesora de la Universidad de Sevilla, Adela Muñoz, ávida por buscar modos de enseñar Química a sus alumnos, se le ocurrió crear una suerte de obra teatral titulada “El Baile de los Elementos”, en la que cada elemento de la tabla periódica sería encarnado por un estudiante de Química. La disparatada idea tuvo una respuesta sorprendente. Tanto, que la obra teatral se ha seguido representando desde que se estrenó hace un lustro, y luego se decidió hacer una adaptación gráfica, con viñetas de Raquel Gu, que tuvo poca difusión en su día: Una tabla periódica con mucha vida. Los elementos dan la cara. Este tebeo no venal, coeditado en 2020 por la Universidad de Sevilla y la Casa de la Ciencia del CSIC, tuvo gran acogida pero solo distribución local, y además se quedaba corto, porque no abarcaba toda la tabla periódica. La incombustible Adela Muñoz decidió, a continuación, abordar esta tarea con el beneplácito de la editorial Andana y así fue como se decidieron a trabajar las dos autoras de aquel tebeo experimental en el libro La tabla periódica. Un cómic con mucha química, que vio la luz en noviembre de 2023.

Este libro es una obra colectiva porque, si bien los dibujos son todos de Raquel Gu, el centenar de participantes con ideas y con sus poses (son caricaturizados todos ellos, uno a uno), proceden de quince universidades, varios centros de investigación, institutos de enseñanza y centros industriales. El resultado es realmente gratificante. Se abre con una historieta divulgativa que protagoniza Mendeléiev, el creador de la tabla, y luego se asigna una página para cada elemento, siendo cada uno de ellos interpretado por un científico disfrazado, que informa sobre la naturaleza del elemento que le ha tocado y añade alguna nota cómica (materializada aún más cómicamente por Raquel Gu). El resultado en un libro de muy grata lectura, divertidamente didáctico, que permite aproximarse a los elementos que nos conforman y que incluye un glosario final que ayuda mucho a comprender algunos de los términos utilizados, no todos de uso común.

Un riesgo superado, sin duda. No era fácil vender un libro de química al gran público, pero sin duda Raquel Gu ha contribuido a ello con su dibujo carismático, cargado de ternura y muy asequible para cualquier paladar. Ya nos había demostrado su valía con otras obras suyas —como Las estupendas, surgidas al calor del “tebeo de mujeres” que tan buena acogida gozó en el comienzo de la presente década—, que iban más allá de la reivindicación feminista y el retrato costumbrista de la mujer contemporánea. Gu trasciende modas y modos, compone retratos emocionales con gran facilidad e inocula agrado y cercanía con cada personaje que aborda. Gracias a eso, esta obra divulgativa sobre química logra transmitir conocimiento y deja claro que hay historietistas que están realizando obras de gran calado a las que no se les debe mirar el género, porque lo realmente importante es seguir haciendo historieta de calidad, independientemente de quién la haga.

[1] Informes que pueden consultarse en la dirección https://www.tebeosfera.com/estadisticas.html.

[2] Puede consultarse esta estadística, con las cifras concretas, en https://www.tebeosfera.com/tebeograficas/.

Creación de la ficha (2024): Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2024): "Tebeos de mujeres, que no cómics femeninos", en Tebeosfera, tercera época, 25 (31-III-2024). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 02/VI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/tebeos_de_mujeres_que_no_comics_femeninos.html